12.- Como una ola, Lady Marmalade, Eres un enfermo.

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- Antonio Orozco, Pablo López y Luis Fonsi - me tocaba jugar a mí, y por suerte, lo tenía bastante claro.

- Joder Cepeda, como se nota que para lo único que enciendes la tele es para ver "La voz" - comentó Roi.

Yo también era una seguidora fiel del programa. Solía verlo con los ojos cerrados durante las actuaciones, me gustaba fantasear con la idea de ser jurado y debatir conmigo misma si yo pulsaría el botón o no. Todavía me reconcomía no haberme presentado a los castings, la mudanza me tenía consumida y desaproveché la oportunidad. Aunque, ¿Quién sabe? Quizás ninguno se hubiera girado.

Volteé mis ojos hacia arriba como si tuviera que pensarme la respuesta y tras unos breves segundos comenté decidida - Mataría a Luis Fonsi. Seguro que canta despacito en la ducha, o peor, igual canta "Calypso" No podría soportarlo - las risas se hicieron presentes en el bar, estábamos al borde de que nos echaran por tanto escándalo - me casaría con Antonio Orozco. Un hombre que compuso canciones como "Ya lo sabes" y "Estoy Hecho de pedacitos de ti" Tiene que ser un partidazo - Luis sonrió - Y me tiraría a Pablo López. Ya sabemos todos lo pasional que es en el escenario, supongo que fuera de el ...

- Sabía decisión, yo creo que hubiese elegido lo mismo que tú - comentó sonriendo, a la vez que me interrumpía

¡Cepeda! - gritó el menor de los gallegos - si te cambias de acera ya sabes que yo estoy el primero en la lista, que este partidazo aún sigue soltero.

- Déjate de idioteces - sentenció - ¿A quién le toca ahora?

Seguimos jugando por un rato más mientras esperábamos que llegasen las tapas para saciar nuestra hambre voraz ya entrada la noche. Últimamente íbamos mucho a ese bar, servían un revuelto de champiñones que quitaba el hipo, y esa, ya era razón suficiente para repetir cada fin de semana. Hacía ya más de mes y medio que la casa de Ana dejó de ser el centro de operaciones, se encontraba alejada del centro y MAM - lo siento, no me sale llamarle Miguel - estaba ya harto de llegar y encontrarse la casa como una pocilga. Porque seamos sinceros, nadie se pone a recoger, ni a fregar los platos y vasos antes de salir de fiesta. La propuesta de quedar en La Latina, resultó la más lógica al vivir todos por la zona. Ana era la única que luego tenía que arreglárselas para ver como llegaba a casa, aunque no era raro que se quedara en casa de alguno de los gallegos, incluyendo la mía.

Roi se acercó sigilosamente a mí y dijo en mi oído - ¿Qué les pasa a estos dos, que están bebiendo como si no hubiera un mañana?

- Ni idea, si no lo sabes tú. Pero quizás podemos ir yendo al Karaoke, ya sabes que ahí cogen el micro y no lo sueltan. Que luego quiénes tienen que cargar con ellos somos nosotros, porque ya te adelanto que hoy Ana no se queda con Cepeda en casa.

- ¿Y que se queda en la tuya?

- No, Roi. En la tuya

-¿Qué?

- Hombre, bastante tengo con cargar con un señor de metro ochenta hasta mi portal, como para tener que llevar al otro lado a Miss Simpatía canaria.

Ana cuando bebía se ponía a hablar hasta con las farolas. Me acuerdo, hará dos fines de semana, cuando se quedó en mi casa aprovechando que Pablo estaba de viaje. Entre Cepeda y yo intentamos hacer una especie de muro agarrándola cada uno de un brazo para que no se distrajera con toda la gente con la que nos cruzábamos por el camino. Fallamos estrepitosamente. Saludó al pobre hombre que tiene que aguantar a todos los borrachos de Madrid mientras reparte los periódicos a primera hora en los kioscos. A la señora, que a saber por qué estaba paseando a su perro a las seis de la mañana de un domingo. Y por supuesto, saludó al perro. Menos mal que a esas horas no había ningún bebé por la calle, porque ahí ya sí la hubiéramos perdido.

Conmigo SuficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora