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Narrador omnisciente:

Martes, 19:47 pm.
Hogar de los Jung.

-Papá, éste o éste? -Preguntó YoonOh, a la vez que alzaba una botella de vino importado en cada una de sus manos, provenientes de la colección privada de su padre.

Era una cena de negocios, así que tranquilamente podrían haber ido a un restaurante o algo por el estilo, pero Yunho prefirió que no. Ambas empresas iban a unirse, ellos iban a asociarse con los Seo y el Alfa mayor sabía que era mejor hacerse amigos. Además, a los Seo no les causó ningún inconveniente el cenar en su casa y se les hizo más cómodo, por lo que entendió. Así que estaba bien.

-Ese. -Contestó el Alfa de la casa, señalando a la botella de su mano izquierda. -Te hacen falta los supresores? -Le preguntó, a la vez que terminaba de ordenar el living y YoonOh guardaba ambos vinos en el refrigerador.

-No, comienza el viernes, la etapa de calor comenzará mañana. -Contestó, restandole importancia, porque ¿Qué es lo que podría pasar?

-Estas seguro? -YunHo cuestionó, mientras revisaba la hora en su celular y acomodaba parcialmente su elegante traje negro con sus manos. Faltaban diez minutos y YoonOh aún no se vestía con su lindo traje gris, ya que había preferido limpiar y dejar todo listo y luego cambiarse. -Recuerda que son Alfas, Yoon. Podemos ser socios y todo pero al primero que se pase de listo contigo le cortaré las pelotas con unas tijeras.

YoonOh rió.

-Lo sé papá, y te serían mejores unas tijeras de podar. -Bromeó, diciendo de forma discreta que los Seo la tenían grande. Ahora fue el turno de YunHo de reír y pegarle suavemente en la nuca a su hijo. Ya todos sabian los rumores que había sobre el pene de los Seo, al ser de madre alfa americana.

-Mocoso pervertido, ya ve a cambiarte.

YoonOh volvió a reír, pero acató la orden de manera sumisa. Había escuchado que los Alfas Seo eran muy impulsivos, posesivos y tercos, además de que adoraban usar su voz de mando. Lidiar con ellos sería un martirio para su alma omega. Sabía que una de los Alfas, JiSoo, estaba enlazada con una omega. No quería imaginar la vida de la pobre chica al convivir con tantos Alfas y tener que soportar la voz de mando. Él mismo se ponía al borde del llanto cuando su padre le gritaba (-cosa que muy rara vez pasaba-), jamás habían usado la voz de mando con él y deseaba que eso se mantuviera así.

Negó levemente con su cabeza, y entró en su habitación. Sin esperar mucho se despojó de su ropa y se cambió rápidamente, se abotonó los botones de la manga del lindo traje gris y se miró al espejo. Se desordenó el cabello con una mano y luego lo acomodó con la misma, dándole un look desordenado pero que le sentaba realmente bien.

Abrió el cajón de su mesita de luz y sacó una tira de pastillas, se tomó una junto con un vaso de agua que tenía sobre el mueble y dejó el resto en su lugar correspondiente. No tomaría supresores pues no lo veía necesario, era una pastilla antiaroma. Se roció el cuello con su perfume favorito, el cual olía a tierra mojada y menta. Esos eran naturalmente aromas de Alfa, y como usaba los antiaroma podría fácilmente hacerse pasar por uno.

Tocaron el timbre, y mientras bajó las escaleras escuchó como su padre abría la puerta. Se detuvo a mitad de camino, un olor a vino añejo y hierbabuena lo rodeó, haciendo sus piernas flaquear. Con todo el autocontrol y la dignidad que pudo reunir luego de casi caerse de cabeza y rodar por las escaleras enfrente de los Seo, terminó de bajar éstas y se paró junto a su padre.

Suspiró nervioso, podía sentir su corazón golpeando fuertemente en su pecho e incluso había empezado a sudar. ¿Qué demonios se supone que haría ahora? Su mirada se dirigió tímidamente al Alfa del que provenía tal olor, dándose cuenta de la notable diferencia de altura, y reprimió un gemido. El hombre tenía un cuerpo tan grande y poderoso como una pantera, que lo acechaba para atraparlo y joderlo con fuerza. Sacudió muy levemente la cabeza, tratando de ser sutil.

Miró a su padre, quien lo miraba de vuelta, de hecho todos los presentes lo hacían. Sintió a su omega retorcerse y lloriquear por el deseo de tirarse a los brazos de su pareja, pero se contuvo. Levantó la mirada y suavizó su expresión. Destensó sus músculos y sonrió amablemente sin mostrar sus dientes reluciendo sus hoyuelos, como si nada pasara.

No, YoonOh no va a perder el control.

-Bienvenidos a nuestro hogar, señores Seo. -Hizo una pequeña reverencia y sonrió en grande, sus blancos dientes relucieron y dejaron medio tonto a su Alfa, quien reprimió un gruñido. -Esperamos que se sientan a gusto.

Sí, definitivamente será una noche demasiado larga.

De 'betas' diferentes y alfas enamorados || NCT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora