—Es tarde —anunció Frederick mirando su reloj.
Sí. Era tarde. Le sorprendió verse sumido en unos preparativos de una boda que no sería la suya. No entendía cómo se le fue el tiempo en algo tan simple e insignificante. No lo entendía y lo enojaba. Lo enojaba porque ya no podría devolverse a Corea ese mismo día, y lo peor era que debía quedarse hasta la realización de la boda. También observó su reloj. —Tienes razón. Es muy tarde. Te acompaño.
—No será necesario. Traje chofer.
—Bien. Entonces aquí tienes mi número por si se presenta algo.
—Listo. Nos vemos pasado mañana. Todavía debo organizar mi viaje a Canadá.
—Bien. Y espero que todo te salga bien.
—Gracias —dijo dándole la mano—. Es una lástima que no seas tú mi yerno.
Él hizo un asentimiento de cabeza.
Sólo había transcurrido cuarenta minutos cuando su celular lo sobresaltó. —Diga —contestó frustrado al darse cuenta de quién lo llamaba. Caminó hasta la ventana de su suite. Metió una mano al bolsillo y observó la ciudad desde las alturas mientras esperaba que le dijera lo que tenía que decirle.
—Soy Frederick Dyer. Te encuentro en el Hospital Bonadona. Se encuentra cerca de donde te estás alojando. Atacaron la mansión y mi ama de llaves y tu guardaespaldas están heridos.
Kwan contuvo la respiración. Se giró para mirar la puerta con el celular aún en oreja. —Josh —susurró. Luego el celular se le resbaló de las manos cayendo al suelo. Corrió hasta ésta. Salió. Tomó un taxi y se dirigió con premura al hospital que le había dicho Frederick.
Al llegar se encontró con Frederick preguntando por la salud de su ama de llaves. Él aprovechó y también preguntó por su hermano.
—Están en las habitaciones cuatrocientos setenta y dos y setenta y seis —la voz amable de la enfermera les informó.
Ambos llegaron a las habitaciones correspondiente y entraron.
—Josh, ¿qué sucedió? —se acercó alarmado Kwan a la camilla de su hermano. Él ya se estaba sentando.
Josh levantó la vista hasta y lo vio preocupado. —Entró un tipo a la mansión e iba por Malena. Afortunadamente las alarmas silenciosas se dispararon y la policía llegó a tiempo.
—¿A tiempo? —bufó—. Pero si tanto el ama de llaves como tú están heridos.
—Sí. Pero de no haber llegado estaríamos todos muertos. El tipo venía con varios amigos.
—¿Y lograron atraparlos?
—Sí. A todos. Mañana hay que ir a declarar y a que Frederick haga reconocimiento del hombre en cuestión.
—¿Reconocimiento?
—Sí. Al parecer lo han estado buscando desde hace seis años.
Desde que les hizo el primer atentado. Se presume que es el autor de todos los atentados que han tenido. Se cree que es por una obsesión con la hija de Frederick.—Malena —afirmó Kwan.
—Malena —confirmó Josh.
—¿Estarás bien si me voy?
—No te preocupes. Estaré bien. Sólo fue una herida superficial.
—Bien. Cuídate y no me des este tipo de sustos —se despidió y se dirigió a la puerta.
—¿Kwan? —le preguntó haciendo que detuviera la mano en el pomo de la puerta—. ¿Te presentarás el día de la boda?
—Es una obligación. Y llegaré a tiempo.
Frederick salía al tiempo que Kwan de la habitación donde se encontraba su ama de llaves. —¿Cómo sigue? —preguntó señalando la puerta con la cabeza.
—Está fuera de peligro. Mi hija está con ella. Dentro de poco saldrá y podrás conocerla.
—Lamento no poder conocerla ahora. Tengo que regresar a Corea para arreglar unos papeles importantes. Ya llamé a mi piloto para que me espere en el aeropuerto.
—Está bien. Será entonces el día de su boda.
—Será —se despidió y se fue.
Al día siguiente fueron temprano a la inspección de policía a hacer sus respectivas declaraciones y entablar la denuncia contra su agresor. Cuando regresaron a la mansión. Ya el equipo de limpieza que había contratado Frederick había vuelto todo a la normalidad. Y minutos después llegó Maximiliano preocupado por lo sucedido. Se fue a verlos en cuanto se enteró. El día lo pasaron, la mitad dentro de la mansión. La otra mitad...
—Bueno. Dejemos el miedo atrás y salgamos. Hoy quiero enseñarte el paracaidismo.
—Eso puede ser peligroso.
—No si va acompañada.
Malena dio un salto de donde estaba sentada con emoción. —¿Qué estamos esperando?
—Malena... —advirtió Josh.
—¡Vamos Josh! No seas gallina —lo molestó Malena.
—No soy gallina. Sólo soy precavido —se defendió.
—Sí. Lo que digas —se burló Max—. Mejor mueve tu trasero y vamos.
Josh gruñó, pero terminó cediendo.
****
—Bueno. A partir de mañana en la tarde serás Malena Sandoval —dijo Josh después de haber llegado tarde a la mansión. Suspiró.
—Sí. Así es —su voz se escuchó nostálgica mientras subían las escaleras a sus habitaciones.
—¿Te pasa algo? —preguntó preocupado Josh colocándole una mano en el hombro y deteniéndola en la puerta de su habitación.
—No es nada —se zafó de su agarre entrando a su habitación—. Nos vemos mañana —dijo antes de cerrar la puerta.
En la mañana siguiente, Josh se acercó por detrás de ella y sopló en su oído. Ella había estado tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que él estaba cerca. —Hola. ¿Por qué tan lejos? —preguntó con preocupación.
Ella se volteó y sus ojos veían a la nada de un punto fijo. —Te has convertido en un gran amigo.
—Gracias por confiar en mí.
—Sí. Y por eso quería que supieras el porqué de mi tristeza ayer.
—Y la de hoy también.
Ella sonrió quedamente. —Yo sufrí un aborto hace seis años. Y hoy es el aniversario de la muerte de mi hijo —estiró su mano y él la estrechó—. Quiero que me lleves al cementerio. Se le hizo una tumba simbólica por la dificultad de viajar a Muzo debido a mi condición y necesito visitarlo.
—Bien. Entonces, vamos.
Entraron al cementerio y él caminaba detrás de ella. Malena recorría los pasillos como si realmente viera.
Era increíble ver cómo funcionaban esas pulseras.
La siguió hasta un pequeño mausoleo que tenía un querubín sosteniendo un arpa en una mano y un libro en la otra que decía: "Shin Dyer. Hijo amado, jamás nacido". Josh sintió que se le cortaba la respiración.
ESTÁS LEYENDO
Aunque no te pueda ver
Short Story[Completa] Ella lo ha estado esperando desde hace tiempo y ha sufrido un accidente de consecuencias irreversibles. Él por fin llegó por ella y piensa que lo ha olvidado. No lo reconoce. Lo que él no sabe es que ella no lo puede ver. ===============...