Capítulo 2

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Desde hace mucho tiempo no había que no había podido descansar tan cómodamente, las pesadillas me atormentan a diario, es el precio de un hexen-grimm. No es como que odie lo que soy, al contrario, es extraordinariamente extraño. Poseo algunas habilidades mágicas, y otras ventajas.

Solo Diana, por ser quien es, sabe lo que sucede conmigo. En aquellas pesadillas las bestias me persiguen y lo único que puedo hacer es huir, me siento impotente ante esas cosas y no encuentro valor para enfrentarlas. Algo irónico de acuerdo a mi naturaleza. Sin embargo esas bestias no son parecidas a cualquier Wesen que me haya encontrado, ni siquiera a cualquier animal que pueda existir en este mundo. Eso me aterroriza en la realidad.

Mi cómodo sueño es interrumpido por el balanceo de la camioneta en la que me encontraba. Por unos instantes mis sentidos no respondían, ni siquiera sabía de quiénes eran los rostros que veía frente mío. Al parecer había sido el último en despertar, todos se encontraban aquí: Diana, Freddy, Rosee y Reiner. La camioneta en la que me encontraba era de transporte de mercancía. Por lo que no era muy agradable.

-¿Por qué...?- fui interrumpido

-Nos llevaran a un lugar seguro - respondió Diana, no había duda de sus palabras. Si ella lo dice entonces es seguro.

-Bien, ¿cómo se encuentran? pregunté esperando lo que fuere.


Todos alzaron los hombros como respuesta

-Lo tomaré como un bien - me acomodé y me dispuse a descansar un poco más, sin embargo ya habíamos llegado a nuestro destino.

Abrieron las puertas para que saliéramos, afuera había por lo menos una docena de hombres armados. Voltee a ver a Diana, sólo respondió con una mueca.

Nos encaminaron a una mansión, la cual era bastante grande y lujosa, se apreciaba que era bastante costosa con tan sólo verla desde el exterior. En el techo se encontraban más personas armadas. Ninguno parecía ser Wesen, además de que portaban máscaras que les cubrían la mayor parte de su rostro.

Algo particularmente extraño era que estas máscaras tenían una apariencia animal.

Al entrar a la mansión, nos dirigieron inmediatamente a la planta superior.

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La oficina se hallaba en calma, varios hombres se hallaban en fila de pie frente al gran escritorio del consejero Cooper. Amelie se encontraba detrás de él apartada en la esquina, con una enorme venda cubriéndole la mayor parte de su cráneo. Le dolía bastante, pero aun así no podía dejar de estar manoseando aquella herida.

Cooper se hallaba callado, recargando su barbilla sobre sus brazos y observando detenidamente a cada uno de los supuestos responsables de la falta de seguridad de aquella mañana.

Aquellos tipos realmente se encontraban asustados. Los rumores que hablaban sobre la misericordia de aquel consejero no inspiraban nada de tranquilidad.

- Bien, ya que he escuchado cada una de sus confesiones y realizado una previa investigación. He tomado una decisión, que nos conviene a todos, de cierta manera...

Aquellos chicos trataron de sonreír, al parecer no todo estaba perdido. Sin embargo, pudo haber sido un error creer en sus palabras tan ligeramente y mostrarlo abiertamente.

- Y es: ustedes morirán. Claro, ¿qué caso tendría dejarlos vivos? Si han cometido un error, es claro que después volverán a hacerlo, y eso no me sirve a mí. Eso es todo. Amí, encárgate de éstos... - Cooper giró sobre su silla y salió de la oficina.

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⏰ Última actualización: May 01, 2020 ⏰

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