iii.

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—Delsin —murmuró Michael en el oído del chico —, despierta, Delsin.

Delsin no se movió de su sueño. Estaba agotado y muy hambriento. Últimamente había comenzado a sentirse irritado más seguido, y tenía ataques de rabia e ira. Al igual que Mike.

—Delsin, despierta, me aburro —canturreó Mike dando vueltas por la habitación de su amigo.

Soltó un suspiro y comenzó a jugar con las cosas del muchacho. Arrancó hojas de libros, arrojó cosas al suelo, sacó la ropa del armario, haló el cabello morado de su amigo.

Acabó sentado en la alfombra, rodeado del desastre que había causado. Jugó con la perforación que tenía en la ceja.

—Amigo, volveré cuando estés despierto.  —Dijo molesto y salió de la habitación, dando un sonoro portazo.

Delsin se levantó de su cama y comenzó a recoger el desastre. Su madre entró la habitación y lo observó con el rostro cansado.

—Delsin, será mejor que arregles eso si quieres hacer algo. —Comentó y abandonó la habitación.

—Mike lo hizo. —Se quejó el muchacho.

—Sí, sí, siempre Mike… —Bufó su madre.

El chico comenzaba a hartarse de su compañero. Siempre lo metía en problemas, y siempre debía arreglar todo lo que él hacía.

Encendió el estéreo que sonó vagamente. Delsin amaba la música, pero jamás la oía. A Mike no le gustaba, decía que era molesta y la apagaba.

Delsin tomó una ducha al acabar de recoger el desastre.  Se tomó su tiempo, aprovechando que estaba solo. Usualmente Mike se sentaba del otro lado de la cortina, apurándolo o revolviendo las cosas del botiquín.

Jamás tenía privacidad. Todo lo de él era de Mike, y todo lo de Mike era de él. Eran como uno solo.

Pero Delsin quería demasiado a Mike, y se sentía vacío sin él.

Bajó a la cocina y comió rápidamente, hasta llenarse. Se sintió enfermo, pero lo necesitaba. El hambre comenzaba a afectarle.

Tomó su patineta y comenzó a andar. Se impulsó y se alejó más y más de su casa. Con el fin de dejarla atrás, de estar solo.

Quizás encontraría un lugar, a donde Michael no lo encontraría.

Llegó a un puente abandonado y se sentó en la orilla de este. Con las piernas colgadas hacia el agua.

Soltó todo el aire que contenía y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Lo había encontrado.

—Escapabas de mí. —Murmuró Mike apareciendo a su lado.

Delsin tragó con fuerza. Para Mike él era transparente. Mike podía saber que pensaba, planeaba o sentía mucho antes que él mismo.

—¿Dónde están mis amigos? —Preguntó Delsin con la mirada perdida.

—Te abandonaron, Delsin —contestó el chico de cabello verde —. Yo soy tu único amigo.

—¿Qué hay de la chica con la que…? —Preguntó esperanzado. Michael no lo dejó acabar la oración.

—También lo hizo. Delsin, yo soy el único que jamás te abandonará. Estaré aquí para siempre.

Delsin asintió, y se echó a llorar. Michael lo rodeó con sus brazos; ocultándole la verdadera razón por la que no tenía amigos.

Michael no soportaba tener que compartir a Delsin con otras personas. No quería que lo alejasen de él. Delsin era su amigo, era suyo.

Por eso había acabado con todas las personas que lo querían alejar de él. Se había metido con un amigo de Delsin, la locura, lo llevó a su suicidio. Había perseguido a otro hasta que se mudó de ciudad. Había arrojado a otro desde las escaleras  de su casa. Había influenciado a los doctores de Delsin para que no lo hicieran volver a la clínica. Había matado con sus propias manos a la chica que rompió el corazón de su amigo. Había alejado a toda persona que amenazara la felicidad de su amigo.

Pero no solo personas. También había asesinado a todas y cada una de las mascotas de Delsin. Todas menos los peces, Mike adoraba los peces y Delsin los odiaba.  

Imaginary Ent.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora