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Rió una vez mientras cruzaba el pasillo de mí casa.
Rió por segunda vez mientras atravesaba el marcó de la puerta de mi habitación.
Se quedó callada mientras se escondía en mi armario y no volví a escucharla reír.
Entré en mi habitación y observé el lugar.

-Fugaz...dale salí, tengo un regaló para vos...- Dije mirando el armario mientras sacaba la rosa qué tenía oculta, detrás de mi espalda, igual qué siempre.

De pronto; la puerta del armario sé abrió lentamente y pude ver sólo la mitad de su rostro, asomándose por la puerta entreabierta, con una mirada curiosa; y ésa hermosa voz angelical que atormentaba mis noches dijo:

-¿Un regaló? ¿Para mí?.- Sonrió y salió por completó del armario.

Se abalanzó sobre mí, abrazandose suavemente a mí cuello, se apartó despacio, tomó la rosa, olio su fragancia y caminó hacía el balcón.
Volteé a verla.
Sé encontraba de pié, a espaldas a mí, observando quién sabé qué, en silencio.
Un silencio que cuándo venía de ella...
Era perfecto.

-¿Té gusta? - Dije acercandome a ella.

Sé giró en mí dirección haciendo qué unos mechones de su pelo lacio y marrón también se movieran y quedarán algunos encima de sus hombros.

-¿Gustarme? - Me dijo.- Gustarme es poco...la amó.-

Ésos perfectos ojos negros cómo la noche, me observaron cómo ningún otro lo había hecho. Era cómo sí intentará ver mí alma. O cómo sí intentará ver ése algo qué me comía por dentro. Lentamente.
Me sonrió con ésos gruesos labios qué siempre atraían mí atención y entonces...
La tercera risa por parte de ella hizo eco en mis oídos.
Mí detonador. Amaba y odiaba su tercera risa.

ΩΩΩΩΩΩΩΩ

06:30 A.M. y la alarma del teléfono no dejaba de sonar.
A estás horas de la mañana, escuchando cómo sonaba la canción "The oral cigarettes - Hey Kids!!" como despertador, hacía qué me preguntará porqué, a quién sabé quién, sé le había ocurrido inventar la alarma.

-Mierda... - Dije entré dientes mientras golpeaba la pantalla del teléfono en busca de apagar la alarma.

Al notar qué no lograba apagarla tuve qué levantarme, para después apagarla correctamente.
Aunque era jueves ya estaba pensando en qué iba a hacer el fín de semana, tal vez sí no encontraba a alguien con quién salír inventaría alguna excusa para no tener qué estar en casa, igual qué el fín de semana pasado pensé. Arrastrando mis pies por el suelo de la habitación me dirigí al baño y al llegar apoyé mis palmas en el lavado y me miré discretamente en el espejo. Patético, repitió mi cabeza 2 o 3 veces. Mí cabello estaba despeinado, la marca en la comisura de mis labios comenzaba a desaparecer, "no deberías involucrarte en cosas ajenas" me dijo mí papá, pero cómo no involucrarme en el asunto cuándo estaban a punto de golpear a una mujer embarazada?, recuerdo qué me interpuse entré el chico, qué al parecer era su novio, y ella, por lo qué a cambio recibí un golpe con el puño cerrado, no me importó realmente porqué no me dolió mucho, pero después recibí muchos regaños por parte de mis padres. "No te hagas el héroe" me dijo Lautaro. Qué buen hermano tengo, si, claro.
Aparte todos ésos pensamientos de mí cabeza y continúe mí revisión de la mañana.
Cabello? Listo✔
Dientes cepillados + lavado de enjuague bocal? Listo✔
Desinfección de la pequeña herida? Listo✔
Hacer mis necesidades para no tener qué usar el (asqueroso) baño de la escuela? Muy listo✔✔
Y como siempre, evite cruzar mí propia mirada en el espejo. Odiaba encontrarme con mí propia mirada juzgadora en el espejo.
Salí del baño y las camas de Lautaro y Florencia estaban vacías, fui al comedor y mis padres tampoco estaban, supuse qué todos se habían ido un rato antes, siempre era lo mismo. Regresé a la habitación y me dispuse a cambiarme mientras pensaba en lo que mí papá siempre le decía a mi mamá: "Ya es grande para manejarse sólo, es un hombre después de todo". Las palabras de mí papá eran mayormente machistas.

°La chica de mis sueños°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora