6. Nuestras reconciliaciones

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Había pasado una semana. Parecía que no terminaba nunca, pero al fin ya estábamos en fin de semana.

Solo necesitaba un poco de relax, pero se ve que Dios no quería que lo tuviera.

— Hija, me pareció muy fea tu reacción ante la familia Fernández. ¿No pudiste ser educada y quedarte? —lo que me faltaba, que me hablara de esa forma la que se supone que me debería apoyar y entenderme mejor que nadie.

— ¿Qué esperabas, mamá? ¿Que me quedara callada, mientras hacéis negocios sobre mi matrimonio y me entero por sorpresa que mi mejor amigo va a ser cuñado mío, porque con la persona que me tendré que casar es su hermano? ¿Eso esperabas? Pues lo siento por haberte decepcionado, mamá, porque como puedes ver no soy perfecta. Soy imperfecta como casi todos los humanos.

— Hija, yo no vengo a recriminarte nada, de verdad. Solamente me pareció mal tu reacción. Sé que no soy la mejor madre del mundo y que no estoy siempre para ti cuando lo necesitas. Pero si hay una cosa que quiero es a ti y a tu padre, sois mi vida. ¿Entiendes? Haría cualquier cosa por hacerte feliz y que tengas un futuro brillante, por eso te concedí este matrimonio. Él aparte de ser hijo de nuestros amigos, es muy buen chico y la empresa... La empresa pasará a buenas manos, te asegurarás un futuro.

— ¿Crees que todo mi felicidad está basada en una empresa? ¿Crees que mi vida se basa en hacer negocios y ganar dinero? Yo amo esta empresa y lo sabes, me crié con ella, y... También tengo intención de seguirla. Pero si con eso, tengo que escoger eso o mi felicidad, prefiero vivir sin ella. Mis proyectos de futuro no tenían nada que ver con lo que vosotros planeáis. Quería graduarme en mi carrera, empezar a trabajar y crear mi propia empresa y asociarla con la nuestra, tenía también pensado conocer a alguien y casarme y entonces sería en ese instante que mi vida estaría establecida y entonces me encantaría formar una familia... ¡Pero no! Ahora tendré que casarme con prácticamente un extraño y.... —mi rabia se me notaba en mis mejillas que estaban ruborizadas, mientras hablaba solamente tenía ganas de llorar y llorar, pero sabía que eso no me iba a ayudar.

— Vida, yo te entiendo. De verdad, pero piénsalo, va a ser un gran plan de vida. —me decía, mientras se acercaba a mí

— ¿Ves? ¡No me entiendes! Estoy harta...

— Perdonadme, pero... ¿Pasó algo? Se oyen gritos desde la cocina, necesitaba saber si estabais bien. —entró Amanda en el salón apresuradamente.

— No, tranquila Amanda, yo ya me iba.

— Espérate, no hemos acabado de hablar. —mi madre se apresuró en pararme antes de salir del salón.— Porfavor...

Le hice caso, como siempre. Porque aunque sea así, aunque nunca esté, yo la sigo queriendo.
Amanda después de comprobar que estábamos bien, se marchó, dejándonos como habíamos estado previamente.

— Vale. Si no eres feliz, anularemos el compromiso, pero por lo menos pruébalo, es una gran oportunidad. Mi amor, yo solo quiero que seas feliz, tu padre y yo queremos que tengas una vida mejor que la nuestra. Pero si eso te tiene que arruinar tu vida, que es lo que menos quiero, lo anularemos. Te lo prometo.

— Gracias mamá. Te quiero.

— Y yo a ti.

Nos abrazamos y me sentí como cuando era pequeña y nos enfadábamos. Siempre después de cada pequeña pelea, por tonterías, como no, nos terminábamos abrazando porque no nos gustaba discutir. No había mejor manera de reconciliarse.

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⏰ Última actualización: Feb 23, 2019 ⏰

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