Como buen empresario, Víctor Vargas Irausquín te invita a estar al tanto de todo lo que debes saber sobre funciones de gerencia, finanzas, producción, investigación y desarrollo de un negocio. Igualmente este es un espacio donde encontrarás tips fi...
Los ya diagnosticados y consabidos ciclos económicos son como una espada de Damocles sobre las cabezas de los gestores y emprendedores.
Ciclos que no se pueden evitar, pues hasta la propia crisis económica es un medio para generar la prosperidad, aunque esta afirmación pueda parecer paradójica.
El gestor y el emprendedor saben que no la pueden evitar pero que su presencia es un reto a superar, no solo para minimizar sus consecuencias, sino para revertirlas en su favor. En un mundo moderno y globalizado, las etapas del crecimiento o crisis económica coexisten y son rebatidas por las fórmulas de los gestores y emprendedores de antaño.
Así, en la economía actual, debemos aplicar políticas contra cíclicas, es decir en crecimiento y prosperidad; el mandato y la fórmula infalible es el ahorro, al contrario, en crisis económica el precepto y la receta acertada es invertir.
Estas políticas contra cíclicas se resumen a:
* En crecimiento y prosperidad, debe prevalecer el ahorro, pues el aumento del nivel de actividad depende de la liquidez y ésta del ahorro.
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Para esto es necesario: mantener a rajatabla un presupuesto delimitado; mantener ingresos extra cuyo producto sea para guardar no para gastar más; gestionar las deudas y el ahorro, donde sea primordial el segundo en detrimento del primero; invertir en proyectos bien asesorados con garantías de éxito para conseguir mayor rentabilidad a medio y largo plazo.
* En crisis económica, debe predominar la inversión, olvidando los altos rendimientos y concentrándose en la calidad de los activos, independientemente de haber perdido la motivación para las inversiones, porque el ciclo de crecimiento regresará y la economía se recuperará con la salvedad que deberá ser debidamente asesorado para garantizar la aplicación.
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En conclusión, la prosperidad es construida tanto en el tiempo de las vacas gordas, ahorrando para contrarrestar como en el tiempo de las vacas flacas, arriesgándose a invertir.
Así, la prosperidad depende del ahorro cuando es posible y de la inversión cuando tiene que ser.
