Bruno

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Como faltaban tres semanas para terminar el ciclo escolar, conseguí mis calificaciones y un permiso para no tener que presentarme más hasta el siguiente año. El verano llegó y mi madre cumplió su promesa de llevarnos a la playa, fueron varias horas de mi hermana cantando y yo mirando por la ventana, mi madre nos señaló el hotel en el que nos quedaríamos, justo estaba en la playa, alejado de los demás hoteles, no era un edificio de varios pisos ni  muy lujoso, solo tenía tres y un pequeño bar afuera. Miré lentamente todo el terreno hasta el hotel y ahí pude ver un grupo de gente, en medio de todos había un chico bailando y las personas que lo observaban gritaban su nombre, me recordó a una escena que vi semanas antes y me preguntaba si a caso sería el mismo chico. Bajamos del auto y yo luchaba con saltos para poder observar a quien le gritaban, todo en vano pues mi madre me apuró a llegar a la entrada. 

Esa tarde todas la pasamos durmiendo en nuestra habitación. Yo dormía con mi hermana y mi madre en una cama al lado. Me desperté antes que ellas y decidí salir, no me gustaba la idea de ir simplemente a deprimirme a otro lado, quería explorar.

—Mamá— Susurré sin obtener respuesta. —Mamá—. De nuevo nada, así que decidí dejar una nota e irme. 

 Todo ese alboroto en la playa me recordó a Emmeran, no pude evitar que un nudo se formara en mi garganta y algunas lagrimas salieran, para disimularlo me acerqué a las personas, con todos prestando atención a los bailarines nadie me notaría a mi. No era el mismo chico que bailaba en el parque, así que cuando mis lagrimas se habían secado, me preparé para irme, me detuvo el repentino grito de toda la gente reunida "¡Bruno, Bruno!", mis ojos se movieron rápidamente para buscarlo, imaginaba otro chico, alto, con una sonrisa blanca e hipnotizarte, con un cabello perfecto y el cuerpo de un galán de hollywood, tal como me prometieron las novelas juveniles, tal como era Emmeran; pero no, nada más alejado de la realidad, este chico era casi de mi tamaño, se vestía andrajoso, usaba un gorro de lana y una sudadera en plena playa, su cara estaba tatuada, su cabello era un desorden notable aún con el gorro, sus dientes eran chuecos y algo amarillentos y sus ojos, probablemente lo único que las personas encontrarían lindo, unos rasgados ojos verdes grisáceos, delataban que había fumado más hierba en una hora de la que yo había visto en toda mi vida y aún así, aún así, en mis labios se formo una sonrisa, mi pecho sintió un ligero golpe desde adentro y mi estómago tenía cosquillas, era una sensación similar a los nervios, pero esta vez era diferente, todo era lindo y disfrutable. 

Me sentí como idiota cuando el me miró y me dirigió una sonrisa, ahí pude darme cuenta que yo estaba sonriendo desde que entró el. Muerta de la vergüenza salí de entre la gente sin mirar de nuevo atrás y volví al hotel. Mi madre y mi hermana aún dormían así que quité la nota y asalté las bebidas del mini bar. 

En punto de las seis de la tarde despertaron, a las seis y media ya estaban listas para ir a la playa, claramente me arrastraron con ellas y mientras se divertían nadando y bebiendo yo solo pintaba cosas en la arena. 

—Hola, te fuiste rápido—. La voz de un adolescente sonó detrás de mi, miré y era aquel chico que bailaba entre la multitud. —Hola, soy Bruno—. Dijo sentándose al lado de mi. Yo estaba paralizada, no podía hablar ni moverme, no podía responder nada, mi corazón estaba acelerado y mis mejillas se sentían calientes. —Rayos, ya te asusté— Susurró riéndose. Rápidamente negué con la cabeza, no quería que pensara que no quería hablarle, era solo que ninguna palabra salía de mi boca. 

Tomé aire, lo más profundo que pude y mi nariz fue golpeada por lo que ya sospechaba hace un rato, el olor a marihuana entró en mis fosas nasales y más que darme asco, me dio curiosidad, por fin un sonido chillón salió de mi. —Soy Jenica—. La escena parecía un cliché de anime, cuando la chica tímida se presenta con su amado senpai. Miré la sonrisa de Bruno formarse en sus labios, sus ojos se entrecerraron y unos hoyuelos se manifestaron en sus mejillas. 

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2019 ⏰

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No le temo a las drogasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora