Nuevo hogar

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Cuando Alrisha abrió los ojos se encontró en una habitación muy luminosa, los rayos de sol entraban por el gran ventanal que había provocando que le fuera difícil abrir los ojos, pero no tardó demasiado en acostumbrarse a ello. Estaba confusa, no conocía aquel sitio ni recordaba haber acabado allí... Pero los recuerdos de los recientes acontecimientos pronto se agolparon en su cabeza, la destrucción de su clan, su casa destruida, su madre, sus hermanos pequeños, aquellos tres misteriosos miembros de Cassiopea... Al recordar su nombre trató de mirarse las heridas que había provocado el látigo de la princesa Alpheratz, era extraño pero no sentía ninguna clase de dolor ¿habían tratado sus heridas? ¿Por qué seguía viva si su objetivo era matar a todos los del clan Piscis? Igual tenían algún motivo para atraparla y mantenerla de rehén pero ¿cuál?

En ese momento, la pequeña Sadalsuud entró en la habitación, llevaba una bandeja en las manos sobre la cual había puesto varias cosas para que la muchacha pudiera comer al despertarse, en su mayoría líquidos, al verla despierta se paró en seco.
-B-buenos días. -Saludó entre titubeos.
-¿Una niña?- Preguntó extrañada. -No sabía que había niñas en Cassiopea ¿por qué alguien tan pequeño está con gente tan horrible y despiadada?- Trató de incorporarse, sin éxito.
-¡C-cuidado!- Dejó la bandeja en la mesilla que había cerca de la cama.- No te preocupes, no soy de Cassiopea. -Esbozó una suave sonrisa para tranquilizar a la joven. -Soy Sadalsuud de Fallen Stars, no somos tus enemigos.
-Fallen Stars... Espera ¿el grupo de héroes formado por los elegidos de los dioses del zodiaco?- Hizo un segundo intento de levantarse, nuevamente sin éxito
-No te fuerces, Aqua te ha curado las heridas, pero no hace milagros con el cansancio, sólo regenera tejidos.- Bajó la mirada. -No puedo hacer mucho más al respecto, lo siento.
-¿Aqua? ¿Quién es Aqua? -Preguntó Alrisha ya sin moverse, había aprendido la lección.
Del hombro de la pequeña joven saltó una mujer del tamaño de la palma de la mano, tenía el cabello blanco que le llegaba por los tobillos, llevaba una corona de cristal y vestía un precioso vestido aguamarina, sujetaba una tinaja de agua.
-Yo soy Aqua, Aquarius, la diosa del clan Acuario. -Dijo flotando en la sala.- Encantada.
-¡¿La diosa Aquarius?! Y me ha curado las heridas... -Alrisha no daba crédito. -Pero, creía que los dioses erais enormes, no tan pequeños.
-Y lo somos, bueno, tenemos tamaños diferentes, pero como usamos el poder espiritual de nuestros elegidos para materializarnos en este mundo preferimos mantener esta apariencia fuera de las batallas para minimizar la energía gastada, nuestros poderes están muy limitados pero Milky Way es la fortaleza más segura de Plejadë así que no hay problema. -Sonrió amablemente volviendo a sentarse en el hombro de Sadalsuud.
-Ya veo... ¿Qué es Milky Way?- Poco a poco fue capaz de incorporarse, la pequeña le puso la bandeja en las rodillas.
-La base de Fallen Stars. -Respondió la muchacha. -Voy a decirle a los demás que has despertado, tú desayuna con calma. Póllux te dejó anoche algo de ropa para que te cambies, está encima de esa silla, cuando estés lista ve todo el pasillo hacia la izquierda hasta que veas unas escaleras, súbelas y verás a la derecha una puerta enorme, estaremos ahí esperando. -Hizo un leve gesto y salió con Aquarius de allí. Alrisha se quedó algo en shock, había sucedido todo muy rápido... Miró el desayuno con recelo, la muchacha había sido muy amable con ella y no parecía mala persona, pero ¿y si el desayuno estaba envenenado?

-¿Cómo está la niña piscis? -Preguntó Antares al ver entrar a la joven en la sala. Estaba apoyado en la pared mirando la pantalla holográfica que proyectaba su reloj, tenía el pelo naranja, muy corto y despuntado aunque se podía ver un mechón más largo en el lado derecho que había atado haciendo una trenza.
-Despierta, le he llevado algo de comer, en cuanto se cambie de ropa le he dicho que venga aquí para que conozca a los demás.
-Menos mal. -Tegmine estaba sentada en el sofá con un libro. -Esperemos que no lo lleve muy mal, debió ser duro ver a todo su clan, entre ellos su familia muertos ante sus ojos, pobrecita.
-Pero miradlo por el lado bueno. -Sentado en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá Regulus estaba jugando a uno de sus queridos videojuegos, parecía estar en una batalla complicada. -Ahora estamos los doce juntos para cumplir la profecía, vamos a darles una buena paliza a esos idiotas de Cassiopea.
-Como si fuera tan fácil, estúpido. -Reprochó Antares, por lo general, por muy serio y distante que pareciese tenía muchísima paciencia, pero Regulus era la única persona capaz de sacarle de quicio con sólo abrir la boca ¿cómo podía haber un guardián con tan poco cerebro?
-¡Eh, sin insultar, pedazo de basura! -Respondió a su provocación, no se llevaban del todo bien, al menos cuando estaban todos juntos.
-¿Qué son esos gritos? -Una hermosa joven de cabellos castaños que llegaban casi hasta el suelo hizo su aparición en la sala, llevaba un lazo verde adornando la parte de atrás de su cabeza y sus ojos ámbar brillaban. -¿Ya estáis discutiendo otra vez? -Suspiró limpiándose la cara, estaba negra.
-¡Elnath! -Contestaron los dos a coro levemente sonrojados, del despiste en ese momento en la pantalla en la que Regulus estaba jugando sonó un "Game Over".
-¡No! -Se quejó. -Me había costado mucho llegar hasta ahí... No es justo...
-¿Pudiste arreglar la nave, El? -Preguntó Tegmine ignorando a Regulus.
-Sí, sin mayor problema, no hay aparato que se me resista.
En ese momento apareció Alrisha por la puerta, se había puesto la ropa que le habían dejado, era un uniforme escolar beige con cuello de marinero, la falda de tablas llegaba por su rodilla y era de un tono verde azulado, al igual que el pañuelo, le quedaba como anillo al dedo.
Todos se giraron hacia ella.
-Me alegra ver que estás bien. -La joven albina se ajustó las gafas y sonrió.
-Gracias... -Se sentía incómoda con tanto desconocido allí.
-Ven, siéntate donde quieras que te presento, yo soy Tegmine, la mayor de los hijos del clan Cáncer. -Dijo mientras señalaba un sillón. -Este que está aquí tirado en el suelo es Regulus, el rey del clan Leo, aun que actualmente como está aquí las funciones las realiza la sacerdotisa del clan, su hermana mayor Denébola. -Reg no se movió, estaba en shock por haber perdido su partida. -Esta chica tan guapa de aquí es Elnath, princesa del clan Tauro, se le dan muy bien todo tipo de aparatos tecnológicos, sobretodo las naves, es nuestra mecánica. -Al sentirse aludida movió la mano a modo de saludo. -El que está ahí con cara de amargado es Antares del clan Escorpio, parece muy borde y seguro que más de una vez te hablará mal, pero es muy buena gente, es el que más experiencia tiene en batalla, es buen profesor. Y por último nuestra pequeña, la menor del clan Acuario, Sadalsuud, no sabe pelear demasiado así que se suele quedar en la retaguardia de la batalla, pero es la mejor sanadora de Plejadë.
-Encantada, yo soy Alrisha, del clan Piscis y bueno, supongo que la única superviviente que hay ¿no?
Todos hicieron silencio, sí, era la única superviviente
-Pero ahora que estás aquí... Los trece guardianes estamos unidos. -Sonrió Elnath.
-¿Trece? Pero son doce ¿verdad?- Ladeó al cabeza confusa
-Sí, son doce signos, pero Gemini son dos deidades que forman un único ente, pero tienen dos guardianes, por eso somos trece. -Explicó. -Tú eres una de las princesas ¿verdad?
-No... -Bajó la cabeza.
-Pero estabas peleando en el castillo cuando Sadalsuud, Tegmine, Regulus y Antares te encontraron ¿verdad? Eres noble entonces.
-No, tampoco. Soy una simple agricultora, estaba en el castillo porque quería vengar a mi madre y mis hermanos.
Todos se giraron hacia ella, si aquello era cierto el linaje de los miembros originales del clan Piscis estaba extinto.
-Aún no está todo perdido. -Tegmine cerró su libro. -Estamos en una situación de Crisis. El deber de los dioses es proteger la paz de Plejadë, es cierto que por el pacto que hicieron los miembros originales de cada clan con el respectivo dios al crear los reinos de las constelaciones tal y como los conocemos ahora sólo los descendientes de los mismos tienen derecho a convertirse en guardianes, pero Pisces está observando lo que ocurre, si ella demuestra ser digna podría despertar el interés de su dios e igual así ganarse su favor.
-¿De verdad que podría ser una elegida? -Sus ojos anaranjados brillaban, estaba animada, podía cumplir su sueño.
-¿Y cuántas posibilidades hay de ello? ¿Una entre mil? No tenemos tiempo para arriesgarnos, Cassiopea es muy fuerte y si es una agricultora no sabe pelear. -Antares apagó la pantalla mirándoles.- Me niego.
-¡Antares! -Tegmine le miró con reproche. -¿No puedes ser amable con ella?
-Soy realista. Cassiopea cada vez es más fuerte. No hay tiempo para entrenar a alguien ¿no podemos llevar a batalla a un inexperto y tampoco sabemos si se va a convertir en la elegida de Pisces.
-¡Déjame intentarlo! -Pidió ella. -Puedo hacerlo, incluso si no me convierto en una guardiana quiero ser de ayuda contra Cassiopea, quiero que paguen por lo que le han hecho al clan Piscis.
-Yo creo que podemos intentarlo. -Sonrió Reg. -Siempre ganamos los buenos.
-¿Puedes dejar de ser estúpido? Vale, cierto, no, no puedes. -Bufó Antares, no podía con él.
-Parad. -Tegmine se puso a Cancer en la mano amenazándoles. -En ausencia del comandante Rigel yo soy la que está al mando, así que yo tomo las decisiones y decido que la niña se queda.
-Alrisha, me llamo Alrisha. -Sonrió con amabilidad.
-¿Y tienes nombre de estrella siendo una agrucultora? -Preguntó Sadalsuud extrañada, aquello era muy muy raro, sólo las familias nobles y la realeza tenían nombres de estrellas.
-Madre me iba a explicar el por qué cuando cumpliera la mayoría de edad pero... No ha podido ser.
-Lo siento mucho, Risha. -Volvió a ajustarse las gafas. -Oye, ahora que lo pienso ¿dónde está Tan?
-Aquí. -La aludida entró también en la sala, solía ser invisible para todo el mundo. Se soltó su larga melena lilácea que llevaba recogida en una coleta y se sentó en una de las sillas que había en la mesa de la sala.
-Risha, deja que te presente a Sheratan, la guardiana del clan Aries, no suele hablar mucho, de hecho a veces parece invisible, te pega unos sustos horribles si te descuidas. -Se rió suavemente.
-No me hace gracia, Tegmine. -Estaba cansada de ser siempre a la que nadie prestaba atención.
-Perdón, perdón, Tan. -Mantuvo la sonrisa, no quería ser mala con ella.
Sheratan miró a la joven piscis.
-Así que tú eres la nueva ¿Eh? Bienvenida a bordo de Milky Way. Deberías dar una vuelta para conocer las instalaciones de la base.
-¡Yo me encargo de ello! -Elnath alzó la mano ofreciéndose como guía para Alrisha.
-¡Encantada! -Poco a poco, la muchacha comenzaba a recuperar su carácter alegre y positivo, incluso al haber visto todo su clan reducido a cenizas conservaba la alegría. Acompañada por la encantadora Elnath salió de la habitación directa a conocer la base.
Leo se estiró sobre la mesa de la sala, era un pequeño leon blanco con melena de fuego y ojos rojos.
-Hay algo misterioso en la chica esta... Al... Al... Como sea. -Bostezó.
-Yo también lo he sentido. -Scorpius, el dios protegido de Antares estaba sobre su cabeza. -¿Y vosotros?
Cancer, Aquarius y Aries asistieron.
-¿Algo?- Regulus se mantenía atento al videojuego. - ¿Como qué?
-No estoy segura. -Contestó Aquarius. -Pero su aura es muy fuerte, igual ni ella misma es consciente, pero es muy posible que sea la elegida de Pisces en un futuro muy próximo.

En el castillo de Cassiopea, uno de los tres territorios principales que pertenecían a la organización de mismo nombre, Alpheratz, Giennah y el misterioso tercer encapuchado entregaban el informe sobre la aniquilación del clan Piscis a la reina Gamma.
-Madre. -La muchacha se arrodilló ante la altiva dama, la líder de la organización. -Venimos a informar sobre nuestra última misión.
-Ha llegado a mis oídos que esos niñatos de Fallen Stars se pusieron en vuestro camino.
-Así es, fueron cuatro guardianes. Leo, Acuario, Cáncer y Escorpio. Consiguieron rescatar a una muchacha que trató de retar a Giennah, sin embargo, no era más que una simple campesina, no habrá mayor problema.
-¿Todas las familias originales están muertas? -Preguntó mirando a su hija por encima del hombro.
-Así es, mi señora. -Contestó el muchacho del cuervo.
-Si esa muchacha consiguiera el favor de Pisces, el último símbolo estaríamos muy cerca de la perdición, y pagaríais por ser los culpables.
-Sí, madre. - Alpheratz se giró hacia su compañero, quién seguía sin hablar. -Tenemos nuestro as en la manga si eso llegase a pasar ¿Verdad?

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