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El aterrizaje fue la cosa más difícil del mundo, pero en fin. Pude bajar y ahora me hallaba en camino por mi equipaje, un coche del departamento debería estar afuera esperándome. El clima era algo fresco y aún más de noche, mi estómago rugía con ganas por los nervios y el hambre, había comido en el avión pero nada como un plato de verdadera comida coreana. Me apresuré retirar mis cosas de la cinta transportadora, y al momento de avanzar en dirección a la puerta alguien me empujó con una fuerza tal que caí al suelo.

- ¡Qué ray... - dije y pensando que había sido alguien específico, ví que me equivoqué al ver un tumulto de gente con cámaras y flashes que podían dejar ciego al primero que se le ocurriera mirar, a seis hombres de negro alejándolos de quiénes se hallaban en el medio de éste círculo de hambrientos paparazzis y fans locas. Me puse de pie sacudiendo mi ropa mientras bufaba pensando en cuánta gente me habrá visto caer de esa manera.

Ignorando el escándalo que causaban en plena sala de aeropuerto tapé mi cabeza con la capucha, mi maleta en mano. Saqué mi teléfono donde había anotado la matrícula del vehículo, y lo hallé aparcado a unos metros de la puerta. Saludé gentilmente al chofer una vez cargó mis maletas y él me sonrió con amabilidad que casi pareció falsa al ver su cara de piedra durante el trayecto y el silencio en el interior del vehículo sólo era compensado por el locutor que hablaba en el stéreo.

- ¿Qué lugares me recomienda usted par...-

- Llegamos. - me interrumpió mientras descendía del coche. Eso fue muy descortés, bajé y me encontré con el hotel Myeongdong , alta como un rascacielos e imponente como un enorme gigante de cristal pulido y concreto gris. Mi boca se hallaba en el suelo, pues no había de éstos edificios donde yo vivía, ni pintados en una pared. - Que tenga una buena estadía en Corea, adiós. - se despidió y arrancando su auto se perdió entre las calles congestionadas del imponente Seúl.

Entré, retiré la llave de mi departamento, subí por el ascensor junto a una señora que me habló sobre la mala jardinería del lugar pero que la limpieza era muy buena, se retiró adentrándose al tercer pasillo. Su aspecto suspiraba dinero y de buena posición social, lo extraño fue que no se detuvo a observarme ni un segundo, por el rabillo del ojo aún menos.

Avancé por el pasillo del sexto piso Dejando las maletas a un lado y la puerta cerrada, me recosté en lo que sería mi nueva cama durante los próximos seis meses o el tiempo que mi madre había acordado para establecerme en Seúl.

No sabía en qué momento me había quedado dormida o qué fue el sueño que tuve pero tenía frío mucho frío, las banderolas estaban abiertas y corrí a cerrarlas apenas el viento helado entró.
El teléfono sonó sobre la mesita de luz y descubrí que también había olvidado llamar a mamá. Con todas esas luces y edificios alumbrando mi rostro no tenía la noción de absolutamente nada.
El reloj del otro lado de la cama marcaba las 4:04 am.

¿Sí?

¿Anna? Me tenías preocupada chiquilla ¿que pasó? No llamaste como acordamos.

Lo sé, lo siento mucho. Pero es que mamá... la ciudad es increíble y el jet lag me tumbó como un jugador de fútbol americano. - mi madre rió al otro lado de la línea.

La próxima vez...

No habrá próxima vez madre.

Muy bien, comunícame apenas consigas trabajo.

Está bien ¿es todo?

¿Cuál es el apuro niña? ¿Ya acaso no quieres hablarme?

Son las 4 de la mañana mamá, la gente duerme a ésta hora.

Deberías haber empezado por allí, cariño. Te quiero, llámame por favor.
Duerme y come bien, cuídate mucho.

Te quiero ma, adiós.

Colgué y revisé el teléfono una vez más viendo cada mensaje que mi madre había enviado con la esperanza de que su perezosa hija respondiese.
Subí mi maleta a la cama, haciendo un desastre apenas quise sacar mi pijama. El orden en esa maleta había acabado, saqué mi cepillo de dientes naranja que contrastaba horriblemente con el rosa de mi pijama.

Me metí bajo las sábanas de la gigantesca cama y olía a perfume lavanda, dispuesta a dormir hasta las nueve de la mañana, con quince minutos de antelación que utilizaría en el baño y qué haría con mi maquillaje y ropa.

Cerré mis ojos y caí en el sueño profundo de todos mis días pero con una diferencia, estaba en Seúl.

𝙆𝙤𝙧𝙚𝙖 𝘼𝙙𝙫𝙚𝙣𝙩𝙪𝙧𝙚𝙨 ↬ 𝙅.𝙅.𝙆. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora