2.

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Habían pasado dos semanas desde que los besos y las declaraciones se hicieron presentes entre Derek y Stiles.

Los mismos besos y caricias que habían negado tiempo después.

La manada se había estado reuniendo para determinar el paradero del Kanima, sin embargo, no habían obtenido respuesta alguna, nisiquiera una mínima pista que les diera un camino a seguir.

Pero aún más difícil que eso era que no tenían a su cerebro hilador de pistas y constructor de teorías.

Stiles no había estado asistiendo a las reuniones. Excusándose en sus trabajos o en su falta de ganas de ir. Scott sabía que trabajaba en casa, pero aún no descifraban el por qué de su repentino cambio de actitud.

Derek vigilaba la casa de Stiles a la distancia en su tiempo libre. Quien lo viese podría creer que era un hombre fingiendo ser un árbol. No se movía, no cambiaba su gesto. Él solo estaba ahí, mirando y detallando cada movimiento del castaño.

Ambos sabían que debían y que necesitaban hablar, pero ninguno era capaz dar el primer paso.
Stiles creía que el pelinegro simplemente había estado influenciado por el veneno y que por eso actuó así. Derek, en cambio, creía que Stiles sí que le quería, pero no de una forma mayor a una amistad.

- Stiles, en serio te necesitamos.

- No Scott, pueden lograrlo sin mí, tienen a Lydia. - resopló mirando su computadora. - Ya te dije que si encuentro algo se los haré saber.

- ¿Qué es lo que te hizo cambiar de opinión? - cuestionó el latino acercándose a su amigo.

- ¿De opinión?

- Sí, de opinión. - replicó. - Antes creías que asistir a las reuniones de la manada era maravilloso, siempre estabas hablando de lo genial que era ver como Derek liderab... - suscitó y se detuvo paulatinamente. - ¡Derek! ¿Qué te hizo ese bastardo eh? ¡Lo voy a matar si te hizo algo!

- Scott, ¡Scott! - gritó intentando calmar a su amigo. - No me hizo nada. Al menos nada malo.

- Pero...

- Solo... no me necesitan allí Scott. Puedo ayudarlos más desde casa, en serio. Lo de Derek podemos dejarlo de lado, no tiene importancia.

- Eso quiere decir que sí pasó algo. - respondió con enojo en su voz.

- Sí, pasó, pero ya lo solucionamos. - mintió. - Ya sabes, él es un sourwolf sin remedio y yo un hiperactivo sin cura. Un dúo discordante por naturaleza.

- Sti... - susurró notando un aroma muy conocido. Era el olor de Derek. A paso firme se acercó a la ventana y miró a través de ella, reconociendo la esbelta figura del lobo. - Tengo que irme, hablaremos luego, ¿bien?

- Sí, sí. - sonrió extrañado por su amigo. - No soy el único extraño aquí eh, ¿se te apareció el coco por mi ventana o algo así?

Scott miró con rapidez a su amigo esperando que no quisiera ver por la ventana, pues Derek se acercaba a paso decidido por el sendero.

- Peor que el coco. Debo irme, llámame si sabes algo, te quiero.

- Vaaale, lo haré. Aunque estaré investigando en las piscinas por si quedó algo, no sé. Sabes que allí no hay recepción.

- Bien, en cuanto salgas de allí llámame. Ten cuidado.

El castaño asintió desganado y se despidió con la mano. Se tiró a su cama y soltó un fuerte suspiro. Estaba dolido, lo admitía. Las reuniones de manada lo motivaban y le daban una razón de ser. Para él esa actividad reafirmaba su utilidad en la manada como humano. Para él significaba poder ver a Derek dar órdenes y liderar de forma sexy y contundente.

Bajo el agua. - Sterek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora