🐳Capítulo 3🐳

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Tsunayoshi miró por la ventana y vio el mar extenderse hasta lo que los humanos llamaban "la raya que une al mar y al cielo"

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Tsunayoshi miró por la ventana y vio el mar extenderse hasta lo que los humanos llamaban "la raya que une al mar y al cielo". Se preguntó si eso era posible, nadie le dijo jamás que estando en el mar podías tocar el cielo y eso le causaba confusión.

Escuchó la puerta de su habitación ser abierta y volteó sonriente al pensar que era el príncipe que llenaba su corazón, pero no, solo era la sirvienta que traía la merienda.

—El príncipe me dijo que le trajera esto —la chica de largos cabellos rubios puso la charola en una mesita—. Dijo que le haría bien comer fruta fresca.

El castaño bajó la mirada y asintió.

Habían pasado dos días desde que había estado con Kyoya, aquella noche en la que se entregó al placer carnal que los humanos practicaban en su vida diaria para satisfacer su apetito sexual, por amor o solo por el simple hecho de sentirse relajados.

A Tsuna le preocupaba que después de aquello se formara una distancia entre el príncipe y él, no quería estar alejado, no quería que el contrario se alejara, pero no sabía como remediar aquello. Él no pensaba que el elixir le provocaría efectos secundarios y mucho menos pensó en la manera en que estos se aliviarian.

La chica salió de la habitación luego de recoger la ropa sucia y cerró la puerta.

El castaño se acercó con timidez a la mesita y vio que varias frutas extrañas estaban cortadas sobre un plato, agarró lo que los humanos llamaban tenedor y se llevó una fruta de color rojo a la boca.

"Wow, esto sabe delicioso" abrió los ojos y masticó sonriendo "Hay tantas cosas que aun no conozco de los humanos"

Siguió comiendo con lentitud y después de un rato acabó con todo lo que tenía el plato. Suspiró y miró al techo, quería salir a explorar el lugar y saber más cosas de los humanos, pero no sabía como salir.

Torció los labios y se dirigió a la puerta, la abrió lentamente y se asomó al pasillo y al no ver a nadie salió con pasos suaves para que no lo escucharan.

Caminó por los pasillos sin tener un rumbo fijo y al cabo de un rato supo que no sabía como regresar a su habitación.

Se había perdido.

—¿No sabes para que quiere verme? —el castaño escuchó la voz que más le gustaba y anduvo a paso veloz por el pasillo.

En una pequeña sala vio al príncipe sentado y mirando a un chico de cabellos rubios.

—Sabes que ese hombre siempre te llama para contratos y eso —el chico de cabellos rubios alzó los hombros y se sirvió una copa de vino—. Dijo que era urgente.

—Tch, tengo cosas más importantes que hacer —Kyoya alejó su vista y la posó casualmente en la entrada de la sala—. Tsunayoshi.

El castaño se sobresaltó y se sonrojó al ver la mirada fija del azabache sobre su persona.

Mermaid [1827] [KHR] [Premios KHR 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora