Cena.

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Draco Malfoy avanzó tranquilamente hasta la oficina sin percatarse un momento de la algarabía colectiva, todo el mundo estaba colocando los fabulosos y extravagantes adornos de San Valentín, deshaciéndose por fin, de los tan odiados de Navidad, y es que a él; esta fecha le era tan son importancia, ni siquiera el hecho de que en la actualidad estuviese saliendo con la mujer más sensacional del mundo, le hacía querer festejar San Valentín.

Sacó el cigarro de su boca, y sus ojos devoraron sin culpa alguna a la joven mujer frente a él, el trasero firme —al menos se veía de esa manera— quedaba a la altura de su rostro, traía una falda ceñida al cuerpo, así que podía ver sin problema la buena figura, se detuvo en el escote, y los mechones rojos sueltos que se escapaban de su peinado, sin duda no era la apariencia sobria que tenía Ginevra Weasley cada mañana al llegar, haciendo que Draco se aclarara la garganta.

"Bueno, Weasley ¿se puede saber qué ocurre?"

La voz pausada y tranquila del rubio la sobresaltaron, haciendo que la silla se tambaleara y por un segundo pareciera que iba a caerse, aunque no lo hizo, los brazos de Draco ya se habían despegado de sus costados y elevado para sujetarla, aunque no fue necesario.

"Ex jugadora de Quidditch profesional ¿recuerdan?" Sonrió triunfal.

"Como olvidarlo, siempre lo presumes ¿Qué haces ahí?"

"Una lechuza del tamaño de una Bludger quedó atascada, así que..."

"¿No pudiste hacer magia? ¿Eres una muggle acaso?

"La magia la llevó a ese punto." Soltó.

"Claro, pensé que mostrarnos los calzones era tu buen obsequio para San Valentín." Comentó en un tono sarcástico Draco.

"No se me ven." Frunció el entrecejo la chica. "Y aún faltan 14 días para San Valentín."

"Como sea." Restó importancia. "Déjame intentarlo."

La sujetó de la cintura, aunque sus manos resbalaron hasta quedar en sus axilas, le miró un instante y sonrió socarrón.

"Has estado ejercitándote ¿no?"

"Idiota." Lo alejó de su cuerpo con las mejillas rojas como manzanas.

Ginny y Susan no fueron para nada discretas, Draco Malfoy tenía el mejor trasero en todo el Departamento, o en el Ministerio entero, podrían decir.

"Deberían conseguirse novio, en lugar de mirar mi trasero de esa forma." Bufó sin verlas.

"No es tan fabuloso, Malfoy." Mintió la pelirroja.

Él soltó una risa gutural, desde Navidad del año pasado, donde le había tocado obsequiarle a Ginny, se habían vuelto amigos, charlaban, bromeaban y se pedían consejos laborales, y hacía casi un mes, el rubio había comenzado una relación con Astoria Greengrass, la gente ya había comenzado a notar un cambio en él, bastante favorable, atribuyéndolo a la adorable y sensacional Astoria.

"Toda tuya." Comentó él colocándole a la joven la lechuza en los brazos. "ahora me iré a trabajar."

"Claro, claro, gracias por la ayuda."

"No agradezcas, Weasley, a veces ayudo a los menos afortunados como tú." Se burló.

"Tiene un trasero fabuloso." Murmuró Susan cuando Draco se había marchado a su escritorio.

"Completamente." Admitió la pelirroja y se alejó.

GD

La mujer por fin pelirroja de nuevo observó la larga tira de corazones adornando la ventana de su apartamento, lucían un poco extraños, pero no descubría la razón.

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