Ayer te vi escuchando mi música...

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Abres los ojos de repente. Desorientada. Confusa.

Para ti sólo ha pasado un momento. Para mí han sido veinte años. Más tiempo que la última vez.

Pero no importa. Eres una chica lista y no tardas ni medio segundo en darte cuenta de que te encuentras en lo alto de una litera, en el aposento que actualmente compartes. 

No recuerdas nada. Apenas tienes la vaga impresión de haber llorado. Y ya lo creo que lo has hecho. Lágrimas candentes como el fuego...

Desciendes por la pequeña escalera que sabes que un día terminará matándote si no pisas con cuidado.

En el baño refrescas tus pensamientos. Te sientes extraña. Sabes que deberías recordar algo. Pero no logras recordar el qué. Debe ser algo importante cuando una sensación extraña de desamparo cierra tu estómago.

Ahora no es momento de pensar en eso. Sales del excusado y continúas con tu vida.

Son las cinco de la tarde y te diriges a ese... minúsculo lugar al que los habitantes del Supramundo se empeñan en llamar Salón - comedor.

Allí se encuentra parte de tu familia reunida. Llegas justo a tiempo para ver como salen un momento y quedas a cargo del saco de pulgas que tienes como animal de compañía.

Supongo que si llegamos a un acuerdo, tal vez, en un futuro, me plantee la posibilidad de traerlo al castillo con nosotros.

Está en tus manos, mi dulce Susana...

- Vamos, bola de pelo, voy a ponerte un poco de pienso.

El inquieto perro corre tras su ama para recibir un platito de pienso que ambos saben, quedará postergado hasta la cena.

Con un poco de suerte, hasta mañana.

- Tienes suerte de que esta mañana has comido bastante. Si no, ahora mismo te comes el pienso como yo me llamo Susana.

Bordeas al perro y te diriges a tu habitación.

Abres el primer cajón del escritorio y sacas una revista que guardas celosamente.

La conseguiste por pura casualidad, y poco tiempo después encontraste otro ejemplar que iban a tirar a la basura.

Las guardas celosamente, como si de un tesoro preciado se tratase.

Te sientas a contemplarla con una tímida sonrisa enamorada.

La lees a escondidas porque no quieres que nadie descubra tu secreto y por eso todavía no te has atrevido a separar el artículo del resto de la revista.

Me encanta verte disfrutar admirando las fotos de la versión que fui en otro tiempo ahí, en el Supramundo...

Se abre la puerta y escondes la revista de nuevo en el cajón y te diriges a la entrada del piso...

El resto de la tarde no tiene mucho de especial.

Pasas tiempo con tu familia, algo de lo que se ve claramente te sientes afortunada.

Por fin llega la noche.
Mi momento preferido.

Tu expresión... dulce y tranquila. Es un remanso de paz. Salvo por pequeños intervalos en los que no puedes evitar fruncir el ceño.

No cambiarás nunca esa personalidad tan beligerante que tienes.

Ya lo iremos puliendo. No te preocupes.

Te arropo con cuidado y sonríes al sentir el calor de la manta.

Es la misma sonrisa que tenías cuando ayer te vi escuchando mi música mientras paseabas al saco de pulgas...

Escuchas mucho mis canciones. Algún día hablaremos sobre ello.

Quiero saber qué es exactamente lo que te atrae de mi música.

De momento me he contentado con verte paseando orgullosa por la Rambla de árboles mientras escuchas canciones que te prometen tus sueños.

Harás que el mundo arda, nena. Trabajo en la escena y puedo verlo en las revistas.

Puedo oír a la nación, a la nación gritar, harás que el mundo arda, nena.

También las hay que te hablan de un lugar mágico, con una Luna de cristal.

Se trata de un lugar especial donde ir cuando creas que la vida "No es justa", cuando quieras encontrar la verdad.

Estoy en el undergound. Allí encontrarás alguien verdadero, allí, en el undergound, una tierra serena, una Luna de cristal.

Pero ya es suficiente. Tu insulsa vida está a punto de cambiar....

SusanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora