Aún a pesar del ambiente en el cual se encontraban y la promesa que se hizo a sí mismo hace exactamente diecisiete años atrás, la ansiedad que tenía por volver a tocarla lo estaba matando.
Las promesas que sus labios alguna vez pronunciaron quedaron sepultadas debajo de los sentimientos —a esta altura— incontrolables del albino junto a su impulsividad ante el momento y sus ojos, esos ojos que había presenciado una y otra vez, pero siempre terminaban por dejar aquel brillo que tanto él amaba.Era doloroso, pero, a pesar del tiempo y la monotonía de aquel momento, fingía que no le dolía en lo absoluto.
Las primeras veces que había sucedido lo dejaron desconcertado completamente, y ni hablar del dolor que sentía al pensar que, esta vez no volvería a verla.
El varón tenía un grabe problema que había desarrollado a lo largo de estos ciento diecinueve años, y ese problema era que se había enamorado perdidamente de aquel ser que volvió a encerrarlo, despojándolo de su libertad. Pero este encierro no era en algún edificio o lugar, no, nada de eso: aquel encierro se encontraba en su mente junto a sentimiento de culpa.
Nuevamente, ambos parados en el mismo escenario de hace diecisiete años atrás, interpretando las mismas acciones que dictaba el libreto del cruel destino.
—Por favor, quiero entenderlo... —la súplica que sus labios pronunciaban se mantuvo por unos momentos suspendida en el aire, mientras que sus palabras retumbaban en su mente de manera dolorosa—. ¡Quiero entenderte! Quiero comprender todo esto; saber el por qué me suceden estas desgracias, saber por qué sólo yo puedo verlas; por qué siento que nos conocemos. ¡Quiero saber más de todo, incluso de tí!
—Cierra la boca —habló demandante el mayor mientras observaba la sorpresa de la femenina frente suyo—. ¿Qué te hace pensar que puedes pedir descaradamente tales deseos a alguien como yo? No eres más que una mujer codiciosa que sólo busca saber, pero no eres digna de conocimientos.
»Oh, qué fuertes palabras le
haz dedicado a pobre la dama, Carla.El silencio que parecía torturar su corazón les ponía los pelos de punta a ambos. A uno el corazón le dolía por las palabras recientemente escuchadas, y al otro por tales palabras pronunciadas.
Las mentiras no estaban bien vistas para él, pero, ante todo lo vivido ya, las mentiras se volvieron costumbre; pero la mentira que se atrevió a decir estaba carcomiendo su mente. Pero, era una mentira para salvarla, ¿verdad? Una piadosa, una que la mantendría a su lado por un tiempo más antes de que ellas vinieran. Entonces, si era una mentira por un bien, ¿por qué no le gustaba esa sensación en su pecho, si técnicamente estaba salvando a su eterna amada?
Toda esa farsa que había estado llevando a cabo durante meses estaba cansandolo, pero a ella, era como un motor de arranque para acercarse a él. Las barbaridades que le dijo jamás le importaron, y todo porque su rostro se le hace muy familiar, tanto así como para despertar nuevamente al gato curioso en su interior.
»Pero todos sabemos qué pasó con aquel gato curioso, y esta vez no sería una excepción.
—¡Por favor! —pidió nuevamente con las lágrimas a punto de desbordar—. No puedes negar que hay algo extraño en todo esto. Sé que hay algo raro en tí también... Sé que...
—No me metas en la misma bolsa que tú —al hablar su anatomía se movió de manera rápida hacia ella, acercándose peligrosamente a la humana, acortando la distancia entre ellos—. No me compares con alguien tan inferior como lo eres tú.
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❝ Endless ❞┆ ❪ DL ; Tsukinami ❫
Hayran Kurgu❦┊Así como el dolor y el amor, lo suyo no tenía final. Era un ciclo de puro sadismo y a la vez de placer causado por aquellos colmillos bajo la resplandeciente Luna. Ellos no le darían fin a todo aquello, ni mucho menos a su sufrimiento. Jugarían c...