VII

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-I don't wanna be you... anymore.

Cuando Alba terminó de cantar estaba tan metida en la canción que se sobresaltó al escuchar a alguien aplaudiendo a su lado.

Giró la cabeza, ya que la cama de hospital no le permitía moverse mucho más. Y se encontró con un chico, más o menos de su edad, que le sonreía ampliamente mientras aplaudía.

El chico tenía el pelo castaño, ni muy corto ni tampoco largo, pero bastante desordenado. Vestía una camisa básica y unos vaqueros, y tenía los ojos de un color marrón claro bastante común, pero que, por algún motivo, le daban confianza.

-¿Te conozco?- preguntó la chica, algo aturdida.

-No, perdona, es que pasaba por aquí y me he quedado escuchando, tienes una voz preciosa.- dijo el chico, con sinceridad.

-Gracias, ¿conocías la canción?

-Sí, mi novia la canta mucho.

-¿En serio? Yo la conocí también por una novia que tuve.- contó la de Elche, que, por alguna razón, se sentía bastante cómoda hablando con el chico.- me llamo Alba, por cierto.

-Soy Marcos.- dijo dándole la mano y encogiéndose los hombros.

***

Cuando María puso un pié en aquel hospital por primera vez, no se esperaba encontrarse a su vieja amiga allí.

-¿Natalia?- dijo mientras se acercaba a la chica, que hizo cómo que no le veía.- Sé que sabes que estoy aquí, ¿te puedes dejar de gilipolleces y decirme qué haces tú aquí?

La de Pamplona suspiró y guardó el móvil en el bolsillo.

-Pues qué voy a hacer, he venido a ver a Joan.

-¿Cómo sabes que está aquí? No te habrá llamado Alba, ¿no?

-Sh, no, me ha llamado Miki, que es el único, a parte de Joan, con el que mantengo contacto.- explicó la chica, dejando a la otra perpleja.

-¿Hablas con Miki y Joan y no conmigo?- dijo la Madrileña, más alto de lo que pretendía.

-No pensé que ninguno quisiese hablar conmigo después de eso, la verdad, por eso me piré a Pamplona.

-Lo siento muchísimo Nat...

-No importa, está superado.- dijo la pelinegra, autoconvenciéndose a sí misma también.

***

Los siguientes días transcurrieron de manera muy diferente para cada uno de ellos.

Para Julia, Carlos y Miki, habían sido unos días muy lentos y dolorosos, pues Joan seguía igual, y por mucho que se turnasen para vigilarlo, estaban agotados.

Aunque es verdad que éste último se alegraba cuando podía pasar ratos con su mejor amiga, que no tenía planes de irse a Pamplona pronto.

Natalia estaba feliz, se sentía culpable por estar así cuando el motivo de su visita era Joan, pero no podía evitarlo.

No había pasado a ver a su amigo, pero tampoco quería cruzarse con Julia y el resto, así que se mostraba al lado de Miki cuando podía, dándole su apoyo, ya que no podía hacer nada más. Y además se alegraba muchísimo por haber recuperado su amistad con María.

Para Alba Reche también estaban siendo unos días buenos, dentro de lo que cabía. Era cierto que ella tampoco había visto a su amigo aún, pero no le habían dejado.

Marcos, su nuevo amigo, iba todos los días a verla, podían hablar durante horas, lo que era bueno, porque sus otros amigos no pasaban mucho a ver qué tal estaba.

Ella lo entendía, o eso pretendía, al fin y al cabo, lo suyo sólo había sido un susto, y Joan estaba fatal.

Si que era cierto que Miki pasaba todas las tardes a verla, al menos hasta que se terminó su estancia en aquel hospital.

Ambas chicas estaban tan bien que casi ni pensaban en la otra, aunque, como siempre, se tenían presentes en lo más profundo de su mente.

El día que Natalia por fin se armó de valor para ir a ver a su amigo, fue clave para la vida de éste, pero eso ella no lo sabía.

-Le puedes hablar, yo creo que no nos escucha, pero Julia siempre le habla, le ayuda con la ansiedad, así que...- le explicaba su mejor amigo.

-Miki... Estoy nerviosa, ¿seguro que no va a venir nadie?

-Seguro, tienes que estar tranquila, ¿quieres que entre contigo o vas sola?

-Voy sola.

Cuando llegó a la puerta de aquella habitación, tomó aire un par de veces, antes de entrar.

Y al verlo allí, lleno de cables, no pudo reprimir el torrente de lágrimas que empezó a caer de sus ojos.

Y es que no se creía que esas cosas le pasasen a gente como él.

Joan era, sin lugar a dudas, la mejor persona que había conocido nunca, y le parecía surrealista lo que le había pasado.

-Hola, siento no haber venido antes, ya sabes que soy una cobarde para estas cosas.- empezó a hablarle a su amigo, aún sin saber, tal y como había dicho Miki, si éste le escuchaba o no.

Se sentó en la silla a su lado, y observó la habitación detenidamente.
Habían fotos colocadas en las paredes, de Joan, de Joan con toda la gente que quería, feliz, vivo. Y en una pequeña mesa al lado de la cama, una en concreto le llamó la atención.

Se trataba de una de las miles de fotos que se habían hecho Joan, Alba, Miki y ella, cuando quedaban para "citas dobles" como las llamaba Miki, siendo que solamente la rubia y ella eran pareja, pero les hacía gracia llamarlo así.

Tomó aire y empezó a hablar de nuevo. Le contó cómo había ido su vida últimamente, Joan era el único, a parte de Miki, con el que mantenía el contacto, pero aún así habían cosas que quería contarle, le habló de sus sentimientos, como siempre que hacía cuando él estaba despierto, pero sin obtener respuesta de su parte, cosa que se le hizo muy dura, pero no le frenó.

-Te echo tanto de menos...- dijo secándose las lágrimas con una mano, ya que la otra estaba entrelazada con la del chico.

En ese momento, él le apretó la mano.

*Espero que os haya gustado.✨

stars -Albalia-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora