Prólogo

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En cierto día, Vicky llegó a casa luego de salir de la universidad y consiguió la casa hecha un desastre. Estaban pasando un juego de fútbol en la televisión de Real Madrid contra Barcelona iban 2 a 2 en el minuto 85. 

 Pero eso no fue lo que la molestó apenas entró, ella estaba acostumbrada a aquel desastre, ¿cómo no estarlo? si vivía con 3 hombres sin incluir a su hermanito menor de apenas 3 añitos. Su molestia fue por el pequeño pero no contra él ¿se entiende? Bueno, mientras sus dos hermanos se estaban comiendo la cena del bebé como los lambucios que son, el pequeño estaba todo sucio y llorando probablemente por el hambre. Eso la hizo enfurecer y explotar como uno de esos fuegos artificiales llamados traki traki

-¿Pero qué están haciendo? ¿Por qué se están comiendo la comida de Jesús? ¿No ven que está llorando porque tiene hambre? –ella agarra al bebé y lo carga entre sus brazos y comienza a mecerlo para que deje de llorar- Y entonces... ¿quién me explica? Estoy esperando una respuesta

-Es que teníamos hambre, olvidamos que era de Jesús y pues cuando se despertó fue que nos acordamos

-¡Son unos grandísimos estúpidos, idiotas y lambucios! ¿Acaso no les dejé comida hecha? ¿No pueden estar pendiente de un niño por unas horas?

-Vicky es difícil para nosotros, cálmate ¿sí?

-¿¡Que me calme!? Pues no, no quiero calmarme y ¿saben por qué? Porque ya estoy harta, estoy cansada de todo esto –exclamó furiosa dibujando un círculo imaginario, con una mano mientras con la otra seguía cargando al niño sin dejarlo caer, como quien tiene mucha experiencia en eso y, la verdad, la tenía- Ustedes no saben lo difícil que ha sido para mí asumir el rol de la mujer de la casa, yo sólo era una chica de 16 años que no estaba preparada para tanta responsabilidad, para atender a tres hermanos que prácticamente se convirtieron en sus hijos. Yo tuve que ponerme las pantaletas bien puestas para ajustarme los ovarios y hacerme cargo de todos los quehaceres de la casa, de mis hermanos, de trabajar para mantener y traer comida a esta casa, además de lidiar con un padre alcohólico que no hace absolutamente nada para ayudar aquí

Vicky alzaba la voz, claramente alterada, mientras caminaba por toda la sala aún con su hermanito en brazos

-Mis días comienzan a las 3:30AM, hora en la cual debo levantarme a hacer comida para todos antes de irme al trabajo; debo hacer el desayuno, el almuerzo y hasta la cena, además asegurarme de que, cuando se enfríe meterla en la nevera porque si no se puede dañar, también debo estar pendiente de que el microondas funcione bien para que, al momento en que a ustedes les de hambre, simplemente calienten la comida y se la jarten como los trogloditas que son

Sus hermanos sólo la miraban expectante por todo lo que ella les decía, habían dejado de comer pero de vez en cuando le echaban unas miraditas al plato como diciendo "orita en lo que esta se calle volvemos a lo nuestro" pero parecía que su hermana estaba en cadena nacional y hablaba más que Chávez y Maduro juntos.

-A parte de eso, ya como a eso de las 5, primero me toca bañarme y luego planchar no solo mi ropa sino también la de ustedes y si se preguntan porqué no la plancho la noche anterior, tal vez se deba a que todos los benditos días llego a las 10:00PM. Ya para cuando termino de planchar, Jesús se ha despertado, le doy de comer, lo duermo y lo vuelvo a acostar, termino de arreglarme y me voy casi siempre a las 6 sin desayunar para poder agarrar ruta y llegar temprano al trabajo porque si llego tarde el animal que tengo por jefe me descuenta pues no le basta con hacerme la vida imposible cada día con cosas que mejor ni les cuento. Al salir de allí me voy a la universidad y les juro que ni yo misma sé cómo hago para hacer todo eso y salir bien en mis evaluaciones cuando ni siquiera me da chance de estudiar

Vicky se sentó cuando el pequeño se durmió en sus brazos y bajó un poco el tono de voz pero aún estaba cargado de reproche, para ese momento sus hermanos estaban cabizbajos después de haber escuchado todo aquello

>>Entonces –continuó ella- cuando llego a casa luego de un horrible día y pienso que ya voy a descansar, me encuentro con que Juan, de 20 años, y José, de 13, son tan estúpidos que ¡no pueden hacer una sola cosa de lo que les pido bien!

