Bailes y juegos

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ALBA'S POV

Cuando el despertador sonó me giré en la cama, rodé hasta llegar al borde y caí en la cuenta de que ella no estaba. Un enorme vació me invadió sin que pudiera refrenarlo. Eso era precisamente lo que no quería, por eso necesitaba poner un poco de distancia porque no quería sentirme así, porque quería seguir siendo independiente aunque la amase con locura.

Había pensado en salir a correr pero tenía las piernas cansadas, una pequeña sonrisa se me deslizó en el rostro cuando recordé de qué. Hice unos abdominales y algunas flexiones y decidí que con eso valía.

Todavía no se había levantado nadie así que aproveché para hacerles el desayuno. Miré en el frigorífico y tenía los ingredientes perfectos para hacer tortitas. Hacía mucho que no las comía así que saqué una sartén y me puse manos a la masa.

Terminaba de salir el café cuando mi madre entró en la cocina y me dio un beso.

-No te imaginas cuánto te echamos de menos hija-.

-Lo sé, mamá, yo a vosotras también-.

Unos minutos más tarde llegó Marina también y desayunamos las tres compartiendo anécdotas, echaba mucho de menos eso. Había sido muy duro tomar la decisión de irme pero tenía que hacerlo y no sería lo que soy si no lo hubiera hecho.

-Bueno, ¿estás preparada para tu debut?- pregunté a mi madre.

-Temblando estoy, pero bueno, ya que hemos llegado hasta aquí...-.

-Ese es el espíritu, lo vas a hacer genial. Como me dices a mí, eres una Reche y una Reche consigue lo que le da la gana. Ahora aplícate el cuento, guapita-.

A las cinco estábamos todas en el salón de actos en el que se realizaba el concurso. Algunas amigas de mi madre, Marina y yo estábamos sentadas en las butacas esperando que saliese mi madre. La verdad es que se movía bastante bien, creo que mis genes venían de ahí.

El concurso era de estos que bailaban varias parejas a la vez durante un tiempo y un jurado iba eliminando a los que se paraban o a los que no lo hacían bien. En total duraba hora y media, hora y media bailando, era toda una locura, pero si alguien podía lograrlo era mi madre, que además, iba preciosa.

Habría como unas 30 parejas en esa improvisada pista de baile, todas ellas con sus respectivos dorsales y preparadas para ganar. La mayoría era de hombre y mujer pero mi madre, que es una reina, se había apuntado con una amiga, no sabía lo orgullosa que estaba de ella por haber roto esos estereotipos tontos.

Llevábamos como media hora viéndola cuando noté cómo me vibraba el móvil, era un mensaje suyo.

-Poco se habla de que me acabo de correr pensando en lo que hicimos anoche. Pensé que te gustaría saberlo.

Solté el móvil como si me quemase en las manos.

-¿Todo bien?- preguntó mi hermana.

-Eh... sí sí, nada, una cosa de un trabajo de clase-.

"Vaya, vaya con la gatita y parecía inocente cuando la recogí en la calle" pensé para mí. Me había puesto calentísima con ese mensaje y ya no era capaz de ver nada más que a ella en mi mente tocándose. Cuanto más pensaba, más caliente me ponía y solo podía removerme en mi silla como si me estuviese quemando en un banco de metal en verano.

-¿Se puede saber qué te pasa?- volvió a preguntar mi hermana.

-Nada, nada. Muy bien va mamá, ¿no?-.

Decidí que lo mejor que podía hacer era centrarme de nuevo en el concurso. Miré el reloj, quedaba solo media hora y apenas diez parejas encima de la tarima, una de ellas la Rafi, por supuesto.

El Yin y el Yang - Natalia Y Alba (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora