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En una mesa para dos hay solamente un lugar servido, donde a lo lejos vemos que las lagrimas caen por sus mejillas mientras que en la habitación aborda el silencio, se dice que hay un lesionado que pide auxilio pero nadie lo escucha, el callejón esta vació. Mientras que la brisa le aborda en su conciencia y le lleva un pedazo de tela que lo abraza con ternura, no quiere rosas, ni una pradera, no quiere risas ni lamentos, mira entre los espejos al que tiene desenfrenos, a la bestia que ataca y que siente. Nunca había comido hierbas tan amargas ni había dejado que el vino cayera en su vestido, no había permitido que los recuerdos sucumbieran en lo mas mínimo de su ser para brotar el sentimiento de lo que había sido olvido. Ya es tarde, ya oscurece, lo veo por la ventada porque el niño que se mese en el columpio esta solo y me extraña que no tenga a su compañera de juegos a un lado.

Brotan en sus mejillas, brotan por el olvido, ya que la comida se ha enfriado y se mantiene en silencio, hay un herido que necesita ayuda, no pide rosas, ni lamentos, hay un niño que esta solo y en silencio.

Se levanta. La mesa esta lista, para dos que se ausentan por un pedazo de tela en su recuerdo.

Tardes de café y memorias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora