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El sol le daba de lleno de en la cara, el ambiente era seco pero pesado en calor. Todo era brillante en la habitación que no supo reconocer. Al menos los ronquidos de quienes dormían junto a él en la alfombra, esos eran muy familiares. Miró alrededor, contó cabezas desparramadas por el suelo y entrecerró los ojos cuando el brillo del reloj de MingHao casi lo ciega por completo. Eso, era solo el comienzo. Sentía un dolor agudo en la cabeza, el ruido de los automóviles crujiendo neumáticos en la tierra no era un buen sonido si estabas sufriendo la peor resaca en tu vida. Cuando un camión tocó la bocina por el camino, fue peor de lo que imaginaba y se llevó ambas manos a los oídos. La botella de tequila que tenía en su mano izquierda fue desechada en el momento que la hizo chocar contra su propia cabeza. Estaba confundido ¿dónde estaban?. Miró su propio cuerpo, estaba vestido, tenía algo de dinero metido en los bolsillos como si alguien los hubiese colocado. Bien, a la vista no había marcas o golpes. Luego, observó despacio la habitación en la que se encontraban. JiHoon roncaba desde la única cama junto a un WonWoo al revés. La alfombra parecía tener polvillo y las paredes no estaban sucias pero ese viejo color azul desteñido era horrible para la reputación de la habitación. Sin televisor, un baño que esperaba que estuviera limpio y un cactus sobre el buró. Pintoresco. Los malditos vehículos no dejaban de circular y un olor a huevos fritos despertó a su estómago revuelto de alcohol. Tenía que saber en dónde se encontraban. Nada le parecía familiar o nativo de los lugares que frecuentaban. A muy pesar de su cuerpo que hormigueaba por la mala posición en la que durmió, caminó saltando a MingHao que estaba extrañamente durmiendo cerca de la puerta y la abrió. El golpe de luz lo cegó por un momento, fue un poco más allá de la acera cuando sus zapatos tocaron las piedrecitas del camino, cuando sus ojos se acostumbraron, casi se desmaya. Tocó y frotó sus ojos varias veces, había un maldito desierto frente a sus ojos. El olor al desayuno venía de la pequeña cafetería que estaba al fondo del complejo del motel del que había salido. Dos edificios en medio de la nada, una pequeña bomba para la gasolina y la carretera desgastada por el calor infernal que hacía esa mañana. El viento caliente hizo flamear su camisa a cuadros morada y amarilla, sus pies tropezaron cuando observó que una serpiente era la que cruzaba el camino. Esa cosa debía medir al menos dos metros y se dirigía a la pequeña porción de civilización en la que se encontraba. JeongHan casi tropezó con sus propios pies al querer retroceder con rapidez y salió corriendo cuando las piernas por fin le respondieron. Cerró la puerta, eufórico e histérico.

—¡Estamos jodidos!

Todo empezó en el día de la graduación de JeongHan. El mayor del grupo de siete amigos, estaba literalmente fuera de la escuela secundaria. Todos sus amigos, aún aquellos que se habían sumado ese año, fueron invitados al baile. Por él mismo. Porque resulta que todos los miembros del grupo no habían sido más que ignorados por todo el colegio y no habían conseguido pareja para asistir. Jeonghan, siendo uno de los chicos más populares de la escuela, sorpresivamente fue engañado por su pareja antes de que siquiera pudiese comprar el traje. Menudos idiotas, cobardes, no sabían lo que se perdían.

—¿Saben? Esto es una mierda... ¡Juro que compraré diez gatos y viviré solo por el resto de mi vida! —sus manos se elevaron a los cielos estrellados de la terraza, ahí donde JiHoon decía que iba a fumar como un chico cool pero, todos sabían que en realidad robaba una de las guitarras del salón de música y tocaba canciones de dramas para practicar. Él jamás olía a tabaco, solo al perfume del suavizante.

La música sonaba debajo de sus fríos traseros, el baile en su apogeo y toda una noche para las caras relucientes de los graduados que danzaban, los otros seis juzgaron el drama de Chan que, sorpresivamente esa noche, estaba pegando el grito en el cielo por la cruda realidad que les tocaba enfrentar. Un papel que le sacó a SeungKwan, un muchacho bonito y de sonrisa brillante que se encontraba increíblemente callado pero, con su rostro tan arrugado en muecas constantes de desagrado. A nadie le había ido bien con sus citas.

HIGHWAY TO LOVE  [Especial San Valentín]Where stories live. Discover now