Preámbulo

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Resulta raro volver a sentarse en el escritorio, frente al ordenador, después de tanto tiempo. En realidad no dejé de escribir nunca, pero hace unos años solo lo hago para mí misma. Desde entonces he escrito una serie de poemas que no me gustaría dejar en el olvido; firmarlos, sellarlos y hacer como si no hubieran existido nunca.

Hace un tiempo mi abuela me contó que, siendo jóvenes, mi abuelo y ella se cartearon durante muchos, muchos años. En esas cartas estaba toda su historia. Mi abuelo era escritor, y mi abuela artista. Ambos muy sensibles. Imaginaos lo que esas cartas tuvieron que ser. La cuestión es que, cuando se divorciaron, justo el año en que yo nací, mi abuela metió todas las cartas en un saco de tela y lo arrojó al mar. Lo que me contó fue que ahora se arrepentía enormemente.

Quizás he ido metiendo todos estos poemas inconscientemente en un saco de tela hasta que un día se los llevara el mar y no hubiera vuelta atrás. O quizás ha sido un proceso consciente, y todo lo que temía era volver a sentarme en este escritorio, frente al ordenador en el que ahora escribo.

En cualquier caso, la decisión está tomada. Ni el mar ni la memoria se van a llevar lo que yo he escrito. Y, ahora sí, no hay vuelta atrás.


Luna

Todo lo que no dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora