Ellos se empezaron a ver, casi todos los días de hecho. Cada recreo el iba a buscarla a su sala para pasar el tiempo juntos.
Ella nunca paraba de sentir mariposas en su estómago cada vez que estaba con el, y aquel sentimiento la hacia feliz.
Aquellos recreos eran los mejores para ella mientras que empezaba a desarrollar sentimientos por el, pero nunca se atrevería a decírselo por miedo al rechazo, al rechazo al que ya estaba acostumbrada.