Capítulo [3]

25 5 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo único que pude ver fue el humo del escape y el rechinar de las llantas contra el pavimento. Me siento fatal, sé que los golpes quedaran morados y en los raspones me saldrán costras.

Pero ni modo me tocará aguantarme hasta que termine con lo que en un principio iba a hacer esta mañana, lo del cambio de horario del bar, pero es seguro que esto no quedara así.

Voy entrando por la puerta trasera del local y pienso en dónde estará metido mi jefe, lo conozco demasiado bien como para apostar que está dormido con una mujer de dudosa procedencia.

Llego  a los cuartos de servicio y tocó la puerta, al no obtener respuesta la empujó un poco ya que esta estaba abierta .

— ¿Hola?… Mark levanta tu trasero vengo por lo que te dije, lo del cambio de horario — todo está oscuro, luego de decir eso no obtengo respuesta alguna y me empiezo a desesperar, porque mi humor de por si no está de lo mejor  y para colmo me tocan los huevos, así a uno no puede.

— ¡Levántate ahora! —  grito y corro las cortinas para que entre un poco de luz natural iluminando así el pequeño cuarto.

— ¡Diablos no, por favor, la luz me quema! — dramatiza como siempre, parece un zombi en ese estado, me percato de la fémina a su lado removiendose y empezando a estirarse  perezosamente.  Se levanta completamente desnuda.

No es algo que me termine de acostumbrar,  aunque suceda muy a menudo no es de mi agrado, así que sólo me quedo viendo por la ventana mientras ella se comienza a vestir y luego de besar cortamente a Mark, se retira silenciosamente.

Cuando escucho la puerta cerrarse giro mi rostro hacia la cama donde aún se encuentra Mark, sus ojos me inspeccionan y no paso por alto su mirada entre asombro, angustia y  preocupación, pues él es como un hermano mayor para mi y me conoce muy bien.

— ¿Me podrías explicar por qué parece  que te pasó un automóvil encima? Y no me digas que es la moda ahora andar así de desastroso — entiendo su preocupación. Pienso contarle pues él es de suma confianza y el suceso no es “tan grave.

— Pues si te digo que eso fue casi exactamente lo que pasó, ¿cómo te quedarías? — lo dije con una sonrisa nerviosa y rascándome la nuca, pues es como un tic que tengo. Él solo me muestra una expresión en blanco.

— No juegues conmigo, porque de ser verdad dime en ese instante quien fue el hijo de puta e iré a partirle la cara — por su tono de voz se nota que está muy enojado. El me supera en edad como por ocho años,  es casi como un hermano y uno de los poco que me conoce realmente,  cuando tenía dieciséis años buscaba un empleo de medio tiempo y él me facilitó la búsqueda empleándome,  desde entonces nos hemos vuelto cercanos,  está persona tiene todo mi cariño y respeto.  Aunque a veces nos peleamos,  pero no quita el cariño fraternal que tenemos.

Save Me Of The Hell Donde viven las historias. Descúbrelo ahora