Love aint always fair

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—...Pero noooo, el muy idiota piensa, sí, los idiotas también piensan, "Vamos a pegar a Sebas, como es tan marica no se va a defender" y claro, luego pasa lo que pasa. Espero no haber dejado ADN en la escena del crimen.— Sebas pone cara de "Ups, que error": —Vamos, que no fue para tanto, eran cinco, y yo iba con un emo bajito con pinta de no haber roto un plato en su puta vida—

—A ver si adivino, los cinco no sabían que Fer era cinturón negro de Kung-Fu y Aikido— Contesta Daniel.

—Meh, no me dio tiempo ni a reaccionar, tres segundos después, estaban todos agarrándose los huevos y retorciéndose de dolor.— Sebas sonríe socarrón: —Ni se despeinó el niño—

—Normal— Salto: —Con la cantidad de laca que lleva, es así como difícil—

Fer, el chico con pinta más inocente de todos, ese que cumple los veintidós en mayo y aún parece de dieciocho, el que le roba las chaquetas a Marta.
Ese es cinturón negro en Kung-Fu y Aikido, naranja en Judo y verde en Karate. Reparte hostias como panes y no hay bicho viviente que le pare. Es una máquina de destrucción (de tamaño de bolsillo, que no pasa del metro sesenta).

—Conclusión, no te metas con el marica, puede que no te pegue, pero tiene contactos—

Pasamos por el parque, básicamente vamos a casa de los padres del novio de mi hermano a buscar el Call of Duty, el Skyrim y el Halo. Según Sebas, hay que aprovechar ahora que sus padres no están en casa. No deben de tener buena relación.

¿Por qué voy yo? Porque soy un acoplado y no voy a perderme un capítulo de mi telenovela favorita. Lo siento por su privacidad, pero es demasiado entretenida.
También acoso a Marta y Fer, eso es un dramón que déjalo ir. Se pasan la vida peleándose por algo de filosofía.

—Al día siguiente, se me presenta uno de los matones, sin salir de la uni, p'aque, el caso, de me acerca y me dice, "Te voy a matar, casi acabo en urgencias"—

—¿Y qué pasó?—

—Qué iba a pasar. Que le hice una llave y lo tiré al suelo, no me jodas, que llegaba tarde a dibujo.— Eso es, Sebastián, el dibujo por encima de le extorsión. Me encanta este chico.

La casa de los padres de Sebas es un chalet con pinta de palacete, muy pijo. Rodeado de un césped que me está pidiendo a gritos que me tire en él y unos rosales perfectos. Tiene un aspecto muy sintético, me molan más las macetas de mi casa, jungla salvaje en tamaño pitufo. Mientras nos acercamos comienza a llover, gotas gruesas y espaciadas.

El aspecto de Sebas choca mucho con la casa. Es como coger a un guerrero futurista de pelo azul y meterlo en una película histórica sobre la América de los felices años veinte. A medida que cruzamos el camino cuidadosamente señalado en dirección a los escalones blancos, su expresión se vuelve más y más ceñuda. La luz hace que las letras reflectantes de su cazadora brillen un momento. "DAMNED".

Saca las llaves y me da la sensación de que retrasa el momento de entrar. Finalmente abre la puerta.

—Las damas primero— me dice. Le miró levantando una ceja y luego entro dando saltitos como un hada del bosque: —Venga, cogemos los juegos y nos largamos ¿Vale?—

Anda delante de nosotros, de pronto se para en seco, y yo me estampo contra él.

—¡Ay, joder!— murmuro para mí mismo, porque me he metido el dedo en el ojo.

—Mecagüen la hostia— gruñe entre dientes Sebas, de forma apenas audible.

En la sala de estar hay gente, una señora asiática con toda la pinta de ser la madre de Sebas, un señor de pelo entrecano que me apuesto lo que quieras a qué es su padre y más gente asiática que seguro que es la familia de su madre. Se quedan paralizados un momento, ellos en un lado de la habitación, su hijo en el otro.

Cuidado con el tren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora