CAPÍTULO 9

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Hola mis lectores...
Lamento informar que estos son los últimos capítulos, pues es una historia corta.
Espero disfruten de este capítulo que escribí para ustedes.


Dio un traspié. Casi cae. No podía ser. Su hermano estaba buscando a la mujer que él cuidaba y que ahora se casaría con otro. Debía comprobar que era ella. Qué era la misma mujer de la que Kwan le había hablado.

—¿Qué... sucedió? —preguntó colocándole una mano en el hombro.

Ella giró su cabeza hacia el hombro en el que Josh colocó su mano. —Hace seis años mi padre recibió una amenaza y me envió a Muzo. Cuando aterrizamos allá, se estaba formado una tormenta eléctrica. Uno de los rayos cayó enfrente del campero en el que íbamos y lo lanzó lejos, sentí que la luz del rayo quemó mis ojos y luego un golpe en el vientre. Todo pasó muy rápido, y cuando desperté... lo hice en la camilla de un hospital. Entonces, supe que iba a ser un varoncito. Lloré. Me sentí sola. Mi padre intentaba consolarme, pero yo lo sólo lo culpaba...

—¿Y... el padre del niño? —la interrumpió.

—Dijo que volvería por mí y me llevaría con él a Corea —se rió sin ganas—. Nunca lo hizo. Tenía diecisiete cuando me entregué a él. Fue una sola noche y fue en su limosina mientras me llevaba a casa, después de defenderme de un bastardo que quería abusar de mí. Era como si nuestros ojos hubieran hecho flash. Supongo que quizá si llegó pero ya nos habíamos mudado.

—¿Supieron quién les hizo el atentado?

—Sí. Jonathan Bair, el bastardo del que me defendió, él, ese día. Quería vengarse por la humillación que le hizo pasar.

—¿Lo atraparon?

—Sí, pero como te habrás dado cuenta, escapó y quiso terminar con lo que empezó hace seis años.

Él se quedó en silencio un rato. —¿Y si supieras donde encontrarlo...? Al padre del niño, digo.

—Ya es tarde. Ya lo superé. Además, hoy me caso con un hombre que ama a otro hombre.

De pronto se quedó en silencio y él no supo si decirle que el hombre que amó y que esperó no era más que su hermano Kwan.

—¡Lo tengo!

El grito de Malena lo devolvió de golpe a la realidad. —¿Qué es lo que tienes?

Ella se giró a él con la mirada perdida y sonriendo. —Ven es hora de irnos —dijo agarrando su mano y halándolo—. Por cierto —gritó sobre su hombro mientras corría—. Gracias por traerme.

—No hay de qué. ¿Pero qué piensas hacer?

—Hablar con Max. Ve marcándole.

Lo haría, sí. Y también le llamaría a su hermano y le diría de Malena...

***

—¿Kwan?

Josh, ¿Cómo sigues?

—Bien. Kwan ¿A qué hora estás llegando a Colombia?

En la tarde. Llegaré justo a tiempo para que el sacerdote diga "los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia" —se burló.

—Déjate de bromas que lo que voy a decir es serio.

—¡Oh! Desde cuando mi hermanito se ha vuelto tan serio. Pensé que ese era el trabajo de Hyun ya que es el CEO que he estado preparando para ya dedicarme a lo mío que es la creación de joyas.

—Desde que encontré a la mujer de tu vida —hubo un largo silencio en la línea.

—¿Eottoege malhabnikka? No puede ser posible. El investigador que contraté en todos estos años no ha podido dar con ella. ¿Cómo es posible que tú la hayas encontrado?

—Llámalo casualidad o destino. Pero si no viajas directamente a Argentina la perderás. Y esta vez para siempre.

—¿Qué...

—Escúchame —interrumpió Josh—. No sé lo pretende. Pero llamó a su prometido y ahora la espera en el aeropuerto. Estoy esperando a que salga para conducirla hasta ahí.

—¿A qué parte de Argentina? ¿Y cómo supiste que era ella?

—Aún no lo sé. Cuando lo sepa te llamaré inmediatamente.

Espera —dijo intuyendo que colgaría—. ¿Cómo supiste que era ella?

—Esta mañana la acompañé al cementerio a visitar la tumba de su hijo. Lo perdió en un accidente. Le pregunté...

—¿Estuvo embarazada?

—¿Quieres dejarme terminar? Bien —dijo al escuchar un sonido de asentimiento del otro lado de teléfono—. Le pedí que me contará lo sucedido —continuó—. Y até cabos. Es ella. Estoy completamente seguro. El nombre del niño fue lo que despertó mi sospecha.

—¿Y cómo se llamaba el niño? —preguntó con el corazón hecho un puño.

—Shin Dyer —oyó cómo su hermano contenía la respiración—. Y Kwan... Ella dice que ya te superó.

****

Era ella. Estaba seguro. Lo único que pudo decirle de su nombre fue su apellido. ¿Cómo era posible que Josh la hubiera encontrado? ¿Cómo es posible que sea la misma mujer que Josh protegía? La hija del socio de su padre.

No podía salir de su asombro. Aún sostenía el celular en la oreja.

Había estado embarazada de su hijo y lo había perdido en un accidente. Se maldijo a sí mismo. Ahora se dirigía a Argentina con su prometido. ¿Prometido? No. Eso no podía ser.

De pronto el celular se le resbaló y cayó al suelo desarmándose. —¡Agma! —espetó saliendo de golpe de sus pensamientos. Recogió el celular y lo rearmó. Debía llegar al aeropuerto y partir lo más pronto posible para Argentina. Pero antes debía avisar a Hyun que se quedara al frente de la empresa mientras regresaba.

***

Hyun levantó la cabeza abruptamente de su portátil al abrirse la puerta de su oficina de repente. —¿Sucede algo, hermano mayor?

—Hermano menor. Necesito que te encargues de la empresa —Hyun lo miró asombrado—. Debo salir urgente para Argentina. Y no sé cuánto tiempo me demore en regresar.

—Pero Kwan. No estoy preparado para ponerme al frente de la empresa y menos con la negociación que tenemos entre manos —objetó Hyun desesperado—. Sabes que ese negocio es vital para nuestro grupo empresarial.

Kwan lo miró a los ojos. Luego se acercó a él. —Hyun. Siempre supe que tú eras el mejor para el puesto de CEO —dijo tranquilo mientras caminaba hasta la ventana y metía las manos a los bolsillos mirando la ciudad bajo sus pies—. A mí nunca me gustó estar encerrado entre cuatro paredes dirigiendo. Siempre me gustó viajar. Ver nuevos modelos para emplear en nuestros diseños.

Hyun se levantó de su silla y se acercó a él. —Pero, ¿y la negociación que tenemos pendiente?

Kwan se giró a él y le puso una mano en el hombro. —Lo harás excelente. Estoy seguro.

—¿Por qué es tan importante ir a Argentina?

—Por la mujer del pub de Cartagena.

—¿La encontraste?

—No. Josh lo hizo. No sé cómo, pero lo hizo. Y si no llego a tiempo la perderé.

—Entonces —dijo Hyun colocando una mano encima de la suya—. Haré lo mejor posible. Daré lo mejor de mí. Sabes que te apoyo.

Los dos hombres se miraron y luego se abrazaron.

—Ahora, ve por ella tigre —le dijo Hyun dándole un empujoncito hacia la puerta—. Y has lo posible por recuperarla porque deseo conocer a la mujer que le robó el corazón a mi hermano mayor.

Kwan sonrió, asintió y salió a toda prisa para el aeropuerto.

Espero les haya gustado.
NEL: Nos estamos leyendo.

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