-Vicky... –comenzó Juan pero ella lo interrumpió

-Y resulta que si me enojo yo soy la mala ¿no es así? –soltó con sarcasmo- no pido que me agradezcan nada pero una ayuda de parte de ustedes no estaría nada mal

-No teníamos idea

-No, usualmente nadie nota todo el esfuerzo que hacen las mujeres por sacar a su familia, casa e hijos adelante. Incluso yo era así, no valoraba todo lo que hacía mi mamá hasta que me tocó tomar su lugar

-Nosotros te vamos a ayudar –aseguró José- vamos a trabajar

-Tranquilo enano, con que me ayuden en la casa y estudien basta

-¿Por qué nunca nos dijiste nada?

-¿Por qué ustedes nunca se dieron cuenta de nada?

-No somos adivinos

-Sólo creí que debía cargar con todo sola, sin pedir ayuda, tal y como mamá lo hacía, ella no la pedía a menos que se la ofrecieran

-Pero todos somos diferentes, además tú cargas con muchas más cosas

-Solo quiero sacar esta familia adelante –hasta ahora se había tragado el nudo que se le había hecho en la garganta pero lo que dijo a continuación le quebró la voz:- quiero que mamá se sienta orgullosa desde donde quiera que este –justo en ese momento los tres se abrazaron durante un rato en el cual aún estaban procesando todo lo que había pasado y habían dicho. Por un instante, fueron sólo los cuatro hermanos de aquella familia, como si estando abrazados solucionaran todo, como si en ese momento ya nada importase. No se fueron conscientes de cuánto habían necesitado ese abrazo hasta que lo llevaron a cabo, no tenían uno desde que murió la madre hacía tres años atrás.

De pronto, la puerta fue abierta torpemente y visualizaron al padre quien venía borracho, como era usual. Hizo mucha bulla al entrar y Vicky se esforzó para que el niño no se despertara ya que de lo contrario sería un infierno volverlo a dormir y no tenía las fuerzas requeridas para hacerlo. Ya se habían separado del abrazo pero aún seguían allí juntos en aquella sala donde fueron niños felices junto a sus padres en algún tiempo.

Juan, Vicky y José, sólo veían a su papá sin un ápice de emoción, sin un rastro de como lo miraban antes, alegres cuando él llegaba. Vicky intentaba aguantarlo y soportarlo pues era su padre y debía respetarlo pero en ese momento, sin poder evitarlo, en su cara se reflejó claramente el fastidio por tener que lidiar con un borracho

"¿Cuándo me casé que ni me enteré?" solía preguntarse a sí misma pues se sentía muy a menudo como si se hubiera casado y fuera la típica esposa que tenía que aguantar las actitudes ridículas del padre de sus hijos, la diferencia es que ese era su padre también y sólo por eso debía aguantárselo. Además le agradecía a Dios, que al menos tenía un padre y ni ella ni sus hermanos eran totalmente huérfanos aunque lo pareciera

Vicky se levantó para llevar a su papá a su cuarto y evitar que se golpeara como la última vez pero Juan, que sabía perfectamente lo que ella se disponía a hacer, se lo impidió

-Yo lo llevo, tú ve a descansar –ella asombrarse por su actitud

-¿En serio? No –se respondió ella misma mientras negaba riendo- debes estar jugando

-No, es en serio. Ya has tenido suficiente por hoy, además mañana debes levantarte temprano –los miró como si le estuvieran hablando en mandarín, poco convencida y sin hablar.

¡Eureka! Al parecer habían encontrado la forma de dejarla sin palabras

-Nosotros nos encargamos, recuerda que te dijimos que te ayudaríamos –esta vez quien habló fue José

-Vaya, si hubiera sabido fuera hecho este escándalo antes –se empezó a reír de golpe y ellos hicieron lo mismo

Ella se fue a dormir, no sin antes cambiar y limpiar a Jesús con cuidado de no despertarlo y, tanto Juan como José, por primera vez en tres años, la ayudaron realmente.

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