Malentendidos.

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Ginevra Weasley observó a su nuevo amigo acercarse hasta ella, no dijo nada, se limitó a preparar su café tranquilamente, mientras ella removía de más su té, podía jurar que los terrones de azúcar se habían deshecho bien, pero ahí estaba, esperando porque él le dijera algo, cuando el líquido color morado tocó su lengua, aventó el vaso, eso estaba horriblemente azucarado ¿Malfoy la distraía tanto como para arrojar más de un terrón a su té?

"Esto es asqueroso." Soltó frunciendo el ceño, mientras sacaba la lengua.

"¿Te quemaste?" Le interrogó girándose hasta ella.

"¿Mm?" Cuestionó confundida.

"Eres un lengua de gato, Weasley."

El chico se giró hasta ella, colocó sus largos y delgados dedos en el mentón de la chica, llevándolo un poco hacia abajo, para revisar la lengua de Ginevra, que con un extraño cosquilleo lo sujetó de la muñeca y se alejó cuando el rostro pálido y aristocrático se acercó deliberadamente al de ella.

"No me queme." Argumentó nerviosa. "Es solo que le puse demasiada azúcar, y así no me gusta tomar el té."

"Ya veo, yo sólo..."

"Lo sé." Se apresuró a decir, interrumpiendo a Draco, no quería quedar como una lanzada resbalosa. "No tienes de qué preocuparte, no habrá malentendidos, tú y yo solo somos amigos, y no hay nada que cambie eso."

"Cierto."

La chica se alejó dejando el té sobre la mesa, y a Draco incomodo, las palabras de Longbottom en la fiesta de año nuevo eran ciertas, él no le interesaba a Ginevra del modo en que ella le interesaba a él, era demasiado pronto para que Weasley se sintiera atraída, nunca antes lo había visto, ni como enemigo ni como compañero, él había sido invisible para ella.

DG

Ginny observó a Draco regresar hasta su escritorio con una humeante taza de café en la mano, no le dirigió una mirada, ni siquiera una sonrisa socarrona como desde hacía una semana lo hacia cada que pasaba frente a ella, las palabras que le había dicho hacia un par de minutos atrás no le habían afectado ni un poco, destrozando sus ilusiones de que él se sintiera atraído, al menos un poco por ella.

Hermione ya le había dicho que posiblemente lo que Malfoy despertaba en ella era algo sexual, y nada más que eso, y su futura cuñada no podía estar tan equivocada, porque un cosquilleo la dominaba cada que la proximidad entre el cuerpo de él y el suyo era mucha, y se descubría mirando sus labios más de lo que desearía.

"Estas un poco ausente." Murmuró Hermione.

"Hoy Malfoy me sujetó de la barbilla." Admitió para su amiga.

"Claro ¿y qué?" Elevó una ceja, consternada.

"Me alejé, y le dejé muy bien claro que no malinterpretada nada, solo somos amigos y nada más podrá ocurrir"

"Ya eres una adulta, con un buen trabajo, que puede darse el lujo de tener una aventura con quien quieras, y no neguemos que Malfoy te interesa de ese modo, al menos."

"Al menos." Repitió.

"Bueno, tengo mis dudas, consideró que te gustó en Hogwarts, pero por ser quien era y a que ideales era partidario, lo descartaste, ahora eres adulta, es tu compañero de trabajo, te parece atractivo, y ¿hace cuánto que estás en celibato?"

"Esa pregunta no se hace en público, Hermione." La reprendió. "Pero algunos años."

"Eso es lo que tienes, ten tu aventura con él, y no te tortures más."

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