5. De vuelta a la rutina

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Volví. Volví a la rutina. Ir a clases, presenciar a Álex y desayunar con Maria. Así se habían vuelto mis últimos días.

Mi amistad con Álex estaba en standby por así decirlo, no nos hablábamos ni nada, pero sabíamos que si nos pasaba algo estaríamos allí uno para el otro.

— ¿No crees que ya es suficiente no seguir estando juntos? Me duele hasta mí, vas a desmoronar mis sueños de que Álexrah exista... —me dijo en tono desolador.

— Venga ya Maria, no es para tanto, no es como si se te hubiera muerto tu gato. Además... ¿Álexrah? ¿Quién le pone a un ship ese nombre? Parece el nombre que le pones a un extraterrestre el cuál acaba de bajar del espacio porque después de mucho tiempo se te ha concedido el deseo de tener un amigo el cuál te comprenda como a nadie.

— Vale, vale. Dime que no te gusta el nombre. Pero no me cuentes esa historia de locos. Me decepcionas Sarah. Me haces sentir mal.

Reí ante su comentario. Era muy melodramática mi amiga.

— No pero de verdad te digo. Creo que ya te puedes solucionar con él. No podéis estar así, os queréis y os estáis haciendo daño... Él te quería proteger, las personas a veces mentimos para no hacer daño a la gente. No somos perfectos.

— Ya lo sé Maria. Pero es muy duro que te enteres que tu vida está toda planificada por tus padres y por la familia de mi mejor amigo y encima que él lo haya sabido toda su vida y nunca me lo haya contado no facilita la cosa.

— No... Si yo te entiendo. Pero dale una oportunidad, vale la pena. —se despidió con un beso y se va. Me dejó en el mar de pensamientos en el cuál estaba casi siempre desde hace ya un mes, el mes en el que descubrí que vivía en una burbuja de falsedad.

Me dirigía hacia mi clase. Alguien me impedía el paso. Alguien del que hace mucho que no sabía nada.

— Espera un momento Sarah.

— ¿Qué quieres Álex? No tengo tiempo, tengo clase ahora.

— Será solo un momento.

Compruebo que no haya llegado aún la profesora, sólo faltaba que por su culpa me pusieran una falta.

— Perdón Sarah, de verdad. Sé que todo esto parece y es una mierda, pero te juro que lo que tengo contigo, esta amistad es lo más real que puede existir. Nunca te quise herir, sé que llevas una vida de mierda por la ausencia de tus padres y sé que no es fácil comprender la situación por la que te encuentras, pero para eso estoy yo aquí. Te voy a acompañar y apoyar en lo que necesites. Cuenta conmigo. —no me esperaba ese discurso, la verdad fue emotivo. Lo echaba de menos, así que no me hice más derogar.

— Está bien, yo también lo siento. Me puse muy dura contigo, cuando tú solo intentabas protegerme y evitarme más sufrimiento. Eres un buen amigo.

En ese momento no era necesario más palabras, nosotros nos entendíamos a la perfección. Nos miramos y al instante nos veíamos fundidos en un gran abrazo.

— Te eché de menos.

— Y yo a ti, enana.

Amigo por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora