▪Gula

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El detective Oh ajustó su corbata como usualmente lo hacía todas las mañanas antes de subir en su auto y conducir hasta su trabajo: el Departamento de Policías. 

Pero a diferencia de lo habitual en aquella mañana donde recibió una llamada sobre un nuevo caso, no se dirigió hacia el gran edificio que estaba ubicado en la avenida 33, si no que fue hacia uno de los barrios más carenciados de la ciudad donde lo esperaba un hombre muerto y por el tono de voz que se escuchó a través de la línea telefónica parecía que era algo desagradable de ver.

—Detective Oh—. Saludó un varón perteneciente al cuerpo policial. 

Sehun rodeó los ojos, y por cortesía devolvió el saludo.  

—Pensé que cuando hablamos por teléfono me comentó que vendría el día martes Detective Xiao.

—Conseguí los pasajes antes señor Oh, pero si está tan interesado en mi vida personal puedo invitarlo a tomar un café.

—No gracias —rechazó el alto.

Xiao Luhan hizo una mueca e incluso se preparó para contestarle a su nuevo compañero de investigaciones pero éste se alejó tan rápido que no pudo seguir con la conversación.

Portada del caso "muerto" así lo catalogaban los policías que habían llegado primero en la escena del horror. 

—¿Y como saben que está muerto? —interrogó Luhan. 

Los demás policías incluido también el detective miraron al recién transferido como si fuera un bicho raro.  

—Ese tipo lleva más de cinco horas con su cara enterrada en el plato de espaguetis, detective Xiao.

—¿No revisaron sus signos vitales?—. El chico volvió a insistir y como dura respuesta -e incluso la única que tuvo- fue el impulso del detective Oh quien se metió a la casa sin decir palabra alguna.

Luhan entendió el gesto y lo acompañó por detrás.

El joven Xiao al entrar en aquella vivienda precaria se quejó públicamente del olor a podredumbre y la invasión de cucarachas que se espantaban por la luz de las linternas que los detectives tenían en la mano. Oh pensó que esta última semana que emplearía su profesión como detective antes de retirarse por completo del cuerpo policial, sería todo un infierno. 

—Asqueroso —se quejó Luhan—. ¿Cómo sabemos que no es más que un suicidio?

Sehun volvió a tomar la misma postura que antes; fríamente y en silencio intentó -aunque resultaba difícil- crear la escena en su cabeza: un hombre de unos 30 a 40 años de edad con un peso extremadamente alto sentado en la silla frente a una mesa repleta de comida.

—Observa bien Detective Xiao.

Luhan obedeció, se acercó a la bola de grasa -porque eso no era un hombre- y sí, el idiota de Oh tenía un poco de razón: manos y pies estaban atados por una fina cuerda que había lastimado la piel del sujeto, o mejor dicho quemado la zona por la presión de éstas.

Luhan trató de no vomitar, deseando salir rápidamente de allí pero su compañero seguía observando la escena del crimen.

—Listo detective Oh, podemos retirarnos. Los forenses harán el resto del trabajo.

—Aún no, busca algo que pueda ayudar —ordenó Sehun.

El más alto de los dos alumbró con su linterna las pertenencias de la casa, no parecía encontrar algo que pueda ayudar por la falta de luz y toda la suciedad que allí había. Pero un hilo rojo que conducía hacia la heladera llamó mucho la atención de los dos detectives.

—Ayúdame a correr la heladera.

Y así ambos hombres encontraron algo que iba a ser de mucha utilidad para resolver el caso: sobre la pared que estaba detrás del electrodoméstico estaba escrito con grasa Gula.

Y una frase: "Largo y arduo es el camino que conduce del infierno a la luz." del autor John Milton

—Ésto solo es el principio —dijo Sehun adelantándose a lo que estaba por venir.





Por la tarde en la estación policial Luhan y Sehun fueron entrevistados por el jefe principal de los policías: Kim Woo Bin

—Yo solo digo que el tipo se suicidó.

Sehun escuchó al rubio, se limitó a hacer una mueca de desagrado mientras el otro hablaba. "Pequeño inexperto" pensó el detective Oh.

—No capitán. Déjeme en el caso, tenemos que averiguar quién es la próxima víctima—. Sehun se atrevió a pedirle a su jefe algo complicado. 

—Detective Oh, si mal no recuerdo en menos de una semana usted ya no formará parte de este cuerpo policial. 

—Lo sé por eso puedo tomar unos días más para cerrar el caso y atrapar el asesino. 

Luhan se echó una carcajada: —¿Lo dice enserio? ¿Qué asesino serial se toma menos de una semana para criminalizar?  

—Lo dice alguien que recién llegó a esta ciudad sin saber nada de ella —Sehun rechistó los dientes— No aportes Xiao ve a tu casa a mirar deportes.

—¡Cállese Detective Oh, su empleo está acabado! ¡Usted está fuera!—. Luhan se exaltó y no le importó tener que levantar un poco su voz frente a quien era su jefe. 

—Bueno, ¡suficiente! no quiero una pelea de chicas tontas dentro de mi oficina. Por favor Detective Oh termine con el caso del hombre gordo y una vez que los exámenes forenses estén listos... junte las cosas de su oficina ya no trabaja más aquí. Y tú recién llegado espera en la sala otro caso, todavía eres un capullo—. El jefe de policías los mandó a cada a su lugar y si no fuera por esta -divina- intervención, los dos detectives hubiesen terminado a los golpes o peor aún a los besos.






—¿Qué tal Sehun? —preguntó un joven llamado Kyungsoo, un médico forense recibido en una de las altas y lujosas universidades de la ciudad, que ahora -gracias a ello- recibió trabajo en las pericias de los casos policiales que manejaba principalmente su amigo el Detective Oh.  

—No tengo mucho tiempo hoy Kyung, pero necesito algo que sea útil.

—Bueno... tuvimos que llamar a siete hombres para que suban a esta monstruosidad —dijo señalando el cadáver— a la camilla. Además todos sus órganos internos fueron reventados.

—Explícate

—Bueno: el hombre no solo comió en exceso porque fue obligado, sino más bien tuvo una serie de complicaciones en su organismo; vómito, defecación fecal y hasta un desmayo que le causó la muerte o mejor dicho fue lo que lo asesinó una simple patada.

—¿Es decir que el hematoma que tiene en su costado, provocó que sus órganos explotaran? 

—Sí Sehun, además ten —le entregó al detective unos pequeños alfileres—. Fueron sacados de su estómago, algo macabro en verdad —se lamentó el médico— el que lo obligó a comer excesivamente no soportó ver al pobre tipo desmayarse, por lo cual le pegó una patada en su costado para que éste se despierte y siga masticando, pero el final ya lo conocemos. 

—No hay un final todavía Kyung; descubriré al asesino—. Decidido el Detective Oh abandonó la sala yendo hacia su casa donde lo esperaba una larga noche de insomnio y soledad; porque Sehun no tenía a nadie, lo único que lo hacía vivir era su trabajo, pero éste también le enfermaba y sabía que ya las cosas no resultaban de igual manera como en el principio cuando recién empezaba con su carrera de criminalista. Tenía que tomarse un descanso pero no lograría descansar hasta acabar con el caso. 

7 Pecados capitales - HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora