✧┊» Neverland ; O6

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Entre todos los cuentos,

el nuestro es mi favorito

Perdida en este bello como putrefacto mundo, sin tener ni sentir un lugar verdadero, al cual su corazón se permitiera llamarlo un verdadero hogar, estando sumida en la agonía y soledad, junto a la gran penumbra de su habitación, la cual atrapaba sus miedos para incrementarlos. Fue de esta manera que, una noche en donde la Luna parecía haber desaparecido, pudo divisar apenas una sombra volando en lo alto.

Él fue quien se acercó hasta ella: sentándose sobre el marco del ventanal, dejando uno de sus pies colgando hacia el exterior y moviendolo de un lado a otro, amenazando con dejarse caer, mas parecía que el varón no temía de hacerlo. Ella notó que, en su mirada arrogante y ojos brillantes, aquel ser no tenía miedo de nada.

No comprendía en su momento el por qué estaba allí (ni mucho menos cómo había llegado de la nada), aunque, muy en el fondo, conocía la respuesta, aún cuando sonaba descabellada e irreal. Se acercó un poco más del principio, y le dedicó una sonrisa compasiva -la cual ella confundió con una dulce-, mirándola de arriba hacía abajo, como si estuviera analizandola y pensando seriamente.

Ella fue la primera en hablar, preguntando qué hacía alguien como él frente a alguien como su persona, y recibió tal respuesta que quedó bastante desconcertada, pero a la vez algo en su pecho sonó de repente; como si algo que extrañara volviera.

-Sólo he venido a charlar un poco.

«Él es extraño».

Su primer pensamiento acerca del hombre que se pareció en aquella noche fue aquel, y hasta hoy en día, sigue pensando lo mismo. Pero la fémina tenía cierto dicho, el cual decía: "lo extraño no necesariamente tiene que ser malo". Y en verdad estaba en lo correcto: aún cuando su semblante y palabras demostraban a una persona cruel y arrogante, había un muchacho calmado y comprensible; alguien que estaba tan sólo como ella, y que tenía mucho amor que dar, solo que debía de aprender demostrarlo.

Una propuesta repentina fue lo que lo cambió todo, tanto para la humana como para aquel muchacho inmortal:

« Jamás en todo este tiempo había visto a alguien tan extraña como tú: en tí puedo notar la soledad por la que atravesaste en tu mirada reflejada, mas tu sonrisa es la que me extraña; produce algo en mi ser que me es desconocido, así como tu persona: sumamente extraño, pero para nada desagradable. Deberías sentirte honrada de aquello...

Quiero que te quedes junto a mí.

Seré como aquel que, volando por el cielo nocturno, te guiará hasta la segunda estrella. Seré como aquel que responde al nombre de Peter Pan; que aunque el tiempo pase, jamás envejecerá, y así podré tenerte siempre junto a mi lado.

Sólo tienes que obedecer y observarme, porque cuando lo haces, siento que el tiempo se detiene como en Nunca Jamás.

Aunque sea por una fracción de segundo, seremos eternos».

La verdadera cara de la soledad, era aterradora.

El destino de ambos quedó sellado ante el mero capricho de compañía, de sentir calor, de sentirse queridos. No importaba nada ya. Él ya no tenía a nadie, los había perdido a todos. Incluyéndolo a él.
Ella nunca había tenido a nadie, y deseaba poder ser abrazada y amada, aunque fuese una mentira y un juguete. No tenían nada qué perder.
Ella se hundió su rostro en su cuello y sus manos recorrieron con gentileza el cuerpo del más alto, hasta unirse entre sí, abrazándolo con cierta desesperación. Él se estremeció y dudó en corresponder, pero al sentir la calidez de ser abrazado, de sentirse necesitado por alguien más, de estar menos solo, correspondió. Con algo de fuerza extra, sus brazos rodearon a la chica.

El silencio reinó, pero aquello no era una molestia. Estaban juntos. Ya no tendrían que estar solos, no por el momento.

Sus colmillos rozaron su piel, y ella no dudo en recibirlos...

Ambos estaban perdidos y solos, pero ahora, estaban juntos, en busca de encontrarse nuevamente con ellos mismos.

Como en los cuentos de hadas.

Él era su Peter Pan y la llevaría volando a su tierra de Nunca Jamás.
Pero aquella niña ingenua no sabía que él era su perdición, el cual estaba por arrastrarla a un infierno.

Pero ningún infierno se comparaba a la soledad.

Y ellos ya no estaban solos.

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2022 ⏰

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