Sin lugar a dudas, hoy México se la partió. Independientemente de la mala racha en eliminatorias, de todas las críticas y los desencantos, debemos reconocer que el Tri dio un partidazo. Obvio, no es para desbordar un optimismo exagerado y sentirnos campeones del mundo, pero sí para analizar que México puede cuando lo decide (y aquí digo México no solo como selección de futbol sino como nación). La interrogante es ¿por qué no siempre se quiere?, ¿qué nos frena? ¿Será que debemos sentirnos sumamente presionados para actuar? En lo personal, creo que sí. No olvidemos que nuestro país, o mejor dicho, nosotros como país, hemos tenido actuaciones destacadas en momentos críticos en los que nos unimos sin respingar para ayudar al paisano. Ejemplos destacables serían el terremoto del 85, los huracanes Gilberto, Paulina y Wilma, las inundaciones de los últimos años, entre otros sucesos. No obstante, ¿por qué en la vida cotidiana, cuando no pasa nada, cuando parece que no somos vulnerables ni mortales, entre mexicanos (no todos, claro está) es más fácil mentarnos la madre que ayudarnos? Basta con mencionar que diariamente en diferentes calles del país se da una feria de gritos y claxonazos de carro a carro o de acelerones irracionales para que otro auto o, incluso, un peatón no pueda cruzar. Y qué decir de las envidias cuando alguien triunfa y de los obstáculos que se planean para hacerlo caer. Sí, parece que entre mexicanos es más fácil mentarnos la madre que ayudarnos. Solo cuando gana el Tri o algún atleta en Juegos Olímpicos la envidia no corroe; mejor aún, la unión y la fuerza se agigantan y de un día a otro todos somos hermanos. Es raro, somos raros, pero aún así me gusta ser mexicano.
En fin, no es mi intención entrar en un análisis social, sino resaltar los resultados que podemos obtener los mexicanos; en especial, los que mostró hoy la selección de futbol.
Para terminar, quiero decir que estoy seguro, pese a que muchos dicen lo contrario, que México jugará los octavos de final. Y también quiero reconocer el gran papel que hizo Memo Ochoa, a pesar de que se criticó (me incluyo) que lo alinearan a él y no a Jesús Corona.
Por hoy estoy tranquilo y satisfecho. ¡Qué viva México, carajo!