Arianna comenzó a llorar con fuerza, sus lágrimas caían como un torrente. Después de un tiempo, logró calmarse y volvió a leer la carta de Matt. La frase que más la hirió resonaba en su mente:
"Si ahora surgiera algo que me impidiera continuar, me moriría de frustración. Sería un hombre muy amargado y odiaría ese algo con todas mis fuerzas".
Al sentir que las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, se las limpió con fuerza. La gravedad de la situación la abrumaba.
—Con el tiempo, Mathew me odiará si le cuento lo que me está sucediendo y tenga que dejar la especialidad. No puedo hacerle eso. Dios mío, ayúdame, no sé qué camino debo seguir ni qué decisión debo tomar— susurró, sintiéndose cada vez más perdida.
De repente, la ansiedad se apoderó de ella. Estar encerrada en esas cuatro paredes la estaba consumiendo. Tal vez salir a tomar aire fresco la ayudaría a aclarar su mente.
Al abrir la puerta de casa, escuchó la voz de Jonas llamándola.
—Buenas noches, Arianna. Me gustaría hablar contigo, si es posible.
Arianna se encogió de hombros, asintiendo. Prefería hablar con su vecino antes que quedarse sola con sus atormentadores pensamientos.
Jonas Mendoza era un hombre alto y robusto, de porte distinguido. A pesar de tener cuarenta años, parecía un poco mayor, desgastado por sus problemas de salud la cual Arianna conocía a través de su madre, aunque no sabía con exactitud lo qué padecía.
—Arianna, le diré a Nat que nos traiga algo de beber y nos sentaremos a hablar en el salón— dijo Jonas, y Arianna lo siguió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad.
Cuando llegaron al salón, Nat se acercó con unos refrescos, saludó a Arianna y luego se retiró, dejándolos a solas.
—Arianna—la llamó Jonas con una voz suave—, sabes que te amo, porque un día te lo confesé.
—Lo se, pero señor—respondió Arianna, sintiéndose incómoda—, usted sabe cuánto amo a mi novio. He prometido esperarlo el tiempo que sea necesario.
—¿Realmente crees que puedas hacerlo?—preguntó Jonas, su mirada llena de preocupación.
Arianna palideció y lo miró, herida por la insinuación de sus palabras. Jonas, al notar su reacción, tomó su mano con ternura y la acarició suavemente.
—Por la expresión de tu rostro sé que algo te ocurre. ¿Por qué no me cuentas qué está pasando?
—Si se lo digo, me despreciará—murmuró Arianna, sintiendo un nudo en el estómago.
—Nunca podría despreciarte. Te amo demasiado como para hacer eso. Lo único que deseo es ayudarte en lo que pueda. Sabes que estoy muy enfermo y me gustaría tener compañía en mis últimos años de vida. Si aceptas ser mi esposa, nada te faltará. No aspiro a sentir tu pasión, pero sí tu ternura y comprensión.
Arianna lo miró confundida.
—No entiendo... usted ha tenido muchas mujeres que lo han perseguido en todos estos años. ¿Por qué se fijó en mí? ¿Por qué me ofrece su apellido y su fortuna, sabiendo que nunca dejaría de amar a Matt?
—Nunca me casé porque no estuve lo suficientemente enamorado para hacerlo. Además, creía que las mujeres se acercaban a mí solo por interés. Pero el tiempo pasó, enferme y tú te hiciste mujer. Un día, me fijé en ti de otra manera y solo paso.
—Lo siento, pero no debió pensar así en mí. Sabe que amo a Matt y siempre que siempre le seré fiel—respondió Arianna, tratando de mantener su determinación.
—Lo sé, pero tu amor está lleno de renuncias y sacrificios. Ahora mismo, si lo llamas y le dices lo que te sucede, él dejará todo por venir a tu lado. ¿Qué lograrías con eso? Destruir sus aspiraciones. Sé que él te ama y es un buen chico, no te dejará afrontar sola un... embarazo. Porque estás esperando un hijo de él, ¿no es cierto?
Las palabras de Jonas resonaron en la mente de Arianna, dejándola en un mar de confusiones y desesperación.
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La Traición (En Edición)
RomanceMathew había trazado un camino claro hacia sus sueños, cada paso lleno de determinación y pasión. Con la mirada fija en su especialidad médica, su futuro brillaba ante él, como un horizonte lleno de promesas y oportunidades. Arianna, siempre a su la...