Planes

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Llaman a la puerta de mi despacho

- ¿Si?

- Su Alteza, traigo el licor que ordenasteis

¡Por fin! Pensaba que iba a morirme de sed.

- Adelante

Con mucho sigilo, deja el servicio en una esquina de mi mesa.

- Ahora lárgate. Tengo mucho trabajo.

- Si, Majestad. Como ordeneis, su Majestad.

- Espera

No puedo levantar la vista de los papeles, así que hablo mientras trabajo

- ¿Cómo está mi esposa?

- Descansando, señor.

- ¿Está dormida?

- Creo que si, señor. ¿Debería comprobarlo?

- No. Puedes retirarte.

La Señora Druid se marcha.

Retomo el trabajo.

- ¿Tareas de gobierno?

Levanto la vista de los papeles.

La voz llega desde atrás

- Pensaba que ya no vendrías.

- Eso indica que tienes un mal concepto de mi.

Me levanto y ambos quedamos enfrentados

- ¿Acaso me equivoco?

- No, por supuesto que no. Soy peor de lo que parezco.

- Sentémonos.

Nos acomodamos en el sofá de terciopelo rojo.

Llevo el servicio a la pequeña mesa

- ¿Un licor?

- No, gracias. No bebo

- Lo dudo mucho

- Duda lo que quieras.

Doy un sorbo a la bebida. Su sabor es... reconciliador

- Bueno, vayamos al grano. ¿Has pensado algo?

- Si, he tenido mucho tiempo para reflexionar y considerar todas las posibilidades.

- ¿Y bien?

- Hemos de ir con cuidado. Si Susana llega a sospechar algo, todo se iría al garete.

Extraña expresión. Me gusta.

- Entonces no habrá de sospechar nada

- No. Lo más importante, su confianza ciega, ya está conseguida. Ahora hay que ir moldeándola al gusto. Poco a poco.

- No tengo toda la eternidad

- Si que la tienes. El problema es que ella no.

A veces olvido que es tan mortal como cualquier otro ser humano.

- Sin embargo, no nos hacen falta años para lograr esta empresa. Con unas semanas o meses bastará.

- ¿Tanto tiempo?

- Depende de lo receptiva que la mantengamos.

- De eso me encargo yo

- Si la mantuvieses receptiva, yo no estaría aquí.

- Estoy empezando a cansarme de tu insolencia

Sólo hay una persona en todo el universo que tiene permiso para decir lo que piensa sobre mi, y ahora mismo está dormida.

- No te olvides que gracias a mi puedes andar libremente por ahí. Si quiero puedo volver a encerrarte.

- Descuida, no me olvido. Sigamos con el tema.

- Te escucho

- Primera lección que ha de tener clara: Este es su hogar. Lo demás es entretenimiento.

- Ella sabe que este es su hogar

- Ella cree que esto es su cárcel.

- ¿Y qué importa? Lo primordial es que sepa que este es su sitio.

- Eso sería contraproducente. Hay que dejarlo claro, sin que parezca un amenaza.

- ¿Qué sugieres?

- Dejamelo a mi. Yo me encargo

- No, yo no te dejo nada. Quiero estar al tanto de los planes.

- Has de hablar con ella. Dejarle claro que esta será su casa para siempre. Yo me encargaré de reforzar el concepto.

- De acuerdo, pero déjame hacer a mi. Mantente al margen en la medida de lo posible. No quiero que te descubra.

- No lo hará. No te preocupes.

- Y quiero aclarar otra cosa: Susana es Mía y su seguridad es muy importante. Como algo o alguien le dañe un sólo pelo por culpa tuya, acabare contigo, ¿queda claro?

- Como el agua

- ¿Y queda claro que si en algún momento considero que esto ha llegado demasiado lejos o creo, por cualquier motivo, que puedes suponer algún peligro para ella, te hundiré cabeza abajo en el Pantano del Hedor Eterno?

- ¿Vamos a tardar mucho? Si Susana se despierta y nos ve hablando juntos, todo esto será en vano.

La señalo con el dedo ¿Quién se cree que es?

- No te permito que me des órdenes. Ni que me digas lo que debo hacer o no. No vuelvas a hacerlo

- Está bien, está bien. Tú eres el Rey. Entendido

- Mañana empezaremos a trabajar. Tal empresa supondrá un nuevo reto para mi. Y para el reino

- No te lo va a poner fácil.

- No quiero que lo haga. Dejaría de ser ella misma

Nos levantamos vamos hasta la puerta.

El Goblin que monta guardia en la puerta, abre la misma

- Es hora de retirarse. Hasta mañana

- Descansa, Frizz.

Y cierro la puerta tras ella

SusanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora