FLECHAS

3 2 0
                                    

Las guerreras corren en zip zap
por el monte
seguidas de una lluvia de flechas.

Luz de Estrellas contrarresta
con bolas de fuego.
Ella quema indios y aledaños
Su rabia es inmensa.

¡Están perdidas!
Hay Caribes enemigos
por todos partes.

Se escucha un zumbido
de muerte en el aire.
Es un puñal.
Sirimiri se voltea
y agarra por el cabo
el puñal de piedra
que viene volando
hacia ella
y lo devuelve al instante
matando su dueño.

Lamentablemente
otro puñal
da en el blanco.
La cacique Telin
esta herida
y cae de bruces
con un puñal
clavado en la espalda.

Ella es fuerte
y se levanta
y sigue corriendo.
Sirimiri le dice
Estamos cerca de el Turabo
El nos ayudara.
¡No te rindas!

La cacique delirando
cae al piso
y les dice
por favor, no lo maten a él.
Estoy herida
déjenme morir aqui.

¡No, no, no y no!
Estamos cerca de la orilla.

Entre las dos la levantan
y le gritan al rio.
¡Turabo, sálvanos!
Han herido a tu amada.
Se está muriendo.

Turabo enardecido
se despierta
su cuerpo está herido de flechas.
Recibe a la cacique en sus brazos.
Llora de rabia y dolor.

Un indio bravío se acerca.
¡Paren las flechas! dice el indio.
¡Yo la quiero viva!
¿Quién se atrevió a herirla?

El tiempo se congeló
y todo el mundo
se quedó paralizado .
La bolas de fuego y las flechas
se quedaron suspendidas en el aire.

El río Turabo se levanta
como un gigante herido
protegiendo su amada.
Y grita con voz fuerte:
¿Quién tiene la osadía
de pisar mis orillas?

El indio contesta:

Yo sé que eres el Turabo
Y todo el mundo te respeta
Yo vine por mi amada
¡Entrégala!

¡Ella es mía! responde el rio.
¡No te la voy a entregar!

Yo no vine a pelear contigo
le dice el indio bravio.
Ella está herida
y no la puedes curar.

Yo tengo brujos y curanderos
muy buenos
Ellos lo harán
con hierbas y ungüentos.

No la dejarán morir
porque si lo hacen
los mató a todos.
Y ellos saben que lo haré
si fallan en curarla.
¡Los mataré!
¡Ella tiene que vivir!

El río llorando la entrega
en sus brazos.
Y le dice con voz entrecortada:
¡Sálvala!
¡Pero recuerda
que yo voy a volver por ella!

El indio asiente con la cabeza
y se retira con ella
como si fuera
su más valioso tesoro.
Un séquito de indios
le sigue los pasos.

Las flechas y bolas de fuego
desaparecen.
Sirimiri y Luz de Estrellas
se miran sin saber que hacer.

El río observa
la pareja hasta que se alejan
perdiéndose la tupida maleza.
Él rio azota contra las piedras
sus celos e impotencia.
Y se desborda en sollozos.

Sirimiri
All rights Reserved
Copyright@Sirimiri
Any resemblance to actual persons, living or dead, or actual events is purely coincidental.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.














ENAMORADA DE MI PUERTO RICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora