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Taehyung era... ¿Cómo decirlo sin que se escuchara pervertido? Bueno, es que simplemente hacía que el cuerpo de Jungkook respondiera, que se pusiera caliente y todo se le parará. Una sonrisa bastaba para hacer que Jungkook fuera tras él como el estúpido que era y un puchero le provocaba cosas extrañas en la barriga.

—Creo que es amor... O tienes tantos parásitos en el intestino que ya hasta se te quieren salir– comentó Hoseok con un suspiro —¿qué haces aquí de todos modos? Ya te dije que aún no puedo venderte nada–.

La licorería de la familia Jung se encontraba inusualmente pacifica excepto por el tipo al fondo del lugar que se tambaleaba de un sitio a otro como si buscara robar una de las botellas de tequila reposado. Hoseok tenía una mano en la escopeta bajo la caja registradora y la otra sobre Tamalito, su gato.

—A veces yo también me siento enfermo– admitió Jungkook con una mueca —es decir, ayer me sacó todo el dinero y luego se fue con sus amigos pero regresó más tarde esa noche y... Ya sabes...–

—¿Durmieron juntos?– Hoseok arqueó una ceja.

—No, sólo me besó y me puse más duro que la pasta boloñesa de mamá– suspiró, recordando que casi pierde un diente de conejo en esa ocasión, su madre no era buena cocinera pero al menos él sabía usar el microondas.

—Bueno, es que aún eres un mocoso– Hoseok se encogió de hombros y sacó la escopeta de su escondite, apuntando al vago al fondo de la licorería. —Más vale que dejes eso ahí– advirtió.

El hombre sacó las dos botellas que se había guardado bajo la chaqueta y salió corriendo del local perdiendo un zapato en el trayecto. Jungkook ignoró todo aquello y frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con que aún soy un mocoso?–.

—Pues que estás en la edad de las hormonas y es normal que se te paré hasta porque veas pasar la mosca– respondió el mayor, guardando la escopeta.

Tamalito se levantó de su lugar en el mostrador soltando un bostezo mientras estiraba las patas y enroscaba la cola. Tamalito era de esos gatos que tenían cara aplastada, más pelo que cuerpo y gesto de estar juzgándote todo el tiempo. Jungkook le sostuvo la mirada al animal como si esperara que le dijera algo sabio e inteligente en cualquier momento.

—¿Quieres un consejo?– preguntó Hoseok cuando notó que Jungkook se había quedado en blanco viendo a Tamalito. —Creo que eres muy joven para saber de amor, mejor ve y vive la vida loca, no te obsesiones con un chico que lo más seguro es que te esté usando. Él sabe que te tiene en el bolsillo... ¡Ha no ser! Que tú lo utilices a él primero, ya sabes, un pequeño juego de poder–.

—¿Exactamente como lo usaría?–.

Hoseok hizo un gesto obsceno con sus dedos mientras su boca creaba sonidos humedos para dar a entender a lo que se refería, Jungkook abrió los ojos con asombro.

—¿Necesito gemir para que lo captes mejor?–.

—¡Ya entendí!– Jungkook alzó la mano para pararlo —pero no haré eso, quiero decir no lo "usaré" para eso, ¡creo que es virgenn! bueno yo igual lo soy pero, no creo que él quiera que su primera vez sea conmigo–.

—Quién te entiende, Jeon Jungkook– Hoseok resopló —largo de mi licorería antes de que saque la escopeta de nuevo–.

El nombrado resopló tomando su mochila y salió del lugar robando un paquete de carne seca en el trayecto antes de despedirse de Tamalito con una suave caricia en la cabecilla peluda.

Se movió rápidamente en dirección a casa y antes de llegar no pudo evitar desvíar la mirada hacia la casa de enfrente como si esperara ver a Taehyung espíandolo de la misma forma obsesiva que él solía hacerlo. Caminó viendo a la ventana que daba a la habitación de su ángel con alma de demonio casi sin parpadear cuando de pronto se estampó contra algo que lo sacó de su ensoñación.

F O O L SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora