Trataba de mirarme al espejo, ese único que no había destruido a golpes. Uno detrás de la puerta del baño, inocuo y desapercibido.
Lo pensé mucho pero al fin y al cabo, mi mal aspecto provocado por tantos días no se resolvería con una ducha de dos horas y un corte improvisado de cabello. Entonces, mi reflejo aún es un misterio para mí.
No estoy del todo listo para verme, para percibir el vacío de mi propia mirada.
Decidí no comer, mi plan era el tener suficientes ganas de consumir algo en la cafetería donde se supone iría el día de hoy y no dar tan mala impresión.
Por que sí, acepté encontrarme con Taeyong.
La coincidencia más grande, que residíamos en la misma ciudad, aunque a extremos opuestos. Así que propuso una zona céntrica.
Era de esperarse que luché exhaustivamente para siquiera levantarme de mi cama y mentalizarme pero ahora, dudaba más que nunca. Perdí la cuenta de los minutos que he trascurrido frente la puerta, con la mano rodeando la perilla. Lo único que me separaba del mundo real, el mismo que me había roto.
Esto no era prudente en ningún sentido, el pánico me agobia en cuestión de segundos y puedo percibir el ruido creciente en mi mente.
No debí comprometerme. ¿Cómo pude confiar en mí? Es ridículo, llevo como ratón atrapado en una trampa desde hace días y pretendo ahora mismo lograr salir del laberinto.
Me revuelvo el cabello, frustrado y quiero golpearme la nuca en la pared, tanto como para darme fuerzas y salir, aunque también como para recapacitar y recordarme que no tengo salvación.
Le di miles de vueltas al asunto.
¿Porqué quiere conocerme?
¿A caso no nota lo miserable que soy?
¿Es tan ingenuo como para dejarse llevar por una foto de una red social?No, Taeyong no es así. El problema no es qué trata de hacer, la falla soy yo y nadie más.
Me muerdo el labio, tan fuerte que si no me hubiera detenido una herida sería el resultado. Palmé mi rostro, unas veces más fuertes que otras. Miré la hora y faltaban bastantes para el momento acordado, pero veía venir todo este proceso ridículo de lucha interna. Por lo menos eso hice bien, prevenir.
Caminé de atrás para adelante, dando vueltas, gruñendo al aire e insultándome incansablemente.
Mis uñas ya estaban al tope, la cutícula desgarrada, la piel de alrededor al rojo vivo y con un ardor punzante. Mi corazón dolía por lo acelerado y la respiración errada no permitía el exceso adecuado del aire; casi como un astronauta perdido en el espacio, solo a la espera que el oxígeno se agote y el exterior me congele, es tan rápido que el cerebro no tiene el tiempo de captar que estás perdiendo la vida. Podría vomitar pero no tengo nada en el estómago y ni siquiera los jugos gástricos son suficientes para regurgitarlos.
Soy un asco.
Si no fuera porque no tengo ni una pizca de energía, hubiera gritado y tal vez llorado porque en este instante, mi peor enemigo soy yo y es una pelea interminable y duele, mucho. Es agotador pensar que estás harto de ti mismo, de que el único limitante eres tu, cuando sabes que lo intentas pero no es suficiente porque una parte e ti, repite millones de veces "muérete".
No, aún no.
Adjudico a Lee Taeyong como una prueba, un mensaje o una señal. Lo que sea.
Suena egoísta pero le estoy otorgando todo el peso para ser un tipo de terapia. Porque después de todo, si estoy en este lío es por él y eso solo significa, que me importa.¡Vamos Nakamoto!
Si no lo hago por mí, por lo menos lo haré por él.
El trayecto de mi casa a la cafetería fue un martirio, una odisea. Aún no puedo imaginarme cómo es tan simple caminar por las calles sin el pánico correr por las venas.
Ingresé, tratando de ser discreto pero aún así, cuando estoy consciente de que nadie me observa, puedo percibir el agobio de las miradas, me aplastan y quisiera desaparecer por arte de magia.
Aunque de pronto, una plateada cabellera, bastante extravagante capta mi atención o mejor dicho, capta la atención de todos.
Voy en esa dirección, con los pulmones gritando por los suspiros profundos que no he parado de dar desde que salí del departamento y mis neuronas tratando de hacer sinapsis.
Y aquí está, el chico que solo miraba en vídeos, increíblemente es más de lo que aparenta en las fotografías distorsionadas con filtros que claramente no necesita.
No sé cuánto tiempo tardo en estudiar cada detalle de su rostro hasta que me invita a sentarme, frente a él.Me quedo mudo, tiemblo, se revuelve mi estómago ante la presencia de aquel chico y me intimida su aura, la que opaca mi turbia actitud. Este no ha dejado de sonreír desde que hizo contacto visual conmigo y juro que podría desmayarme porque es como ver una obra de arte enmarcada, tomar vida propia.
¿No es demasiado? Su existencia es injusta para la humanidad, hasta cierto punto, no somos merecedores.
—Es difícil...—dice en voz baja y resulta ser más profunda que en los vídeos. Carajo, este tipo es desquiciante, no soporto su brillo, pero le debo, sí que no me opondré a nada y me mantendré hasta el final —. Te hice venir hasta acá, sabiendo que estás pasando por un mal momento.
No le contesté.
—Pero estoy realmente feliz de que lo hicieras— su sonrisa se amplió aun mas y bastó un vistazo para confirmar que se trataba de lo más perfecto que había visto en tanto tiempo, en este mundo de mierda —. Estoy orgulloso de ti.
Fue mi imaginación, quise creer. Ese susurro...
Yuta, di algo, por favor.
Me suplico por mis adentros. Soy un embrollo que solo acabará en llanto si continuo cohibido.
—No te preocupes, está bien.
No, no lo está, nada está bien. Eso pensé, porque salir ha sido un reto horrible, al igual que seguir con vida.
—No, no está bien Yuta y me creas o no, me preocupa— mencionó, pareciendo que hubiese leído mi mente —. Me doy cuenta, estás al límite, no quiero que hagas alguna locura.
Mi corazón se sobresaltó, ¿debo empezar a sentir miedo? ¿Esto siquiera es normal?
Aquí viene, la inseguridad, carcomiéndome como acto de canibalismo.
—¿Qué quieres de mí? No tienes ni idea de quién soy y quieres ayudarme— no, estaba escupiendo un montón de mierda que no deseaba decir —seguro quieres hacerte el buen samaritano. Como tu lograste sobresalir, pretendes salvar a los demás para sentirte bien contigo mismo— necesitaba detenerme pero no lo lograba —. También eres una fachada más, escondido tras de una cuenta en Instagram.
Me odio tanto.
—Yuta— me llamó Taeyong y no sonaba enojado y tampoco abatido por las recientes palabras venenosas que le solté — ¿Conoces la historia de Robinson Crusoe?
Nota:
Lamento si esto no está tomando el sentido que ustedes esperaban... Espero que no se lleven una decepción, aunque sé que esto terminará mejor de lo que parece.