Capítulo 1.- Prometo sanar tu corazón herido.

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N/T: Hola, este es el primer fanfic puppyshipping, pero espero que les guste.

Advertencia: Ya saben, ninguno de los personajes me perteneces y eso. Y una cosa más, mi historia está ambientada después de que termino "the dark side of dimensions" también hago mención de algunas escenas. Por si no han visto la película, les recomiendo mucho que lo hagan, si no, de todas formas es bastante entendible el fic.

Por favor, no se olviden de dejarme sus comentarios y nos leemos en el siguiente capítulo.

Bye, bye!!!

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"Lo siento, pero no puedo aceptar tus sentimientos Kaiba"


Seto Kaiba se miró al espejo y al ver reflejada aquella lamentable apariencia suya, sintió tanta vergüenza de sí mismo, que simplemente quería desaparecer. Quería ser capaz de poder olvidarse de todo, devolver el tiempo atrás y ahorrarse aquella confesión con la que solo había terminado hiriendo su propio orgullo nuevamente. Sin pensarlo mucho, soltó un fuerte golpe al frágil cristal, que de inmediato se hizo añicos, causando una gran herida en su mano, de la cual broto inmediatamente sangre. Mokuba entró a la habitación después de escuchar semejante ruido y al verlo enmudeció lleno de pánico. ¿Qué le estaba pasando? Se preguntó a sí mismo, antes de caer de rodillas, sin saber por primera vez en su vida que hacer. Sentía que se ahogaba y el dolor que había en su interior lo entumía.

Si tan solo no se hubiera ido a enfrentar al Faraón.

Jamás se imaginó estar en una situación como esa, en la que ahora se encontraba inmerso. Su corazón comenzó a dolerle, mientras que su mano sangrante instintivamente se posaba sobre su pecho; Presionaba con fuerza, como si con hacer aquello, aquel malestar desaparecería. Pero nada cambio, pues aquel dolor seguía ahí, negándose a desaparecer. Mokuba lo miró un largo minuto que parecía ser eterno, antes de abrazarlo con todas sus fuerzas, como temiendo que si no lo hacía, desaparecería para siempre.

No pudo evitar soltar algunas lágrimas al ver aquella tristeza reflejada en los ojos de su pequeño hermano. ¿Qué le estaba haciendo a Mokuba? El pequeño temblaba sin poder contenerse. Se sentía tan miserable por hacer sufrir a su hermano... Las cosas no podían seguir así, se dijo, intentando encontrar una forma de salir de aquella situación. Devolvió el abrazo sin fuerza, prometiéndose a sí mismo olvidarse de aquella persona para siempre, sin importar el costo.

Después de todo, no podía seguir aferrándose al pasado.

¿Acaso no es lo que siempre decía?

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Unas semanas después...

Joey escuchaba atentamente al pequeño chico que tenía delante de él, sin lograr entender del todo cuál era la verdadera dimensión del problema que aquejaba al menor de los Kaiba, mientras que este no paraba de repetir que al parecer su hermano por fin se había vuelto loco y que había estado actuando fuera de sí, desde que regreso de enfrentarse con el faraón. A Joey todo eso no le extrañaba, pues conocía de sobra lo increíblemente orgulloso que podía llegar a ser Kaiba y lo mucho que este odiaba perder, por lo que intuía que todo aquello debía de tratarse de un berrinche del castaño, quien seguramente aún se negaba a aceptar que jamás lograría vencer a su amigo. Lo que si le sorprendía era ver lo desesperado que se encontraba Mokuba por conseguir su ayuda. El pelinegro lucía bastante cansado y triste, por lo que inmediatamente supo que aún había mucho más que todavía se negaba a decirle.

Definitivamente algo no andaba bien.

-Escucha Mokuba, sé que tu hermano y yo nunca nos hemos llevado del todo bien y que tal vez por ello no quieras decirme realmente lo que ha estado sucediendo, ni la forma en la que verdaderamente se ha estado comportando Kaiba, pero tienes mi palabra de que no le diré nada de esto a nadie. –El de ojos miel lo miró con aquella determinación brillando en sus ojos y Mokuba supo que podía confiar en él. Aunque también sabía que su hermano se molestaría mucho por hablarle sobre sus asuntos a Wheeler, pero no sabía a quién más acudir por ayuda y Seto la necesitaba. Y mucho. –

Melodía de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora