Dos años después.
- ¡Kim Jinyoung! - lo reprendí.
Se giró a verme. Tenía los ojos de su padre y mi pelo. Tenía su sonrisa y mi nariz. Era lo más hermoso que podía existir en este mundo. Sonrió mostrándome todos los dientes que tenía. Era tan pícaro, sabía cómo comprarme.
- ¿Qué te ha dicho mamá de hacerle cosas al gato? - le pregunte.
Tomé a nuestra pobre mascota, que otra vez estaba cambiada de color y la llevé a la habitación de al lado.
- ¿Papi? - me dijo buscándolo con la mirada.
-Ya debe estar por llegar - le dije.
Se puso de pie y comenzó a caminar hacia mí. Lo mire sin poder creerlo, estaba dando sus primeros pasos. Jinyoung tenía apenas 1 año y tres meses. Aún era muy chiquito, y ya hacía varias cosas que los demás bebes no podían hacer. Como por ejemplo mover cosas, cambiar de color al gato y jugar con su padre a hacerme enojar. Aun no puedo creer que ya hayan pasado dos años desde que mi vida cambió por completo. Que cambió por unas pocas palabras que dije una noche: 'Le vendo mi alma al diablo...' La puerta de casa se abrió.
- ¿Acaso estás pensando en venderme tu alma de nuevo? - me preguntó entrando.
Sonreí al verlo. Estaba llegando del trabajo, ¿Pueden creerlo? Decidió hacer lo que hacen los hombres normales. Trabajar y ganar dinero para la familia.
Jinyoung lo miró y sin pensarlo caminó hacia él.
- ¡Mira, está caminando preciosa! - Me dijo y cuando el pequeño estuvo cerca de él y lo alzó en brazos - Hola campeón.
- Es un bebé muy inteligente. Y ha cambiado de nuevo al gato - le dije recordando aquello.
Con nuestro hijo en brazos se acercó a mí y depositó un suave y delicado beso en mis labios.
- Sabes que no puede controlar sus poderes aún - dijo y lo dejó en suelo de nuevo.
- ¿Cómo te ha ido en el trabajo? - le pregunte y me acerque a abrazarlo. Coloque mi cabeza en su pecho.
- Como siempre. No me faltan ganas de hacerle algo al pesado de Mark
- Ya lo hablamos Yugy, nada de cosas malas en el trabajo. Ni en casa.
- ¡Pero es insoportable! - me alejé de él.
- Lo sé, tuve que soportarlo - le dije.
Se sentó en el sillón y me hizo una seña para que me sentara sobre sus piernas. Me senté sobre él y acomodé su cabello. Lo mire fijo a los ojos, y él fuego ardió en mí. Él sonrió de esa manera que tanto me gusta.
- Llame a Bam, para que viniera por Jinyoung - me dijo.
Como detesto que sepa en lo que estoy pensando. Gire la cabeza para ver a nuestro bebé. Jugaba entretenido con sus cosas, e intentaba hacer algo que yo no entendía.
- ¿Y para qué? - le pregunte haciéndome la tonta. Se acercó a mi oído.
- Para que tú y yo fabriquemos otro bebé. No creo que quieras que Jinyoung sea hijo único y no tenga con quien jugar - me susurró.
- ¿Y acaso le dijiste eso a tu hermano? - le pregunte divertida.
- Pues claro. Dijo que encantado vendría a buscarlo para que juntos hicieran el trabajo de el.
- Yugyeom, sabes que no me gusta que haga esas cosas.
- T/N, sabes que Jinyoung no es un bebé común. Y además Bambam dice que a las personas les gusta verlo antes de morir. Les da como una sensación se paz. Aunque no entiendo porque.
- Podrá ser el hijo del ser más temido del mundo. Pero te aseguró que él no tiene nada de tenebroso.
- Ya verás cuando crezca lo tenebroso que será - me dijo divertido.
La puerta sonó dos veces y mi cuñado entró por ella. Jinyoung lo miró y rió divertido para luego estirar sus brazos en petición de upa. Le encantaba ver a su tío. Yo no entendía muy bien el porqué. Bambam sonrió y lo alzó.
- ¿Cómo está el bebé más lindo del mundo? - le preguntó.
- Hola Bam - lo saludó Yugyeom.
- ¿Cómo estas hermanito? Hola T/N - me dijo y sonrió - Bueno este bebé y yo ya nos vamos porque creo que ustedes dos tienen varias cosas que hacer.
- Ya lo tienes claro hermanito - dijo Yugyeom. Lo golpeé levemente. Él rió.
- Si se pone irritado, tráelo Bam - le dije.
- Quédate tranquila, nosotros sabemos cómo divertirnos. Adiós - dijo y desapareció con él.
El silencio se hizo presente en la casa. Yo aún estaba sentada sobre sus piernas. Acaricie sus cabellos y luego bajé mi mano a su camisa. Desabroche los primeros cuatro botones.
- Ya no puedes aguantarte ¿Verdad? - me dijo.
- Solo te pongo un poco más cómodo - dije divertida.
- No te hagas cielo, si encanta que te haga el amor.
- ¿Y cómo no me va aencantar? Si por donde andas tú, va el fuego.