Destino 4: La curiosidad mató al Ángel

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WILL

Will observó las estanterías.

Cada trozo de pared, de suelo a techo, estaba cubierto por estanterías llenas hasta el tope de diversos materiales de pintura, cuyos nombres Will desconocía, pero Nico, en cambio, examinaba con fascinación.

En cuanto entraron al local, el Nico abstraído y oscuro desapareció. Dejando en su lugar a un pequeño niñato en el cuerpo de un adolescente. Su cara era toda emoción.

Will quería hacerle una foto.

Se sumergieron en metros de pasillos serpenteantes. Óleos, caballetes, pinceles, pinturas, colores, gises y demás les daban la bienvenida en cada uno.

Al final, consiguió convencer a Nico de tomar un par de caballetes, lienzos y algunas pinturas.

-¿En serio vas a comprar todo eso?-

-¿Quieres algo más?- preguntó a su vez

-No!- respondió levantando la voz, solo un poco, llamando la atención de la joven detrás de la caja. Al darse cuenta de eso, agachó la cabeza, dejando que sus hebras oscuras cubrieran su rostro. -No tienes que comprarme nada.- susurro, está vez.

Will sonrió.

-Creo que necesitas algo más que hacer en casa que cocinar y lavar la ropa- bromeó despeinado sus cabellos.

Nico no dijo nada más. Cualquier probable respuesta o argumento, había muerto en su garganta.

Salieron cargando cada uno un par de bolsas. Llegaron al auto y depositaron todo con sumo cuidado en el portaequipajes.

-Vamos a comer a algún lugar- propuso Will, mirando a su acompañante, esperando su reacción.

Los ojos de Nico se abrieron, y Will pudo ver el terror en ellos.

El pobre aún tenía miedo, que estúpido había sido en proponerle algo así. Se dió un golpe mental.

-Comamos en casa- atino a decir, poniendo su mano sobre la palma que aún sostenía el estuche. -Lo siento Nico, sé que es difícil para ti-

Nico sacudió la cabeza.

-No... Yo... lo siento...- comenzó nervioso, sin despegar los ojos de sus manos, juntas- Po-podemos ir a comer...-

Ahora fue el turno de Will de negar con la cabeza.

-Vamos a casa- sentenció. Ya había sido un gran paso que aceptara acompañarlo a la tienda de arte. "Un paso a la vez" se recordó. - Podemos pasar por unas hamburguesas de McDonald's.-

La cara de Nico se iluminó y una tímida sonrisa hizo aparición en su rostro.

*-*-*

Will ya no estaba acostumbrado al silencio. Y le pareció estúpido darse cuenta.

Y aunque su compañero, autoimpuesto, de vivienda no era de muchas palabras el sonido de los trastes, incluso del agua corriendo en el lavaplatos llenaba esos silencios.

Ahora, mientras Nico se hallaba sumergido en sus pinturas, Will se sentía expuesto.

El silencio le traía recuerdos...

Y los recuerdos, dolor.

Decidió que, por respeto a sus propios fantasmas, leería un libro. El no era de ver TV, solamente que una serie lo atrapará de verdad o tuviera con quién verla...

Así que se sentó en el pequeño sillón de la sala y se sumergió en su lectura.

No supo exactamente cuando se quedó dormido, ni cuando despertó.

Solo entendió que no había avanzado más que unas cuantas páginas.

Su yo del pasado seguro le recriminaría tal aberración.

Miró por la ventana, el sol ya había caído hacia un tiempo y la luna, sonriente, ocupaba su lugar.

Se preguntó cuánto tiempo habría pasado desde que su compañero se había encerrado en su estudio.

Se aventuró al piso superior deseoso de darse un baño antes de meterse en la cama. Sin embargo, cuando se acercó, escuchó el inconfundible ruido de la ducha.

Seguramente Nico había tenido la misma idea.

Y Will no era un metiche, ni un chismoso. Pero sentía curiosidad. ¿Qué era aquello que había mantenido tan ocupado a Nico?

Antes de darse cuenta ya estaba en el estudio. Admirando de frente un cuadro que le robó el aliento.

Era un cuadro oscuro que no podría describir. Una ciudad, o algo que aparentaba serlo cubierta por la oscuridad. Un boceto en efecto desolador, si tú vista se quedaba en el centro del mismo. Pero justo, iluminando una esquina, la imagen de un ángel parecía hacer retroceder las sombras.

Pasó sus dedos por las alas doradas y se llenó los dedos de pintura.

Sus ojos se concentraron en la esquina, justo donde terminaba el halo de luz del ser místico.

Unas letras se encontraban garabateadas con una fina caligrafía: "di Angelo" podía leerse.

¿Qué estúpido Dios estaba jugando con su destino?

-¿Will?- una voz a sus espaldas lo hizo salir, abruptamente, de su hilo de pensamientos. -¿Qué haces?-

Se volvió encontrándose con Nico que lo miraba extrañado.

-Nico di Angelo-

Parte 2 de este maratón... Por llamarle de algún modo. Espero les esté gustando está historia.
Capítulo corto, pero ciertamente es importante.

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