Era la primera vez que salía de compras con Naruto. Tenía ya siete meses, pero era un niño sin duda enérgico. Demasiado para su gusto. Ese era su día libre y pensó que un paseo por la villa y algo de aire fresco le podrían venir bien a ambos. También aprovecharía para comprar algunas cosas al otro lado de la ciudad, puesto que hace tiempo no pasaba por allí.
El rubio, a quien cargaba con su brazo izquierdo, se encontraba entretenido con un juguete nuevo que le había comprado. Por su parte, estaba revisando nuevamente la lista de cosas que le faltaban por comprar. En un principio pensó en comprarlo todo y así deshacerse de esa lista de una buena vez, pero se le sería complicado cargar con tantas bolas teniendo que a la vez cargar con el pequeño alboroto que era Naruto.
Por otra parte, le costaba un poco pasar desapercibido todas las miradas curiosas que recibía. Recordó antes escuchar como circulaban rumores de él con un bebé a cargo, pero el que la gente pueda verlo por la aldea tan casual con él lo comprobaba y generaba cierto interés y curiosidad a los demás. Al menos agradecía que no parecían reconocer aún la cara de "el niño del Kyuubi". Sinceramente temía los problemas que eso podría causarle al pequeño en el futuro.
De minuto a otro una persona repentinamente llegó frente suyo haciendo una exagerada entrada con una bomba de humo, llamando bastante la atención de las personas alrededor. Por instinto, su cuerpo se tensó y se puso en alerta. Aunque solo una persona en la aldea podría hacer tal escándalo simplemente para hablar con alguien.
−¡Enfrentémonos, Kakashi! –exclamó ruidosamente el muchacho de grandes cejas.
Maito Gai había hecho aparición frente a él de la forma más llamativa posible, como solo él solía hacer. Sin embargo, antes de siquiera poder saludarlo o decirle algo, escuchó el llanto del niño en sus brazos por el sobresalto que se llevó. Fue entonces cuando el chico de grandes cejas se dio cuenta del bebé que traía el jounin.
−¡Lo asustaste, idiota! –insultar a sus amigos no eran un pasatiempo del albino, pero pensar en sus palabras fue lo último que hizo ante la situación.
Kakashi comenzó a mecer ligeramente al rubio, intentando tranquilizarle y trasmitirle la seguridad que el pequeño necesitaba. Vio como su autoproclamado rival se quedó completamente estático frente suyo observando con real sorpresa al bebé, y como por detrás de él llegaban Asuma y Kurenai con la misma expresión.
−¡¿Kakashi, desde cuándo tienes un hijo?! –volvió a gritar el de cabello de tazón, provocando que el niño que comenzaba a calmarse volviese a alterarse.
−¿Cómo demonios iba a ser mi hijo? –respondió intentando mantener la calma. Había muchas ocasiones donde alguna que otra persona le hacía enojar, pero nunca se había enfadado con alguien con tanta facilidad.
−¿Estás cuidando al hijo de alguien? –preguntó el Sarutobi.
−No, este niño está a mi cargo. –dijo mientras intentaba, nuevamente, calmar a Naruto.
Las cosas ya estaban más serenas. A pesar de que se había negado aquellos tres lo habían arrastrado hasta la tienda de dangos para poder conversar mejor y poder explicar las cosas acerca de Naruto. Además, no se habían visto hace, prácticamente, siete meses, desde el accidente del Kyuubi.
Les había explicado cómo era que terminó haciéndose cargo del niño. Obviamente omitió toda información acerca de quiénes eran sus padres, sin embargo, les contó sobre su situación como jinchuuriki, de todos modos se enterarían tarde o temprano. Los tres habían quedado completamente asombrados, el que Kakashi hubiera estado ausente todos esos meses ahora cobraba sentido. Que aquellos rumores sean reales era lo último que habían imaginado.
−¿Estás seguro de eso, Kakashi? –habló la única muchacha.
−Si no estuviera seguro de eso no estaríamos en esta situación.
−Pero no es un niño cualquiera. −comentó ahora Asuma.
−Tomé mi decisión hace meses, ya no hay vuelta atrás.
−¡Pero Kakashi! –levantó la voz Gai− ¡Así no podremos enfrentarnos como antes!
−Realmente no estoy desesperado por hacerlo... −dijo algo fastidiado de que todo lo que tenga que ver con la bestia verde terminase en un duelo.
−¡Además aún no tienes la edad suficiente! –siguió opinando el usuario de taijutsu− No por nada es una responsabilidad de adultos, ¡estás desperdiciando tu juventud!
−Estoy de acuerdo con Gai –concordó la chica−. La crianza de un niño es un tema delicado y complicado.
−Soy consciente de los inconvenientes, ya me hablaron de eso... −el albino hizo una pequeña pausa− Pero lo haré de todos modos, no importa lo que opinen los demás. Lo único que necesito es el permiso del hokage.
Observó durante unos segundos el rostro de aquél que dormía entre sus brazos. Tomó sus cosas y se dispuso a levantarse de su asiento. Comenzó a alejarse tranquilamente del lugar luego de despedirse. Sin embargo, antes de estar muy lejos, un llamado lo detuvo.
−¡Oye! –exclamó Gai− ¡Nos vemos otro día! –dijo a modo de despedida dirigiéndole una sincera sonrisa, al igual que los otros dos. A pesar de que era difícil apreciarla bajo la máscara, Kakashi le devolvió el gesto.
Comprendió que sus amigos aceptaron su decisión y no volverían a hablar del tema. También entendió, gracias a aquellas sonrisas, que lo apoyaban. Era la primera vez que se paraba a pensar acerca de eso, pero si se mirase desde afuera tal vez pensaría que era un tonto. Él en teoría siempre había sido bastante inteligente, pero siete meses atrás había tomado la elección más loca de su vida. Y, hasta el momento, no se arrepentía. Y esperaba no hacerlo tampoco en el futuro.
Sujetó con mayor firmeza al bebé, pero no la suficiente como para despertarlo, en un acto inconsciente de no querer separarse de él. Tal vez, y solo tal vez, aunque el propio hokage no estuviese de acuerdo él de todos modos sería el guardián de Naruto, aquél niño tan pequeño pero que ocupaba un enorme espacio en su corazón desde que estuvo junto a su lado, aún si no fuese mucho tiempo.
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Hermanos [Kakashi y Naruto]
FanfictionA sus catorce Kakashi era el único de su equipo en pie. Su padre, sus amigos, su maestro, todos ellos habían muerto. Gran parte de su vida estaba cubierta de soledad, era algo a lo que ya estaba acostumbrado, pero luego del fallecimiento de su sens...