Draco llegó volando a su vida, de ello yacía una semana. Aquel día Hermione había discutido con Beatrice —una compañera de la escuela primaria — porque la había visto haciendo florecer girasoles, la acusaron de bruja, lo aceptó y recibió una lluvia de golpes e insultos.
Más tarde le dieron una suspensión, sus padres la castigaron por mentir sobre la brujería en un colegio católico. Le ordenaron estar encerrada en su habitación por el resto de los días. Tras la cena su furia hizo que todos sus libros terminaran en el piso. Sí, un desastre que ella tuvo que recoger.
Lágrimas tibias brotaban de sus ojos ¿Por qué nadie le creía? ¿En realidad había enloquecido? ¿Todo era parte de su fértil imaginación? ¿Había sido Draco un sueño? No, era tan real porque el libro que él había tomado aún no le era devuelto.
Ella podía usar magia, lo sentía en cada poro de su piel, sin embargo, sus padres tenían la mente cerrada. Detestaban todo lo que hablara de brujería. Eran muy estrictos en cuestiones de fe. Se hacían los ciegos cuando ella usaba magia en algunas pequeñas cosas, como atar las agujetas de sus zapatillas o alcanzar la taza que estaba en un estante demasiado alto.
Cerró los ojos tras poner la última novela en el estante. Se acurrucó cerca, el llanto la inundó sin remedio por lo que dejó que su pequeño y noble corazón se desahogara... Sollozó durante minutos que le parecieron horas.
— Me gusta verte con una expresión de curiosidad antes que oír tu llanto...— Sintió que le acariciaba la cabeza como a un pequeño cachorro.
Alzó la mirada, Draco estaba de cuclillas frente a ella, observándola con preocupación. Él esta vez usaba un traje negro que parecía ser un camisón.
— Sí, justo así. Esa mirada de curiosidad me gusta mucho. — él le soltó la cabeza para secarle las lágrimas con un pañuelo de seda blanca. — ¿qué quieres preguntar?
—¿por qué usas camisón? — preguntó la castaña, su tono de voz se escuchaba apagada por el llanto.
— Es una túnica, es lo que usamos los magos. — le explicó — magos y brujas usan este tipo de ropa. He visto que los muggles usan ropa como la tuya. Varias piezas que son difíciles de colocar.
— Entiendo...
—¿Te sientes mejor? — preguntó él. — He vuelto para entregarte tu libro, gracias, ha sido un fantástico. Ahora quiero llevarte conmigo.
— No puedo salir, estoy castigada por decir que soy bruja. — Hermione se lamentó, se sentía tan débil e inferior.
— No vas a salir por la puerta. — Draco la hizo ponerse en pie. Le pasó una capa negra por los hombros, la ató e hizo lo mismo con la suya. — Iremos a Neverland (el país de nunca jamás).
— ¿Existe? — preguntó ella con tanta curiosidad.
— Solo si crees... No deberías dejar tu ventana abierta, alguien aparte de mí podría meterse y yo no quiero que te ocurra algo malo. — Él le tomó de la mano. — Sal conmigo. Empezarás a flotar tan pronto como estemos en el aire.
Así lo hicieron, Draco fue el primero en salir, no soltó la mano de Hermione cuando ella dio un pequeño salto de fe, creía en la magia así que apenas dio aquel paso estaba flotando mientras era sostenida de la mano.
— Vamos.
El viaje fue de ensueño, mágico... Londres muggle era precioso durante la noche, volaban tan alto que nadie podría verlos y si lo hacían los confundían con alguna ave.
Neverland era un lugar un tanto tenebroso, eso se le había olvidado a decir a Draco, en realidad Malfoy Manor siempre lucía así, solo que a la pequeña le sorprendía el lugar. Veía una mansión tan alta, con paredes grises, los jardines eran inmensos con flores por doquier. Ingresaron por una ventana abierta. Bajaron hasta quedar delante la chimenea de un gran salón, el lugar se sentía frío y triste por la poca iluminación.
— Parece la casa de un vampiro, pero no lo es ¿cierto? — comentó Hermione.
Observó que sobre la chimenea estaba un cuadro de una familia, una mujer de cabellos rubios con una piel tan pálida como la del que parecía ser su marido. Había un pequeño niño rubio tan tierno... Era... ¡Draco! — Tu madre se ve tan hermosa...
— Lo es, mira está saludando. — Draco señaló el retrato, ahí Narcissa le saludaba con la mano derecha — Vamos, te están esperando en el comedor.
— ¿Me esperan? Empiezo a temer...
— Mis padres no matan ni una mosca... Solo quieren conocerte — el rubio la tomó de la mano para conducirla— Desde la semana pasada no he dejado de hablarles de ti...
Cuando ingresaron al comedor había una pareja bebiendo chocolate caliente.
— Madre, Padre. — Draco los llamó — Ella es Hermione. Mi amiga.
— Buenas noches, es un gusto conocerlos. — Hermione hizo una pequeña reverencia como las princesas al conocer al rey de otro lugar.
Ambos pequeños se acercaron a la pareja.
— Eres tan hermosa que podría confundirte con un ángel. — comentó el hombre adulto. — soy Lucius Malfoy y ella es mi esposa Narcissa.
Los señores Malfoy le hicieron todo tipo de preguntas, le pidieron que narrase cómo conoció a Draco. Le preguntaron detalles de su familia. Él solo observaba y sonreía, los tres rubios ocultaban algo que Hermione no notaba. Los señores la trataban como a una pequeña princesa.
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Neverland ©
FanfictionHermione conoce a un extraño "Peter Pan" en pijama. Su amistad florecerá, con ello sabrá que nada de su vida es normal y que ni siquiera es una Granger. ----------- » Pareja principal: Dramione. εїз Publicado: 10 de febrero, 2019 εїз Finalizado: 5 d...