Lo que sé de Lucas

1. Caso aparte

- ¿Y no te dijo nada?

- Qué va, en cuanto pasó a mi lado giró la cara fingiendo no verme.

- Cómo está el panorama, yo que tú no me molestaba en volver a hablar con esa.

- Vosotros haced lo que queráis pero yo a esa... me la tiraba.

- Joel, tú siempre pensando en lo mismo - le dijo Raúl poniéndole cara de circunstancia.

- ¿Qué no lo harías? Voy a preguntarle a los demás, verás. - Y se giró para dirigirse al resto del grupo que estaban sentados en el escalón de piedra del césped de enfrente

- Chavales, ¿a que os tirariais a Diana?

Hubo un pequeño silencio hasta que empezaron a sonar las carcajadas desde el otro lado. Viniendo de Joel ese tipo de comentarios no era nada nuevo. Laura fue la primera en atacar:

- ¿Por qué los tíos sois tan asquerosos?

- Y qué quieres que le haga, el único raro es Raúl que es un caso aparte. - Dijo a la vez que abrazaba amistosamente a su amigo.

- No Joel, aquí el caso aparte eres tú. - Contrarrestó María algo enojada.

Joel se había dado cuenta del cambio repentino de María y se acercó a ambas para disculparse:

- Esta bien, no volveré a soltar éstos comentarios si os molestan tanto. - Y acto seguido les dió un abrazo a cada una.

- Joel sabes que en el fondo te queremos aunque sea sólo un poquito. - Dije a la vez que me levantaba para ponerme de pie y estirar un poco las piernas.

Miré el reloj del móvil, las 2:17. Decidí que era hora de irme, además de que empezaba a estar ya un poco cansada. Con casi 19 años tampoco es que tuviera ya hora fija de volver a casa como cuando era más pequeña pero tampoco me hacía mucha gracia llegar a altas horas de la madrugada. Así que me despedí de todos antes de irme a casa:

- Chicos me voy. Paso de despedirme de vosotros así que chao. - Dije muy seriamente intentando contener una risita aunque no funcionaria porque me conocían demasiado bien.

- ¿Ah, sí? Pues no te volveré a hablar en la vida cómo a Diana. - Soltó Raúl e inmediatamente Joel le siguió el juego.

- ¿Pero con quién estás hablando Raúl, tú ves a alguien? - Dijo mientras se giraba hacia todos lados ignorando mi presencia.

María en seguida se levantó para darle un golpe en la cabeza a Joel.

- Hay gente que en su vida madurará. - Se acercó a mí para darme un fuerte abrazo a la vez que me decía - Ten cuidado y avisa cuando llegues a casa, ¿vale?

Al separarnos asentí con la cabeza y antes de darme la vuelta para salir del parque me despedí de todos con la mano. Se despidieron de mí efusivamente y me di la vuelta para continuar por el camino de granito hasta llegar al final del mismo donde empezaba ya la acera de la calle.

La calle estaba iluminada por la luz de las farolas y aunque había algunas que estaban fundidas o tapadas por los árboles plantados en la acera se podía ver bien el camino. Iba mirando el suelo para no tropezar, pues algunas raíces de los árboles habían levantado la acera y no quería acabar en el suelo.

Concentrada en mi tarea de no tropezar, de repente vi una sombra en el suelo que se movió con mucha rapidez, casi como una estrella fugaz, que apenas me dió tiempo a verla. Me di la vuelta para ver si conseguía ver qué había sido eso aunque pensé que quizá habría sido un pájaro pero me daba la sensación de que era más grande y que se había movido con mucha más rapidez.

Miré hacia las farolas y los árboles pero no vi nada. Quizá me lo habría imaginado debido al cansancio y al sueño, así que decidí no darle demasiada importancia y continuar por mi camino.

Entré en casa en silencio para no despertar a mi hermana y a mis padres que ya estaban acostados. Sin hacer ruido me dirigí a mi habitación y al pasar por la habitación de mi hermana me asomé un poco, la vi dormida y sonreí porque aunque nos llevábamos 9 años y a veces me sacaba de mis casillas, la quería muchísimo y era mi más fiel y leal amiga.

Al llegar a mi habitación cogí el móvil para avisar de que había llegado ya a casa. Me quité los zapatos y me desvestí para ponerme el pijama y meterme en la cama.

Aquella noche soñé con la sombra que había visto de camino a casa.