ZOMBIES?

Chapter 2

-Te oí tratando de arrancar el coche- Dijo Kyle mientras entrabamos- por eso bajé. Era el primer signo de vida humana que había oído desde que un helicóptero voló por encima hace 6 días.

-¿6 días?- Pregunté, dando una rápida mirada alrededor en el salón en el que estábamos. Era normal,  muy campestre y todo eso. ¿Utilitario?, Rústico.
Daba igual la decoración se notaba que no era la casa de Kyle por la fotografías en las paredes, donde obviamente no estaba él.

Asintió, y me guío a la cocina.

-Toma asiento.

Cogí una de las sillas de la gran mesa frente a mí, mientras él empezaba a encender la estufa de leña.

-A veces pienso en las cosas mas estúpidas -Soltó de repente- como que haremos cuando se acaben las cerillas.

-Tendremos que aprender las viejas habilidades de nuevo -replique- o surtirnos de verdad.

-Ni siquiera se donde están las tiendas más cercanas aquí -dijo- pero esto es una granja. Hay suficientes suministros por ahora.

-Vengo de la cuidad -le dije- Sencillamente podía haber seguido moviéndome de casa en casa, pero había demasiados zombis.

-¿Has visto un zombi de cerca?

-He matado un zombi -Dije, sabiendo que sonaba como si estuviera fanfarroneando- Más de uno, de hecho- quiero decir, probablemente había matado a aquellos que quedaron bajo el coche cuando escapé.

Kyle soltó un pequeño silbido, poniendo una olla de agua en la estufa antes de venir y sentarse frente a mí.

Recordé lo que había dicho antes, y no pude creer que lo hubiera olvidado tan fácilmente.

-¿Dijiste que viste un helicóptero hace 6 días?

Asintió.

-Así que hay otra gente fuera aparte de nosotros.

-Probablemente no fuera, sí no debajo.

-¿Uh?

-Eran militares -dijo, como sí yo fuera estúpido por no pillarlo automáticamente- ya sabes que tienen todas esa locas instalaciones bajó tierra en caso de guerra nuclear o viral. Probablemente estén en ellas ahora, tratando de encontrar algún modo de matar a los zombis, y entonces mostrar sus culos amarillos de nuevo- Se alzó de un salto para ver si el agua estaba hirviendo.

-Cierto- dije, a falta de algo más que decir.

Derramó el agua en tazas, y las agitó.

-No tengo leche para ofrecerte.

Me había acostumbrado a tomar mi café solo.

-Esta bien.

Dejó la taza frente a mí y se volvió a sentar.

-Por supuesto, los ciudadanos particulares como nosotros, sencillamente son abandonados a su propia suerte -para defendernos nosotros mismos.

Bebí un sorbo de mí café.

-y estamos haciendo un trabajo terrible.

-No lo sé, creó que lo estoy haciendo bien.

Me encogí de hombros, después de todo ¿quién era yo para juzgar la forma de supervivencia de otro?. Estuve encerrado en mi casa hace días y ahora solo sigo adelante sin saber que me espera.