AUN TE AMO

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Kikio se dio cuenta muy tarde, esa espada tenía el nombre de Sesshomaru grabado en su filo, así mismo el demonio estaba hay con un claro objetivo acabar con el Lord del Oeste, aunque alguien quisiera evitar el ataque ya era demasiado tarde para que alguien matara al demonio.
Y sin embargo, Y para sorpresa de todos los que estaban hay, una persona también se había dado cuenta del ataque y pudo reaccionar a tiempo, protegiendo a Sesshomaru a costa de su propia vida. Dos gritos desgarradores se pudieron escuchar en el campo de batalla.

- NO! –gritó Seth girándose en ese momento.
- MAMÁ! –gritó Rei desesperada.

Sanzura observaba la escena estupefacta, sin saber que decir o que hacer; no podía creer lo que había pasado. Nadie se esperaba lo que acababa de suceder. Rin cayó de rodillas al suelo, frente a Sesshomaru, con una espada atravesando su cuerpo por atrás.
Sesshomaru aún estaba sorprendido,  no podía creer lo que veía, Rin lo había salvado, usando su propio cuerpo como escudo. Ella había protegido a Sesshomaru, a pesar de sus desplantes, de su molestia ella lo salvó y el tenía una duda marcada en sus ojos y sin notarlo sus pensamientos se hicieron palabras

- ¿Por qué? –dijo Sesshomaru sin despegar la mirada de Rin.
- Porque...aún te amo... –murmuró Rin, tan bajo que sólo él la escuchó, antes de desplomarse al suelo. El momentáneo silencio de estupor fue roto por otro grito desgarrador:
- ¡NOOOOO! –gritó Rei desesperada. Ella y su hermano, corrieron a una velocidad sobrehumana, hasta llegar junto a su madre. Rei de inmediato le buscó el pulso, la respiración, algún signo vital, pero nada, no había nada.
- ¡NO! ¡Mamá! –gritó Rei desesperándose aún más. Cuando alzó el rostro vieron que estaba bañada en lágrimas, y sus ojos, destellaban de un hermoso tono dorado.

Seth por su parte alzó la espada, lo que parecía un gruñido pareció surgir de su garganta en el momento que alzó su espada y sin medir palabra decapitó a aquel que se había atrevido a herir a su madre. Ambos hermanos, con los ojos dorados, empezaron a desprender un aura de gran poder que dejó a todos realmente sorprendidos.
Rei empezó a moverse a una velocidad aún mayor a la acostumbrada, esquivando enemigos y matando a diestra y siniestra; entre el movimiento, su cabello volaba, y se distinguía con mayor claridad el extraño símbolo que adornaba su frente. Además que sus uñas parecían haberse afilado, como delicadas garras, y su agilidad parecía haber mejorado.
Seth por su parte se arrancó la pañoleta de la cabeza, dejando libre su larga (para un chico) cabellera gris-plata, y un símbolo muy parecido al que lucía su hermana, en la frente. Sus músculos parecieron remarcarse en ese momento, y su fuerza y rapidez (ya bastante considerables) aumentaron aún más. Sesshomaru permaneció inmóvil, sus sospechas aumentando a cada momento, esos chicos tenían algo que Rin no le había dicho.

Los demás a su alrededor no entendían. Excepto Sanzura, quien entendía perfectamente lo que los símbolos en las frentes de esos chicos significaban.

Uno de los demonios-serpiente blandió un sable contra Rei, era muy rápido para que ella tuviera tiempo de sacar su propia espada. Y entonces ella hizo algo que sacó exclamaciones de casi todos los presentes. Juntando sus manos frente a sí en el último momento, detuvo el filo de la espada con las palmas.
Todos la miraban en silencio; el movimiento que acababa de hacer era muy temerario, difícil, casi imposible. Se requería mucha fuerza y precisión, cualquier error podía costarle al valiente un brazo o incluso la vida. Y ella parecía haberlo hecho con tal facilidad...
Y para acabar Rei hizo un movimiento duro, partiendo la espada, para luego patear al enemigo lejos. De pronto algo más sorprendió todos los presentes, y cambió su objeto de atención. Cuando Seth alzó su brazo y lo movió, el mismo movimiento de cuando su madre blandiera el látigo; y un látigo pareció surgir de sus dedos, un látigo que de un color verde y que al enredarse en los enemigos provocaba que la carne de éstos se pudriera, era como un rápido veneno.
Ese poder que sólo surgía de Seth cuando él se enfurecía, cuando perdía el control. La razón por la cual Rei siempre lo calmaba, ella era la única que podía. Y en ese momento Rei miró a Seth.

"Mamá dijo que no debíamos usar éstos poderes frente a otros, menos si éstos eran demonios, pues todo se sabría." Pensó Rei. Entonces volteó a ver a su madre inerte en el suelo. "Pero ahora ya nada de eso importa."

Y como si eso determinara la decisión más importante Rei dio un salto muy alto, y mientras descendía hizo un movimiento rápido y brusco. Sus uñas brillaron levemente, antes de salir disparadas de éstas lo que parecían agujas verdes, venenosas, que al contacto con cualquier cosa la derretían, corroían como un poderoso ácido. Éstos dos ataques parecieron terminar de aclarar las mentes de algunos de los presentes. Quienes apenas si podían creer lo que tenían frente a sí.
- No puede ser... –murmuró uno.
- Pero es la única explicación. –susurró otro.
- Entonces ellos no son humanos. –dedujo un tercero.
- Son demonios. –agregó uno más.
- Hijos de Sesshomaru. –sentenció Sanzura, y por alguna extraña razón, su voz no mostraba lástima o tristeza alguna.
- Los Príncipes del Oeste. –sentenció Jaken admirado.

En ese momento Rei y Seth quedaron lado a lado, con la guardia en alto, preparados para el siguiente movimiento.
- Ya se dieron cuenta. –dijo Rei en voz baja. Seth simplemente se encogió de hombros, le tenía sin cuidado.

Ambos hermanos se lanzaron de nuevo al ataque, una fuerza, agilidad, velocidad y sincronía tan perfectas, como no se habían visto jamás antes. Los enemigos fueron cayendo uno por uno, destazados por las espadas, o destruidos por los ataques.

El poder que esos dos tenían era tanto, que eran un peligro para todo el que los rodeaba. Seth, casi siempre molesto, podía perder el control fácilmente, y era por eso que su hermana Rei siempre estaba cerca para calmarlo, pues si no lo hacía Seth podía acabar destruyendo algo o peor...matando a alguien. Sin embargo ahora Rei no tenía ninguna intención de calmar a su hermano, ella misma había perdido el control, no dejaban de pelear, sólo una idea en su mente: venganza. Finalmente los hermanos volvieron a detener su ataque. Espadas alzadas, pensando cómo terminar la batalla de una buena vez.
Y fue en ese momento que Sesshomaru finalmente se movió. Acomodándose entre los dos hermanos desenvainó su espada: Tokijin y la alzó. Fue como si se pusieran de acuerdo en silencio, los tres al mismo tiempo, un movimiento en el aire, y el corte pareció liberar todo el poder guardado en las auras de los tres.

Los enemigos no tuvieron tiempo ni de parpadear, sus cuerpos parecieron disolverse entre la oleada de poder, desapareciendo para siempre, aunque no así su maldad.
- ¡Mamá! –volvió a gritar Rei. Corrió junto a su madre, ya más calmada, sus ojos habían vuelto a su tono oscuro, y su aura nuevamente parecía humana.

Y era que aunque habían sucedido tantas cosas, apenas hacía menos de cinco minutos que Rin había caído muerta por proteger a Sesshomaru. Hecho que había desatado el poder oculto de sus dos hijos, y revelado aquello que ella se había esforzado tanto por ocultar. Seth fue junto a su hermana, tratando de idear una solución, pero él no era el de las ideas, era Rei, y en ese momento estaba demasiado desesperada para pensar.

Lo único que se le ocurrió a Seth fue gritar, desquitar su coraje de alguna manera. Sesshomaru se acercó a los dos hermanos en silencio, aún tratando de ordenar sus pensamientos, demasiadas cosas habían sucedido en pocos instantes, cuando de pronto Seth se puso frente a él.

- No se atreva a dejar las cosas así. –le dijo Seth fríamente. Algunos de los presentes se sorprendieron. ¿Cómo podía un chico 'humano' hablarle así a Sesshomaru, como si lo estuviera amenazando? Pero a Seth poco le importaba lo que otros pensaran de él, él sólo quería recuperar la paz, ver a su hermana tranquila, y eso sólo sucedería si su mamá volvía.
Sin decir una palabra Sesshomaru pasó junto a Seth, apenas acercarse lo suficiente la Tenseiga (que aún entonces seguía amarrada a la cintura de Rin), salió de su funda y flotó a manos de su auténtico dueño. Sesshomaru la sintió latir, esa espada le estaba pidiendo lo mismo que su corazón.
Al verla ahí, muerta, Sesshomaru no pudo evitar recordar cómo la encontrara aquella vez, hacía veinticinco años, muerta en el bosque, cuando unos lobos la habían matado. Y ahora ella nuevamente había muerto, pero ésta vez la causa había sido él.
Las últimas palabras que Rin le dijera, justo antes de desplomarse al suelo sin vida, resonaron en la mente del Lord en ese momento:
-Porque...aún te amo...

Y entonces, sin pensarlo más, blandió la espada; y, por segunda vez, ésta trajo de vuelta el alma de una humana, de la humana que le había cambiado a él la vida.

MI AMOR... MI LORD... SESSHOMARUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora