II

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Dos días después.


JiHoon tomó su cabeza cuando la camarera de la cafetería le dejaba una gran taza de café sobre la mesa. JeongHan los había despertado eufórico, MingHao y él estaban con sus camisetas mojadas porque, al no querer hacer caso, WonWoo no tuvo mejor idea que llenar la botella vacía de tequila y mojarlos hasta que reaccionaran. Su aspecto era lamentable, SeungKwan tenía las ojeras de un panda, MingHao estaba completamente despeinado y trataba de arreglar su cabello en uno de los tantos servilleteros metálicos mientras que JeongHan no dejaba de lamentarse entre balbuceos y WonWoo, bueno... él fue a pedir más café con los pocos dólares que encontró en su bolsillo, eran un grupo de borrachos con hambre y desesperación . De fondo, una vieja canción country, el lugar desolado del que nunca habían escuchado y dudaban que apareciera en un mapa, los conductores y camioneros que llegaban allí eran de aspecto tan intimidante que descartaron la idea de pedir indicaciones o un aventón.

—Ciertamente... —dijo SeungKwan en sus ojos estaba el brillo especial antes de una rabieta. —¡No puedo creer que esos niños nos abandonaran en el medio de la nada solo por venganza!

Oh, claro, JiHoon se había olvidado del único teléfono que encontró en su bolsillo y contenía un video de la noche donde perdieron la conciencia. Samuel no se había perdido detalle de las vergonzosas actitudes que demostraron bajo el efecto de los excesos, hasta el mismo JeongHan había bailado en el escenario con las bailarinas y el estaba apostando fichas en la ruleta con un sombrero de cowboy enorme. MingHao estaba alienado con las máquinas traga monedas y SeungKwan era el que colocaba billetes en el cinturón de JeongHan, WonWoo estaba abrazado a una anciana con demasiado maquillaje mientras jugaba poker y no era para nada silencioso mientras pedía más tragos para todos en la mesa. Cuando todos se unieron a las bailarinas en el escenario sin vergüenza alguna, incluido él, Chan había aparecido en la escena, explicando lo que harían con ellos cuando la noche terminara.

Lo sentimos, pero juramos vengarnos de ustedes. Esperamos que puedan llegar para la boda.

Si algo se habían olvidado en todo este embrollo, era confiarse de los dos chicos que habían pasado su adolescencia mirando vídeos de bromas pesadas.

—Debemos volver... —lloriqueo MingHao. —Sólo tenemos cien dólares cada uno, no tenemos ropa limpia y mi estómago me está matando.

—Estamos a kilómetros de Las Vegas. —WonWoo llegó con una bandeja con más café y el desayuno, los primeros dólares en volar hacia sus estómagos. —El tipo del camión rojo dice que tenemos dos días hasta Santa Mónica y... cinco a la frontera.

—¡¿Qué?! —SeungKwan se dio la vuelta en su asiento y apuntó al tipo bigotudo con gorra que estaba del otro lado del lugar. —¡¿Cree que somos convictos?! ¿Quién se ha creído?

—Kwannie, cálmate. —MingHao lo tomó suavemente de la cintura para girarlo a la mesa porque no necesitaban más problemas y a pesar de que fuera cinturón negro, en ese estado lo tumbaría hasta una mosca. JeongHan miró a WonWoo, pensante.

—¿Tan mal aspecto tenemos?

—Creen que nos vestimos raro y me preguntó si alguno prestaba servicios de compañía. —WonWoo hizo una mueca con la boca, inconforme y JiHoon tuvo que ayudar a sostener a SeungKwan para que no se abalanzara contra el hombre.

—Solo necesitamos a alguien que nos lleve hasta el hotel, podemos tomar un avión a California fácilmente y allí llamaremos a los chicos para que nos reserven un vuelo.

JiHoon tenía razón, Chan y Samuel se habían llevado sus cosas del hotel para complicar un poco más las cosas. Solo les dejaron dinero en los bolsillos para gastar a conciencia y nada más que una fría venganza. El café comenzó a llenarse de viajantes, motociclistas, familias que se rehusaron a llevarlos porque iban con niños y más camioneros amenazantes. SeungKwan trató de cuidar su imagen, los arregló en el baño de la habitación con lo que pudo, se lavaron el rostro, la señora de la cafetería accedió prestarle la ropa que solía lavar a los viajantes que jamás volvieron. Estaban dispuestos salir de allí a como dé lugar y, demostrarles a esos niños que ellos también podían superar una broma. JeongHan negó con la cabeza enésima vez en esa mañana cuando todos lo enviaron a preguntarle al chófer de un bus si los podía ayudar. Al parecer, los tour de ancianos no eran sólo amabilidad y diversión. WonWoo miró por la ventana, había mucha gente en la playa de estacionamiento, alguien debería aceptar llevarlos y, a pesar de que los chicos habían advertido de que los motociclistas eran demasiado rudos para pedirles algo, él decidió largar por la borda la idea. Los que tenía en la mira no parecían tan intimidantes, o eso creyó. Estacionaron cercanos a la sombra, era un grupo de cinco motociclistas que llegaron por combustible, iban sin casco y sonreían entre sí. Iban en Harleys e Indianas clásicas, con alforjas de equipaje enrolladas en la parte trasera y detrás del faro de luz. Camperas de cuero un poco empolvadas, nada de chalecos sin mangas o tatuajes amenazantes y a pesar de que parecía que habían viajado mucho, no había lugar para el cabello largo o barbas largas. WonWoo se acercó a uno de ellos que se había separado del grupo para observar el motor. Caminó despacio, con el corazón latiendo con fuerza y sacudiéndose el polvo de los pantalones, sus amigos se habían dado cuenta detrás del vidrio y lo miraban expectantes, WonWoo dudó a medio camino, los otros motociclistas entraron entre bromas a los baños y obligó a sus pies para que avanzaran sin miedo. El hombre estaba sobre una de sus rodillas del otro lado de la motocicleta, llevaba una camiseta blanca y manga corta, sus manos jugaban con las piezas en el interior del chasis y el cabello castaño caía sobre su frente. A simple vista era bueno en lo que estuviera haciendo, sus jeans empolvados con la tierra blanca y sus botas relataban a WonWoo el largo viaje que esos hombres tenían sobre sus espaldas.

HIGHWAY TO LOVE  [Especial San Valentín]Where stories live. Discover now