El Jareth del que yo me enamoré

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Entro en casa rápidamente. Me estaban siguiendo. Estoy segura. Me he llevado un susto de muerte.

Caigo en la cuenta de algo.

- No puede ser posible

Me pongo el pijama y voy hacia mi cuarto, a oscuras.

Cuando estoy justo enfrente de la cama, unos delgados pero fornidos brazos me rodean desde atrás.

Me habla al oído con voz sensual y seductora, besando cada palabra que se le viene a los labios.

- Te he echado de menos

Tira ligeramente del cordón del pequeño entramado de cordeles del adorno a la altura del pecho del pijama.

Pero mi cabeza se mantiene en otras cosas más importantes.

- No me gusta que vayas siempre tan recatada. Cuando estemos juntos, me gustaría que vistieses algo más... Provocativa

-¿Provocativa, para qué?

Me encanta fastidiarla. Seguro que tus mejillas empiezan a enrojecer en segundos.

- Para mi, hermosa

Las luces se encienden y ¡Estamos en la Alcoba de la Reina! ¡Otra vez en el Castillo!

¡¿Cómo demonios lo ha hecho?!

Bueno, eso ahora es lo de menos. Lo que importa es lo que me ha llamado.

- Eso tiene un nombre y yo no dedico a eso

- ¿Ah, no? Pues quiero que sepas que nunca te juzgaría por ello...

¡Ayyyy! ¡Yo lo mato!

Consigo que me suelte y lo encaro.

- ¡Me tienes hasta las narices con tus tonterías de machito! ¡Me tienes harta!

Rompo a reír. No puedo más. Es tan fácil enrrabietarte...

- ¡No tiene ninguna gracia! ¡Eres un machista asqueroso! ¡Y un secuestrador de pacotilla!

- ¡¿Secuestrador?! ¡Ah, si! Ahora recuerdo que para ti sigo siendo el malvado villano del cuento.

- Eres el asqueroso del cuento. Ni queriendo serías el villano de nada.

- Eso ya lo veremos. Te tomas mucha libertad a la hora de hablar conmigo.

- No me das miedo, Rey Goblin. Cualquier día despertaras y yo ya no estaré.

La encierro en mi abrazo.

- Entonces habré de evitar que eso ocurra.

¡Se va a acordar de lo que está haciendo!

De un puntapié consigo zafarme e ir en dirección a la puerta.

- ¡Ahh!

Me ha hecho daño. Pero ya no lo va a hacer más.

- ¡Muchacha inconsciente! ¡Voy a quitarte esa vena tan violenta que tienes!

- ¡Deja de llamarme muchacha! ¡Y no me amenaces!

- ¡¿Qué no te amenace?! ¡¿Cómo tienes el descaro de exigirme nada después de lo que ha hecho?!

- ¡He hecho lo que tenía que hacer! ¡¡Y NO ME ARREPIENTO!!

*Rascan la pared*

Un sonido lejano nos interrumpe.

Nos miramos

- ¿Qué es ese ruido?

- Parece venir de la pared

Nos acercamos a una pared siguiendo la linealidad del ruido.

- Está detrás de la puerta.

- ¿Qué puerta?

- La del excusado, por supuesto.

- ¿Aquí hay baño?

- En todos nuestros aposentos hay.

A veces tengo la impresión de que no ha recobrado sus recuerdos del todo.

¿¡Todo este tiempo he tenido mi propio baño en suite y he perdido el tiempo en ir al lavabo en el Supramundo?! Siempre me cuenta las cosas a medias.

- Abramos la puerta.

- Puede ser peligroso

- Si fuera peligroso ya habría echado la puerta abajo y nos habría atacado ¿no te parece?

Odio cuando tiene razón.

- Vale, a la de tres abrimos la puerta.

- Yo te cubriré.

- ¿No deberías ser tú quien se arriesgara por mí?

- No puedo permitirme sufrir daño alguno. Alguien tiene que dirigir a los goblins

Cobarde

Los goblins no pueden perder a su rey. Soy su guía. Sin mi están perdidos.

- Vale. Yo abriré a la de tres y tu me cubres.

- De acuerdo

- Uno...



























- Dos....
































- (A la vez) ¡¡Tres!!

Abro la puerta y un peso muerto cae sobre mis brazos.

Ambos empaliecemos de repente y exclamamos a la vez

- ¡Frizz!

SusanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora