4.

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- Date prisa Sti, vamos tarde, ¡muy tarde!

- Siempre llego tarde a todo Scotty, no hay prisas.

- Claro, no hay prisas. - ironizó con enojo. - Solo vamos a una boda.

- Chucho fastidioso. - resopló atando el nudo de la corbata y casi ahogándose con el mismo.

El latino corrió a soltar el agarre una vez vio morado a su amigo y rió a carcajadas por la torpeza del castaño, quien golpeó y maldijo la corbata y su forma extraña de usarse. Para él era suficiente con una camisa a cuadros y unos pantalones algo formales, las bodas eran para pasar el rato, comer, bailar, beber, ligar... bueno, que ya no podía ligar, desde que afianzó su relación con el moreno posesivo y de cejas más grandes que su mismo futuro había dejado de ligar.

No es como que fuese un casanova antes de ello, pero los tiempos mozos siempre serán los tiempos mozos.

- Ya estoy, ¡vaaaamos! - gritó con emoción tomando su saco y poniéndoselo de un tirón.

- Listo, listo. Fuera. - exigió Scott empujando suavemente al castaño fuera de la habitación.

- Qué exagerada que es la gente, solo voy como... diez minutos tarde y ya se alteran. - exclamó Stiles ante la mirada de varias personas.

- Stiles vienes tarde. - susurró su padre una vez lo vio entrar con esa sonrisa socarrona.

- Las bodas no son para llegar puntual. - recordó.

- Si es de tu boda de la que hablamos, sí. - puntualizó apretando el brazo de su hijo y guiándolo por el camino al altar.

- No seas amargado. - bufó una vez lo abrazó y lo dejó en manos del moreno que lo miraba serio.

- Stiles...

- Llego tarde, lo sé.

- Creí que tú no... - supuso el azabache pasando saliva pesadamente y tratando de detener los pequeños escalofríos que transitaban por su cuerpo.

- ¿Que yo qué? - dudó triste al ver la preocupación en la mirada de su prometido.

- Que no ibas a venir, que te habías arrepentido y yo...

- No, ni lo digas Derek. - musitó afianzando el agarre de sus manos y besando la mejilla del mayor. - Hay que estar muy mal de la cabeza para hacerte daño mi amor, en serio. Te amo y te amaré siempre, si no venía era porque seguramente tenía que prepararte una sorpresa para después.

- Lo siento por dudar.

- Lo siento por llegar tarde.

- Te amo.

- Te amo más.

Rieron y acercaron sus rostros sintiendo el calor y los nervios del otro, rozaron sus narices en un beso esquimal y se prepararon para la ceremonia que uniría sus corazones ante la ley y lo divino.

Aunque para Stiles el moreno ya era su divinidad, su ley. Él era su esperanza, su motivo para levantarse cada mañana y para acostarse cada noche. Era su razón de ser y existir. Su hombro en la tristeza, su sonrisa en la alegría. Era esa luz mañanera que nos recuerda que estamos vivos para luchar, para seguir adelante. Para Stiles Derek era su luz. Una luz grande, amargada, sexy, cariñosa, responsable, perezosa, consentida, la misma luz que brillaba sola y que podría deslumbrar en el cosmos entero, en la eternidad e infinidad misma.

Esto y mucho más era lo que podía llegar a ser el gran Derek Hale, todo lo que solo él conocía.

Para Derek Stiles lo era su todo, literalmente. Con todo el rollo sobrenatural y los problemas por aquí y por allá creyó que el castaño iba a terminar dejándolo por no dedicarle tiempo o por ser tan seco y amargado en las reuniones de manada, cosa que se había empeñado en cambiar, utilizando motes o besándolo en público para darle seguridad. Después de lo sucedido en las piscinas, juró no descuidar a su castaño nunca más.

Bajo el agua. - Sterek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora