CAPÍTULO 3

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Malena estaba en el jardín de su casa leyendo un libro cuando un sonido la alertó haciéndola detener la lectura. -¿Eres el nuevo guardaespaldas que contrató mi padre? -preguntó sin girarse.

-Así es, pero ¿cómo supiste que estaba aquí?

Ella se encogió de hombros. -Tengo buen oído. Soy Malena Dyer -le dijo extendiendo su mano.

Él tomó su mano. -Me llamo Josh Müller.

-Entonces, ¿mi padre te contrato para que me mantuvieras vigilada?

-No, en realidad me contrató para protegerte -dijo sentandose enfrente de ella y estirando sus pies mientras cruzaba sus brazos sobre el pecho.

Ella se levantó e intentó caminar hacia un lado pero tropezó con sus pies y cayó al suelo.

-¡Cielos! Lo lamento.

-Tranquilo la culpa fue mía. No te vi -rió.

Él frunció el ceño. -¿Cómo, si estoy delante de ti?

-Será porque soy ciega -dijo con sarcasmo y diversión-. ¿Acaso mi padre no te lo dijo?

-Por lo visto no -dijo sorprendido.

Ella soltó una carcajada. -Ya, perdónalo por favor -dijo entre risas-. Él sólo lo hace para que la gente no sienta lástima de mí -profirió más tranquila.

-Bueno -anunció saliendo de su asombro-. Yo no pienso tratarte con especialidad. Por lo que veo te sabes valer por ti misma. Quiero más bien ser tu amigo.

Ella bufó. -Al menos mis oídos están tan desarrollados como para saber cuándo alguien suena sincero. Sin embargo, tu voz se oye muy neutral.

-Lo lamento -espetó en un intento de disculpa-. Sólo trato de ser lo más profesional posible.

Ella sonrió. -Si quieres ser mi amigo deberás ser tú mismo.

-¿Estás segura? Soy conocido por ser un conquistador. Dime, ¿acaso quieres que flirtee contigo?

Ella se sonrojó. -Eso será en tus sueños -ambos rieron.

Entraron en la cocina de la mansión, amueblada modernamente. Gabriela, el ama de llaves, estaba preparando el almuerzo cuando ellos entraron. -¿Qué tal la entrevista? -preguntó sin apartar la mirada de la tarta que preparaba para el postre.

-Ha pasado la prueba Gaby.

-Qué bien. Ya era hora. Me preocupaba que ya no pudieras salir por los incompetentes esos que vendieron su trabajo -miró a Josh y le guiñó un ojo-. Bienvenido al equipo.

-Gracias... ¿puedo llamarla Gaby?

-Claro. Sepa que Malena es nuestra esmeralda más adorada.

-Lo tendré en cuenta y le aseguro que cumpliré a cabalidad mi trabajo.

-En ese caso es mejor que empiece desde ya. El señor Frederick los espera en su despacho.

-Gracias Gaby. Ven sígueme -dijo Malena mientras giraba y salía por la puerta que daba a la sala.

Josh la observó. Era alta, como uno setenta. Tenía la piel bronceada. Los ojos y el cabello castaño. De nariz pequeña y labios rosados. Y se conocía la casa como la palma de su mano.

-¿Te desempeñas igual afuera que dentro de tu casa? -no pudo abstenerse de preguntar.

-Sí -hizo una pausa-. Sé que se oye raro, pero me ayudo con las pulseras sunu band. Tienen el mecanismo de ecolocalización. El mismo que utilizan los murciélagos.

Aunque no te pueda verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora