marcas

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Al despertar se sintió vacío, efectivamente estaba solo, Katsuki ya no estaba a su lado y eso le hacía sentir un profundo dolor en su pecho.

Hizo su rutina normal de salir a correr un par de vueltas, regresar darse un baño, alistarse para el entrenamiento especial de ese día.

Cabe mencionar que no puso real atención a la explicación, solo captó la idea central, más no tenía interés en nada en particular.

El ejercicio era simple, algunos maestros serían ladrones, pero no usarían sus poderes, los alumnos llevarían sus trajes de héroes y caminarían por el escenario de una ciudad  en la que buscarían al "ladrón" para apresarlo sin uso exclusivo de violencia y usando el protocolo de ley establecido, que es exactamente lo que estaban estudiando, seguir la ley.

Deku se tomó su tiempo para salir de último y que nadie viera esas marcas en su cuerpo, todo lo contrario a Bakugo que se desnudó confiado y le valió un reverendo pepino que vieran su espalda arañada, no dió explicación alguna pero todos murmuraba que había tenido una aventura ya que chicas a sus pies no le faltaban.

Pese a su intento de que nadie lo viera, estaba nervioso, Uraraka le tocó de compañera y aunque todo fue bastante profesional de parte de ambos al enfocarse en localizar al "ladrón" y apresarlo intentando no usar sus quirks.

- oye Deku....buen trabajo - le dijo la chica para detenerlo pues se iba a marchar otra vez.

- igual tú - respondió intentando irse - las clases de defensa te sirven bien - se dió la vuelta.

- ya tienes novia ¿cierto? - lo dijo antes que se marchara.

- no - ni la miró al decir eso, solo quería irse.

- tienes un enorme chupetón en el cuello, no lo niegues - no lo grito para que nadie les escuchará pero si lo dijo en tono molesto.

- eso...ya...no...

- tu nunca quisiste tomarme yo pensaba entregarme a ti en cuerpo y alma y ahora....

- solo olvídalo ya, no quiero hablar de esto otra vez, solo quiero ser tu amigo, si no puedes entenderlo, será mejor no hablarnos nunca más - se fue dejándola sola.

Sabía que hacía mal, pero de qué manera le decía que nunca quizo tocarla por miedo a cometer una estupidez.

Un beso pequeño era lo único que le daba, la tomaba de la mano en contadas veces y los abrazos eran solo para felicitarse al aprobar alguna prueba, exámen o práctica.

Nunca paso de eso pues sentía que si la besaba profundamente, luego quería tocar su cintura, su cadera, su espalda, le gustaría morder sus labios y meter sus manos debajo de la blusa, probablemente tocar sus pechos, sus piernas y esa zona prohibida, después de verla completamente dispuesta, seguiría el sexo.

Y eso podía volverlo adicto, adicto a ese acto carnal tan exitante que te nubla los sentidos y te hace perder un poco de racionalidad, más adictivo que cualquier droga.

Tenía miedo de llegar a querer satisfacer ese necesidad que aún dormía en él, al menos antes de lo de Kacchan, no quería llegar a perder la cabeza un día y déjala embarazada, no quería arruinar ambas vidas, sus carreras ante un embarazo no deseado.

Era imposible explicarle eso, sin sonar egoísta, por eso solo le decía a ella que debían esperara, aún eran jóvenes y el estudio era primero, funcionaba al principio, pero ahora que ella vio las marcas en su cuello, no sabía lo que ella pensaría.

Decidió no darle más vueltas al asunto e irse a cambiar antes que los otros compañeros le vieran las salvajes mordidas aún presentes en su pecho, piernas, brazos, esos dedos marcados en su cadera y los múltiples chupetones de todo su cuerpo, Kacchan podía ser un sadico durante el acto sexual pero siendo sincero consigo mismo no le molestaba nada.

un amor desbordándoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora