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Se conocían desde hace mucho tiempo, de hecho fue cuando ambos eran dos niños de apenas siete y ocho años.

JungKook siempre había sido amable con todos incluso con el — antes castaño— gruñón de su hyung. Y vaya que lo era, lo que no quitaba lo adorable de sus mejillas cuando se inflaban en desaprobación.

Sin duda el día que nunca olvidaría el pelinegro era aquella excursión donde olvidó su almuerzo y TaeHyung le ofreció del suyo.

Solo JungKook sabía que debajo de aquella actitud amarga se escondía una bolita de azúcar, un tigrecito de felpa suave y esponjoso. Fue por eso que comenzó a seguirle.

TaeHyung no hizo nada al respecto no lo diría, sabía bien que no lo haría, pero aquel pelinegro era su debilidad.

— ¡Kookie!

Puchereo moviendo sus bracitos mientras era llevado en los hombros de Jungkook — Calla — dió nalgadas en el redondo trasero de su hyung — Haz dicho que no puedo eh.

El problema había comenzado cuando TaeHyung mencionó su peso como un impedimento a ser bonito, diciendo que si tuviese un esposo este no podría siquiera cargarlo como en las películas que ambos veían.

Oh, y JungKook se sintió ofendido porque por supuesto el sería el esposo.







My lovely Tae ლ KookV ლDonde viven las historias. Descúbrelo ahora